Charleen le seguía el paso a Ethan. El unua había creado una especie de haz de luz que flotaba frente a la humana para que pudiese distinguir el camino. Por esas tierras los dragas no abundaban, el clima no era propicio. Cerca de las zonas nevadas, las plantas y animales que eran su principal fuente de alimentación, no sobrevivían a las bajas temperaturas.
Se aproximaron con sigilo, internándose cada vez más en la espesura, esperando que el haz de luz atrajera a alguna criatura. Ethan, más que por el alimento, esperaba alejar a Charleen de sus molestos compañeros. Aunque no quería admitirlo, extrañaba los tiempos en que él y la muchacha viajaban solos, y se arrepentía de no haber aprovechado más de la soledad e intimidad que gozaban.
—Aquí. —La detuvo con una mano. Murmuró un hechizo y una esfera brillante brotó de sus manos. La dejó flotando en un pequeño claro como señuelo y alejó a Charleen.
— ¿Ahora qué? ¿Debemos esperar? Tengo hambre.
—La magia no puede hacer aparecer comida de la nada. —Cruzó los brazos y se apoyó contra el grueso tronco de un árbol. Charleen lo imitó, resignada a esperar en silencio, puesto que sabía que Ethan no era particularmente conversador—. Y... ¿qué te dijo Kari? —preguntó Ethan, recordando que se había propuesto conversar más con ella.
—Nada. —Arqueó una ceja—. Bueno, me contó sobre ella y Drake.
— ¿Y nada más?
—No —reaccionó rápido, no se animaba a decirle lo que habían hablado sobre él.
Eso era todo, no sabía qué más decir ¿Cómo Liaw lo hacía tan fácil? Él y Charleen conversaban por horas mientras caminaban. Había cosas que quería saber sobre ella, parecía una buena forma de empezar, así que decidió continuar por ahí.
—Charleen ¿eres feliz? —preguntó serio, perdiendo la vista en algún lugar sumido en la oscuridad.
Ella intentó vislumbrarlo en la escaza luz producida únicamente por la esfera de energía. Ethan la había agarrado desprevenida.
—Sí —respondió tras pensarlo un momento—. Realmente creo que lo soy. Es decir, toda mi vida soñé con esto. Y en mi viaje estoy descubriendo más de lo que imaginaba, como a los unuas. Realmente no me arrepiento de haber escapado. —Se tapó la boca al finalizar, había hablado de más.
— ¿Escapaste?
Charleen pensó rápido, recordando todas la mentiras que le había contado para no terminar con una excusa incoherente.
—Ya te lo había dicho, hay un sujeto en Fiso que me busca porque le debo dinero. Puso una recompensa sobre mí, le pagaré con el tesoro.
— Eso ya lo sabía, pero no sabía que habías escapado de tu familia. —Le restó importancia—. ¿Y después de eso qué? Cuando descubras que tal tesoro no existe ¿qué piensas hacer?
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El tesoro de Charleen (Foris #1)
FantasyComo es tradición en su pueblo, Charleen debe contraer matrimonio al cumplir los dieciocho años, sin embargo, no piensa aceptar esta obligación sin antes haber vivido una gran aventura y escrito en libros sobre ella. Es así que convence a un guerrer...