P R Ó L O G O

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💭💭💭

Hoy hace dos meses que mi abuela murió, aún me siento vacía por su ausencia y hasta apenas ahora he podido pararme de la cama para hacer algo diferente que llorar, recordar a mi abuela cada segundo y cada milímetro de ella, cada palabra de aliento, y leer historias fantásticas y alucinantes que sutilmente me alejan de mi amarga realidad.

-El testamento estipula, que todos sus bienes, incluyendo propiedades y acciones, bienes inmuebles y no inmuebles, serán destinados a la señorita Morris Dasher Julie Navidad -¿Todo..., para mi? Soy la única heredera de los Morris, era de esperarse... Aunque a mi eso no me interesa ni en lo más mínimo, nos basta y nos sobra con la herencia que mi padre me dejó. Mi madre en cuanto escucha para quien será toda la fortuna de mi abu, me toma la mano y sonríe. Cuanta hipocresía. -Con la condición de que la señorita, ya antes mencionada, tendrá que contraer matrimonio, y para poder reclamar la herencia tendrá un año a partir de la muerte de la ya difunta señora Morris Boyd Margareth- ¿Contraer matrimonio? Pero ni si quiera he dado mi primer beso ¿Cómo esperan que me case? ¿Abu, por qué me haces esto? Si tú más que nadie sabías que mi plan de vida era llenar la casa de gatos y leer historias extraordinarias que sabía jamas me sucederían, yo no quiero casarme, yo soy feliz siendo amante de mis personajes literarios, ellos no me decepcionan, ellos no me lastiman, ellos me hacen vivir otras vida...

-No tenga ni una duda, mi querida hija se casará en menos de diez meses, y la herencia será nuestra, perdón de mi amada Julie.

-¡No mamá, ésta vez no! No estoy dispuesta a casarme, estoy cansada de tus chantajes -doy un golpe a la mesa con mi puño y el notario se sobresalta- y si no tiene algo importante que decir -observo al hombre viejo y acabado de los años que está enfrente de mí con expresión asustada- me voy -me levanto como un resorte y muevo la silla para salir huyendo del
gigantesco estudio que tiene un escritorio y un par de sillones alargados color carmesí, además de libros de todo tipo en las estanterías.

-Señorita Morris -volteo rápidamente al saber que no se trata de la voz de mamá- su abuela le dejó esto -señala una carta que tiene en sus manos. Instintivamente camino hacia ella y la tomo, saliendo por la puerta rápidamente.

Y de nuevo tengo la cara húmeda, pequeñas gotas empiezan a brotar de mis ojos y se deslizan lentamente por mis mejillas hasta las comisuras de los labios dejando un débil sabor salado en el paladar, no hace falta mencionar que estoy llorando otra vez y que me late a mil el corazón, sintiendo las palpitaciones hasta mis sienés causando un sutil dolor aún más profundo.

Corro hasta mi habitación lo más rápido posible y Lia me mira cruzar el patio e intenta decir algo para detenerme pero corro aún más rápido y pongo le seguro a mi puerta y me tiro a la cama sollozando y abrazando la carta contra mi pecho, como si fuera lo más valioso que tengo; pensándolo bien, es lo más valioso que me queda, las sabías palabras de la única persona que me ha aceptado con todo y mis defectos, mi abu.

Casate conmigo |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora