D O C E

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Esto mejor que quedarme leyendo en casa, sin embargo me siento mal; estoy sudando cuando en el exterior hay viento, la piel me quema (especialmente la mano con la cual tomo su tacto), no soporto tener que caminar a casa cuando las piernas me tiemb...

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Esto mejor que quedarme leyendo en casa, sin embargo me siento mal; estoy sudando cuando en el exterior hay viento, la piel me quema (especialmente la mano con la cual tomo su tacto), no soporto tener que caminar a casa cuando las piernas me tiemblan y tengo miedo de romper esta burbuja en la que él y yo estamos en sincronía y somos felices. Él mi centro de vida, él mi centro de desesperación, él el centro de esta situación.

Nuestras manos encajan a la perfección pero nuestra sudoración no. Esto se está yendo de control.

Y lloro porque estoy atónita, porque no sé lo que pasa, porque estoy llena de felicidad porque creo que él es el indicado; porque entiendo todo y a la vez nada, porque desde hace mucho tiempo no me siento tan completa, porque por primera vez me siento plena y a la vez vacía. O tal vez porque todo lo que siento contradice a lo pienso.

―Creo que ya llegamos ―su voz me hace salir del nido de preguntas que nacen en mi cabeza.

―Sí ―digo para que no piense que no lo he escuchado aunque por dentro estoy muriendo por confesarle todo lo que pienso, todas mis dudas y mis temores.

―Puedes decirlo ―y enjuga una lagrima que corre por mi mejilla con su mano libre. Y por una vez más sólo somos él y yo.

―¿Qué debo decir? ―intento que mi voz no suene entrecortada por mi llanto pero es casi imposible.

―Que quieres que me aleje, no quiero hacerte llorar por mis ―suelta mi mano aunque intento aferrarme a ella y deja de estar a mi lado para colocarse en frente de mí ―estúpidas confesiones ―suelta el aire y me mira a los ojos, no son de ningún color extravagante, son color chocolate como la gente común; su cabello es castaño y su nariz es puntiaguda. Es muy parecido a su hermano, claro sin la facha de chico malote y el mal genio.

―¿Acaso no me escuchaste? ―aunque me cuesta trabajo mantener la compostura y hablar con claridad quiero que le quede claro que él no es el problema, sino yo ―yo también dije lo que sentía. Y lo que dijiste no fue estúpido, fue lindo.

Y de nuevo me pierdo en sus ojos que me miran. ¿Esto se puede definir como mi primera discusión amorosa? Apenas nos acabamos de conocer y ya siento tanto en mi interior. Tal y como sucedió en mi sueño de una noches pasadas, borra y tira al abismo nuestra distancia pero él no es tan alto como el chico que protagonizo aquel sueño, sus brazos se ciernen en mi cintura mientras que nuestras miradas siguen conectadas, siento como la temperatura aumenta y mi frecuencia cardiaca asciende en un santiamén, mi pulmones ruegan a gritos por aire; si reconsiderarlo, también envuelvo mis brazos en sus costillas y parece ser el detonante para esta bomba que hay entre los dos, entierra con más fuerza sus manos en mi cuerpo me siento atrapada y la vez protegida; el calor que emana de su cuerpo es reconfortante a tal grado que mi llanto termina y me siento más tranquila. Su abrazo es mi dosis de paz que me hace respirar en medio de la incertidumbre. Pierdo la noción del tiempo y cuando se aparta un poco de mí un gélido frio me vuelve a la cruda realidad.

Casate conmigo |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora