Capítulo 13

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-Me alejaré de ella, lo prometo – aseguró, manteniendo fijos sus ojos en Nick.

-Alejarte no es el problema. Ella está metida en lo mismo que su hermana.

-Si mato a Kate ya no habrá negocio del que Annabeth pueda ocuparse. Estarás bien – insistió, desesperado por obtener la aprobación.

-Realmente te importa la muchacha - murmuró. - De acuerdo, si puedes cumplir tu trabajo inicial, dejaré a Annabeth en paz. Pero… deberás hacerme un favor.

Mike le sostuvo la mirada. No había muchas cosas que Nicholas pudiera pedirle. Pero lo que fuera que él quisiera, debería cumplirlo, debería encontrar la manera de cumplirlo, tenía que ayudar a Anna.

-¿Qué es lo que quieres? – se esforzó por controlar el temblor de sus manos.

-A ti, Mike.

-Anna por dios, no puedes estar todo el día encerrada en tu casa.

-Claro que puedo y eso haré. Necesito terminar estos papeles para Kate. Tú sal con tu novio, yo estaré bien.

Dem apoyó su mano en el pilón de papeles que Annabeth tenía enfrente y los lanzó al suelo. Cuando su mirada se encontró con la de su amiga, no requirió mucho esfuerzo mantenerse inmutable.

Annabeth había pasado tanto tiempo en el mismo estado de estupor que Dem ya estaba cansada. Pero no lograba entender el por qué. O al menos, eso quería creer. En el fondo entendía perfectamente a su amiga pero no podía dejarla ahí y ver cómo se encerraba en su mundo y se aislaba incluso de ella, su mejor amiga.

-Hace un mes que no veo más a Mike por aquí. Es por él, ¿cierto?

Al escuchar su nombre, fue como si una nube oscureciera el semblante de Annabeth. No lloraría, tanto Dem como ella lo sabían, pero no podía evitar sentir que alguien estrujaba su corazón cada vez que alguien lo nombraba. Dem se acercó y la abrazó tan fuerte como sus brazos le permitieron.

Con esfuerzo, le sonsacó la verdad y, por un momento, sintió la tentación de tomar un cuchillo y asesinar al chico. Pero tampoco era culpa suya, Annabeth había sido la primera en aclarar la relación que mantendrían y, probablemente, Mike habría sentido que ella esperaba algo más y se había asustado. Intentó explicárselo a su amiga. Recibió una sonrisa de  lado como respuesta.

-Sí, supongo que le debo una batería. Nada de helados para Annabeth.

Dem la miró sin entender nada, pero se acercó y volvió a unirlas en un abrazo.

Kate había estado todo el día esperando los papeles que le había encargado a su hermana. No podía continuar con su informe de las propiedades si no los tenía, así que estaba caminando de un lado a otro, impaciente. Había puesto la radio para poder esparcir sus pensamientos.

Cuando el reloj dio las 6 pm, decidió salir para caminar un poco, como todos los días. Llevó su reproductor de música, por lo que estaba completamente aislada de su alrededor, justo lo que necesitaba. Una hora más tarde, ya estaba regresando a su casa. Decidió llamar a su hermana y preguntarle si ya estaba listo lo que le había pedido.

-Sí, Kate, lo dejé debajo de la alfombra de la puerta porque no respondías.

-Estoy llegando, gracias hermanita. Nos vemos mañana.

Corto´ justo cuando divisó la manzana de su casa. Caminó hasta la puerta e introdujo la llave en la cerradura. Abrió pero al recordar el sobre detuvo sus piernas y regresó para levantarlo. Se agachó y lo tomó, agradecida de tenerlo en sus manos. Lo ojeó un poco pero notó que sería mejor chequearlo dentro, en su escritorio.

Estaba por entrar cuando escuchó un fuerte ruido, proveniente del otro lado de la calle. Se giró y escrutó a la casa vecina. Había un auto estacionado en frente y una silueta se podía distinguir, pero ya no había mucha luz y su mirada comenzaba a ponerse borrosa. Sintió una punzada en el estómago y bajó la vista a su vientre hacia allí. Su remera estaba cubierta de sangre y fue entonces cuando comprendió la situación. Dejó caer el sobre y rodeó su cuerpo con un brazo, mientras con el otro se sostenía a la pared intentando mantener el equilibrio.

Su mano se deslizó de la pared y ella cayó al suelo con un golpe seco. Alguien gritó su nombre, no estaba segura de quien porque sus sentidos estaban mareados. Lo último que alcanzó a ver, fue alguien corriendo hacia ella. El auto ya no estaba.

El lado oscuro de mis esperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora