Nunca pasa nada bueno después de las dos de la mañana

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Porque nunca pasa nada bueno después de las dos de la mañana.

Por eso mismo, y por el delirio de quien las escribe,
olvida estas líneas nada más encontrarlas y quema todo recuerdo
de lo que siempre quise decir pero nunca entender.

Huye lejos
de mi caos,
mi desorden,
de este intento de extraña poesía,
del Borde.

En el hogar de las criaturas nocturnas no tenemos sitio para ti.

Por cada noche de insomnio y canción de medialuna.

Porque si nunca pasa nada bueno después de las dos de la mañana,
todas mis historias son mentira
y mis sueños
delirios de una mente atormentada.

Porque si mis mejores ideas llegan en la madrugada
y después desaparecen como si nunca hubieran existido,
deben ser simple locura o,
tal vez,
un pálido reflejo de mis demonios.

Porque cada lágrima derramada a la luz de la luna
solo sirve para alimentarles.

Nadie dijo que del dolor
no pudiera crearse belleza,
ni que lo que bulle en mi cabeza
precisara ser coherente.

Y las víctimas de la noche se rebelarán ante la oscuridad,
los aullidos se alzarán al cielo nocturno,
a una luna que realmente nunca creyó en ellos.

Y nosotros, noctámbulos,
perennes insomnes, aliados de las sombras,
buscaremos la supervivencia
hasta que la luz del sol nazca
y la tenue ilusión quiebre de nuevo
dejando solo cristales y versos rotos a sus espaldas.

Porque a la luz del día muere la magia
y languidece el pesado sueño del sonámbulo.

Porque al despertar mañana no recordaré estas palabras
o temeré reencontrarlas y, lo que es seguro,
no comprenderé el sordo grito del insomne
que escribe extraños versos
para saciar su alma
después de las dos de la mañana.



Palabras ignoradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora