Capítulo 21

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Anna, Jaime y Dem habían llegado a destino: una pequeña isla donde el muchacho conocía un par de personas que podrían llegar a ayudarlos. Era un lugar remoto, supuso que perfecto para pasar una temporada, sanos y salvos.

Desde entonces, los días se habían limitado a simplemente existir. ¿Qué implicaba esto? Pues dormir, despertarse, comer, pasar interminables horas observando el paisaje a través de una ventana y volver a repetir el ciclo. Los tres intentaban mejorar los ánimos, pero no había mucho por hacer.

Jaime y Annabeth no podían dejar de pensar en Mike, por diferentes motivos. Él sabía lo que probablemente estaba pasándole al chico, pero ella sólo sentía una mezcla de odio y amor difícil de comprender. Dem se contentaba con observarlos y tamborilear con sus dedos sobre la mesa, alrededor de la cual pasaban todas sus tardes.

-Estúpidas islas, estúpidos conocidos, estúpido aburrimiento.

-Tú podrías volverte Jaime. Dudo mucho que tu mejor amigo intente matarte a ti también. – Él la asesinó con la mirada, con ganas de gritarle algo no muy agradable, pero Dem posó su mano en su antebrazo y lo estrujó para calmarlo. – No me iré.

Había prometido protegerla y eso haría. Pero últimamente deseaba poder tomar a Anna por los hombros y sacudirla para que viera claramente. Entendía sus sentimientos, pero Mike era su mejor amigo y no podía (mejor dicho no quería) saber qué había sido de él, y Anna lo miraba con odio cuando siquiera se dignaba a pensar en el muchacho. No lo toleraría por mucho tiempo, ella estaba obteniendo la verdad a medias y eso le daba rabia porque sabía que lo único que Mike no merecía era su odio.

-No puedes pedirle que no lo deteste – le reprochaba Dem cuando podían hablar sin que Anna los escuchara. – Él no querrá matarla a ella, pero definitivamente se llevó a su hermana, ¿te olvidas?

-No. – Por supuesto que no lo hacía, pero lo único que su mente repetía era que todo lo que Mike había hecho era para proteger a Anna, incluso sabiendo que esta lo odiaría. – Pero quiero decirle la verdad, necesita saberla. Ella aún lo quiere.

-Sí, pero tienes que dejar que lo olvide. Sino seguirá sufriendo y contarle la verdad no cambiará nada, de hecho, sólo lo empeorará. Hazme caso, ¿sí?

La misma conversación que acababa en la misma conclusión. Jaime pasaba sus manos por su rostro, Dem esbozaba una pequeña sonrisa y proseguían horas de silencio.

¿Cuánto tiempo podía haber pasado? Tres semanas como mínimo, pero los tres ya habían perdido la cuenta de los días y se habían acostumbrado a entender el baile entre la luna y el sol como sinónimos de nada.

Finalmente, cuando sintió que había pasado más de un año dentro de esa estúpida casa, Annabeth se cansó y encaró a sus amigos. Estaba completamente segura de que nada le pasaría, Mike no aparecería. Lo que es más, deseaba que sí lo hiciera para así poder hacer algo para sacar el vacío que sentía dentro de ella.

-Quiero largarme de este lugar ya. No lo tolero más. – Les reprochó una noche mientras miraban una película, los tres tirados en el sofá.

-Vamos, Anna, vuelve a concentrarte en la película.

Se levantó y se dirigió a la mitad de la pantalla, donde se detuvo, colocando los brazos en jarra. Les lanzó una mirada penetrante, a lo que Dem respondió rodeando los ojos. Jaime se limitó en suspirar.

-Anna, no podemos, deja de hacer esto más difícil y muévete de la pantalla.

-Nos iremos de aquí.

-¡Que no! – chilló su amiga. – No nos iremos porque es el único lugar seguro que hay para ti y hasta aquí llega esta conversación.

-No me pasará nada. Que se atreva a acercarse a mí y verá con quién se metió. No dejaré que, además de quitarme todo, me obligue a vivir en un lugar así. Nos vamos.

-¿De verdad no entiendes o no lo quieres comprender? – Jaime se levantó y se le acercó. Mantuvo su mirada, a pesar de que sintiera que le estaba agujereando el alma, y posó una mano en su cuello. - No nos iremos de aquí, así tengamos que atarte a una silla, ¿de acuerdo?

Ella bufó y cerró los ojos; la presión desapareció del pecho de Jaime, momentáneamente. Los volvió a abrir y miró a sus amigos, agotada. Parecía como si la mismísima oscuridad se hubiera introducido en aquellos iris café.

-Quiero marcharme, de inmediato. Por favor.

-Harías bien en escuchar a tus amigos.

La sangre de la muchacha de heló por completo al escuchar una cuarta voz que no le pertenecía a ninguno de ellos, pero que, sin embargo, reconocía a la perfección. Jaime apartó la vista de ella y se concentró en la nueva compañía. Aumentó la presión de su mano en el cuello de su amiga y la atrajo hacia sí.

Cuando esta se separó un poco y logró voltearse, su sangre pareció volver a circular, pero a una velocidad de miedo, lo que provocó que se mareara y tuviera que sujetarse de su amigo. Dem tomó su mano y la apretó, transmitiéndole un poco de fuerzas y logró reunir valor para hablar.

-Se supone que estás muerta.

Hola, sé que colgué muchísimo con este fic pero es porque están siendo momentos complicados y no tengo mucho tiempo disponible pero de todas formas espero que  no me abandonen<3

El lado oscuro de mis esperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora