Visiones

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 Las serpientes se desvanecieron en un humo espeso y negro, dando por finalizada su vida tras cumplir con la misión asignada

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 Las serpientes se desvanecieron en un humo espeso y negro, dando por finalizada su vida tras cumplir con la misión asignada.

Liaw levantó a Charleen del suelo, ella temblaba con cortas convulsiones y su cuerpo comenzaba arder. Recordando lo que conocía sobre dichas criaturas y los efectos de su mordida, comenzó a desvestirla. Su temperatura corporal aumentaba drásticamente.

Ethan entró en ese instante. Liaw se alejó de la muchacha para explicarse, antes que Ethan se hiciera la idea equivocada.

—La picaron las serpientes de Dante —dijo atropelladamente.

Ethan no perdió el tiempo, puso la mano sobre la frente de Charleen y la cargó hacia el baño. Liaw pateó el morral con furia y dio alcance a su hermano.

— ¿Dónde está Terry?

—No existe la tal Terry, era Valia ¿cómo no te diste cuenta? —le reprochó sosteniendo a la humana con un brazo y abriendo el grifo de agua fría en la bañera.

Temblando de los nervios, terminó de desnudarla y la metió al agua. Debía mantener su temperatura corporal lo más baja posible. El veneno de esas serpientes hacía bullir la sangre hasta una temperatura tan elevada que el cuerpo se calcinaba internamente.

En los unuas ese proceso duraba varias horas, era de lógica suponer que en un humano tendría un proceso más acelerado.

— ¡Ve por Biako, o alguien que sepa qué hacer! —gritó a su hermano, quien no salía del estado de shock, creyéndose la persona más imbécil sobre la faz de la tierra.

—Necesitan más frío, hielo o nieve. No hay cura, deben mantenerla viva hasta que su propio organismo rechace el veneno.

Ambos se dieron la vuelta sorprendidos. Kari estaba junto a ellos palpando la frente de la humana.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Liaw mientras Ethan mojaba el rostro de Charleen para mantenerlo frío.

—Llegué antes que ustedes... esto no debía suceder aún. Tampoco me di cuenta de la presencia de Valia. —Se lamentó. Creó un haz de luz en sus manos y las metió al agua, convirtiéndola en helada y suave nieve.

— ¿Como que aún?

—Lo vi en una de las predicciones de Freya. Charleen iba a ser mordida, pero mañana. Es extraño —consideró incorporándose.

— ¿Y no nos avisaste?, ¡pudiste impedirlo! —le reclamó Liaw sosteniéndola por el cuello de su uniforme, uno muy similar al de ellos: negro, muy ceñido al cuerpo y de una tela elástica.

— ¿Y no nos avisaste?, ¡pudiste impedirlo! —le reclamó Liaw sosteniéndola por el cuello de su uniforme, uno muy similar al de ellos: negro, muy ceñido al cuerpo y de una tela elástica

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El tesoro de Charleen (Foris #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora