Stelaro

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«... Es así, que solo aquella alma que haya encontrado a su par perfecto, el que le fue destinado desde la creación, tendrá acceso al paraíso el día de su muerte. El alma que no la hubiese encontrado al final de su tiempo, regresará a la tierra, condenada a reencarnar una y otra vez hasta encontrar el alma, que con la suya, se fusionará en una sola esencia para ascender a la vida eterna. »

Charleen terminó de leer con decepción, cerró el libro y lo lanzó  al otro extremo de la habitación.

—Este es el peor libro de todos, pensar que me costó demasiado recuperarlo, estaba enredado entre las algas —espetó lanzándose de espaldas a la cama.

—A mi me parece la historia más romántica y hermosa que he escuchado. Es como la teoría de las almas gemelas ¿No crees? —comentó Carol, una joven de largo cabello rojo, quien siempre parecía sonreír. Era también la prima mayor de Charleen, quien había sido como su hermana y quien la cubría mientras la adolescente ocupaba su tiempo rescatando libros en la costa.

—A ti todo te parece romántico. El amor es bobo, vuelve a la gente idiota y no tiene utilidad. En las historias todo se va al diablo cuando el amor y los sentimientos intervienen —dijo Charleen, girando de estómago para levantarse hacia el balcón.

—Eso dicen todos hasta que se enamoran. —La miró de forma suspicaz y la muchacha hizo un respingo.

—Cómo digas —resopló.

Esquivando las torres de libros que se elevaban ocupando la mayor parte de la pequeña habitación, salió hacia un pequeño balcón, donde ponía sus libros a secar. Palpó cada uno, comprobando la humedad de estos. Aquellos, eran como cajas de sorpresas; ansiosa esperaba a que secaran, para abrirlos y descubrir el contenido. La variedad era increíble, ningún libro se parecía al otro. Había desde leyendas a libros de historia, cartas náuticas y mapas de lugares desconocidos, hasta novelas llenas de magia y fantasía. Cada cubierta era fina, de cuero, con detalles de oro algunos, y en el interior, códices con detalladas y hermosas ilustraciones. Gracias a las altas temperaturas de Helianto, los libros no tardaban en secar.

Charleen se entusiasmó al palpar un libro de cubierta dorada. Este en particular, le había llamado la atención, no poseía ningún título en la portada, ni en el lomo. Se sentó al borde, colgando los pies del barandal. Inhaló como siempre hacía antes de develar los misterios de un nuevo hallazgo, y abrió la primera página.

"Stelaro" decía una tímida tipografía en la parte inferior. No parecía gran cosa aquel libro, como todos empezaba con una introducción bien ornamentada. Charleen rogaba que se tratase de un libro de hechizos; ya había encontrado un par, lastimosamente, eran pocos los conjuros e invocaciones que le funcionaban.

Palabras, imágenes, nada nuevo, mas, la quinta página se mostraba distinta. En medio de la blanca hoja, había un cuadrado negro. Charleen giró el libro, tratando de identificar qué era, o a qué santo alguien había colocado algo sin el menor sentido.

El tesoro de Charleen (Foris #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora