Capítulo 14

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Cuando el teléfono sonó, Anna no se imaginó su mundo cayéndose a pedazos. Tomó la mano de Dem, quien se había instalado en su casa por unos días, y la arrastró hasta el auto.

A duras penas logró explicarle lo que había sucedido, un nudo en su garganta amenazaba con ahogarla y necesitaba mantener la vista clara para no chocar contra algo mientras manejaba. Su mejor amiga posó una mano en su pierna, en un pobre intento de consolarla.

Llegaron más rápido que lo posible y corrieron al mostrador, donde preguntaron por Kate. Luego se sentaron en la sala de espera, esforzándose por no explotar a causa de los nervios. Habría pasado una hora cuando por fin se acercó un médico, preguntando por los familiares de Kate. Annabeth se levantó al instante y se alejó un poco con el hombre.

Desde lejos, Dem vio cómo el rostro de su amiga se ensombrecía, sus ojos se aguaban y las primeras lágrimas rodaban por sus mejillas. Finalmente, Anna asintió en dirección al doctor y se apoyó en la pared, repentinamente sin energías. Se dejó caer hasta el suelo, donde acabó sentada, y se rodeó el cuerpo con los brazos.

Dem se le acercó y la abrazó. Sintió cómo Anna comenzaba a temblar y su cuerpo se sacudía por culpa del llanto. Tan delicadamente como pudo, le pidió que le contara lo que había sucedido.

En un susurró, continuamente interrumpido por sollozos, le explicó que Kate había recibido un disparo y que había muerto hacía media hora.

Dem esperó un rato y finalmente optó por llevarla a su casa. Cargó con su amiga al hombro y condujo hasta allí. Había policías en la puerta, ellos se encargaron de hacerle severas preguntas para marcharse más tarde, informando que aún no sabían quién lo había hecho.

Anna no durmió en toda la noche, pensando en qué podría haber hecho para ayudar a su hermana, su única familia, la única que tenía desde siempre y en quien siempre había podido confiar. No podía reprimir la culpa que sentía y sus ganas de asesinar al maldito que le había quitado a su hermana. Se preguntó continuamente cuál habría sido la razón, devanándose los sesos para hallar la respuesta, sin muchos resultados. Su cabeza le dolía por tanto llanto y tantos pensamiento.

Dem se había dormido a su lado, cubriéndola con sus brazos, y agradeció muchísimo el apoyo que su amiga le estaba dando. Era lo único que le quedaba ahora.

Internamente, deseó recibir un llamado de Mike, tal vez se habría enterado de la noticia y se dignaría a llamarla. Pero pasaron días y días y no escuchó nada sobre él.

Y los meses pasaron y el caso de Kate se enfrió. El asesino había escapado y, cuando se cumplió un año de la muerte de su hermana, Annabeth se dio cuenta de que no podía pasar toda su vida atrancada al pasado. Empezó a estudiar en la universidad y su mente comenzó a olvidar el profundo dolor que la pérdida de su hermana le había provocado.

Aun así, cada mes iba a visitarla al cementerio y de vez en cuando llamaba a los detectives que le habían dado su número para ver si había nuevas noticias. Haberla perdido la había marcado de por vida pero estaba haciendo su mayor esfuerzo por seguir caminando, sin importar cuánto pudiera doler.

-Anna… - la llamó su amiga. Anna levantó la cabeza y la miró. Ella y Dem estaban estudiando en la casa de esta última pues la temporada de exámenes se acercaba rápidamente. – Mañana es el cumpleaños de Kate… ¿quieres…?

-Mañana iré a visitarla un rato, supongo que le llevaré unas flores. – Su voz se había vuelto ronca a causa del nudo en su garganta.

-Te acompañaré, ¿de acuerdo? También me gustaría llevarle algo.

-Gracias, Valen – respondió, sonriendo sinceramente. Su amiga frunció el ceño al escuchar las últimas palabras.

-¿Desde cuándo me dices así? La última vez que lo hiciste, fue cuando tenía 6 años.

-Me gusta tu nombre, por eso lo dije. Tal vez empiece a llamarte así a partir de ahora. – Dem colocó sus manos en sus caderas y la miró con enojo.

-No te atreverías. – Anna levantó ambas cejas, dándole a entender que no se retractaría. – Vale, tú dime como quieras. En lo que a mí respecta, Annita, puedes decirme como te plazca.

Anna se abalanzó sobre su amiga y la tumbó en el suelo. Comenzó a hacerle cosquillas con una sonrisa malvada pintada en la cara. Cuando decidió que ya era suficiente tortura, se dejó caer a su lado, la sonrisa aún en su rostro.

-Eres malvada.

-Pero aun así me quieres – añadió Annabeth sacándole la lengua. Dem rodeó los ojos y soltó´ un suspiro. Un fugaz pensamiento cruzó por la cabeza de Anna. – Mike me decía así.

Dem se incorporó, apoyándose en su hombro, y la miró intrigada. Luego sonrió levemente y con el dedo índice apretó el vientre de su amiga, haciéndola saltar.

-Cómo te gustaba ese chico, eh. – Anna rodeó los ojos y se levantó. Tomó las manos de su amiga y la ayudó a pararse como ella.

-Vamos, terminemos de estudiar así podemos descansar esta noche.

El lado oscuro de mis esperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora