Capítulo 7

609 35 2
                                    

En cuanto Mike se marchó de la mansión, fue directo a la dirección que estaba anotada en el papel que Nick le había dado. Se pasó la tarde entera sentado en su auto, fingiendo estar muy ocupado jugando con su celular, cuando en realidad observaba cómo una mujer entraba y salía de la casa en la vereda de en frente.

Tuvo que reprimir la necesidad de tomar un arma y dispararle desde allí. Probablemente acertaría, estaban separados por unos pocos metros y ella se había quedado parada justo en frente de la puerta que Mike había estado vigilando y por donde ella había entrado y salido varias veces. Pero por su bien, no lo hizo. Ya encontraría otra forma de hacer lo que debía.

Decidió que, para despejar su mente, podría llamar a Anna. Ella tenía una gran habilidad para parlotear que le ayudaba a empujar los más oscuros pensamientos al fondo de su mente.

Luego de marcar su número, inmediatamente escuchó su voz adormilada al otro lado del teléfono. Revisó la hora y notó que eran las 10.

-Es tarde como para que estés dormida – le reprochó después de saludarla.

-Si te hubieras quedado despierta ordenando tu casa no pensarías igual.

-Dejaré esta conversación para otro momento. ¿Puedo ir a verte? El aburrimiento me mata.

-Si no te molesta verme en pijama, adelante. Tendré un rico café esperándote.

Cortó la llamada, inconsciente de la pequeña sonrisa que amenazaba con escapársele. Arrancó el motor y en cuanto el auto comenzó a moverse se olvidó completamente de su horrible trabajo.

Llegó a la casa de Anna media hora después y se sintió un poco aliviado al ver su rostro cansado y su pelo despeinado. Mientras tomaban café, ella estuvo muy callada así que supuso que no querría hablar, pero de todas formas quería escucharla hablar sin cesar así que mientras bebía pensó algo que decir.

-¿Por qué decidiste reordenar tu casa? – La muchacha desvió la mirada de la mesita donde estaban apoyadas ambas tazas y le lanzó una mirada perdida. Apretó los párpados antes de que su expresión normal volviera a su rostro.

-Oh, pues… las cosas llevan demasiado tiempo en el mismo lugar y… pues ya era hora de cambiar eso. ¿Me ayudarías a mover las cosas más grandes? Es algo que no puedo hacer sola.

Así fue como Mike terminó pasando el día entero ordenando cosas que no eran suyas, en una casa que tampoco era de él. Pero logró su cometido y Nick no cruzó su mente ni una sola vez. Sin mencionar, que logró pasar otra noche con Anna y cada vez le gustaba más lo que la muchacha tenía para ofrecer.

-Me gusta estar contigo, me siento cómodo. - Annabeth, completamente tapada por las sábanas, se dio vuelta y lo miró. Alzó ambas cejas antes de hablar.

-No te irás a enamorar de mí, ¿o sí, Mike? – Él, por su parte, dejó escapar una carcajada.

-Tranquila, yo no me enamoro. Es más, te hago una apuesta.

-¿Apuesta? Odio las apuestas.

-Si alguna vez me enamoro de ti, te compraré helado por todo un año.

-De acuerdo, pero las apuestas tienen que tener dos opciones.

-Déjame terminar, impaciente. Si tú te enamoras de mí, me compras una batería nueva.

-Creo que esa apuesta no es nada justa. – Mike se encogió de hombros y se esforzó por armar una expresión inocente. Anna rodeó los ojos y los clavó en los de él. – Ya, ¿cómo lo sabremos?

-Habrá que ser sinceros, no lo sé, si llegara a suceder nos daremos cuenta.

-Bueno, acepto. Ahora, ¿podemos dormir? Me obligaste a despertar temprano.

-Eres más dormilona que mi propio hermano. Buenas noches, Anna.

-Así y todo terminaré teniendo mi año de helado gratis.

El lado oscuro de mis esperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora