T R E C E

421 51 6
                                    

Mencionar que estoy aterrada es un eufuismo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mencionar que estoy aterrada es un eufuismo.

Estoy paralizada en mi cama dándole cientos de vueltas la escena que sucedió en el baño con el chico malo, al cerrar los ojos las sensaciones del momento vuelven pero con menos intensidad, tan sólo se repiten pero se difuminan poco a poco, una tras otra.

Casi doy mi primer beso. Y con el hombre equivocado, con una boca desconocida, con unos labios incorrectos; porque él no es con quien debo estar ¿cierto? Él contradice todos mis estándares que tengo como chico ideal.

Lo mío no es un chico malo que traiga un manojo de problemas consigo, lo que yo busco y necesito es alguien quien tome mi mano al caminar, que me ayude a afrontar mis problemas, que sea mi escudo y espada en cada guerra que enfrente, que me enseñe a ser fuerte, que sea mi cuenta cuentos, que me haga no poder estar sin él, que me convierta salvajemente en trizas para después repararme con ternura; que sea la fantasía de mis noches y la realidad de las mañanas, que sea mi luz y mi sombra, que florezca y se marchite a mi lado, que sea mi fulgor y mi penumbra, que sea esa luz que resplandece en una calle oscura y vacía.

Hasta el momento el único que ha sumado puntos a favor es Zach. Y bueno, en contra... ya no vale la pena tan siquiera recordarlo.

Estaba consciente de que al poner ese anuncio en el periódico podría no encontrar lo que buscaba, o encontrar lo que no buscaba; así que no tiene tanto sentido culparlo a él por todo, su error sólo fue estar aquí, e intentar besarme; de todo lo demás me declaro culpable.

―¿Bajas a desayunar? ―cuestiona mi mejor amiga.

―No, gracias ―contesto aun acostada en mi cama.

―Si pasa algo, siempre estoy contigo ¿sabes? ―camina hacia mi dirección y me inspecciona con una mirada.

―Sí, pero no pasa nada ―¿o sí? Claro que sí me sucede algo ―ve a desayunar.

―Bueno ―se aleja de mí y abre la puerta ―en unos minutos subo a traerle comida a Holmes y Watson ―cierra la puerta.

―Gracias ―grito.

Seguir dándole vueltas al asunto no va ayudar en nada. Estoy mosqueada conmigo misma por haber aceptado la idea de casarme por un testamento, por haber admitido publicar ese anuncio, por someterme a estar aquí con unos mocosos de los cuales no sé nada. Mis uñas pagan las consecuencias.

Mamá no ha llamado lo cual es muy extraño. Hasta podría imaginar que está festejando por mi partida, aunque lo dudo.

En estos momentos quisiera ser un gato, para preocuparme sólo por comer y dormir.

Mis pensamientos hacen trizas mi tranquilidad. Ahora ya me estoy planteando ser un gato.

Finalmente, alguien llama a la puerta y puedo asegurar que es mi mejor amiga con la comida de mis amores, aunque no entiendo por qué toca cuando también es su cuarto.

―Pasa, es también tu habitación ―digo en voz alta; el pomo de la puerta gira y se abre con lentitud. Acaricio a Watson que está en mi regazo.

―Gracias, supongo ―menciona una voz considerablemente grave que me sobresalta, me provoca abrir los ojos y puedo sentir como se dilatan mis parpados; mis sentidos se ponen peligrosamente en alerta y me aterra levantar la mirada para confirmar que es el chico malo quien está en mi habitación ―te pido una disculpa por el desastre del baño ―murmura y camina sigilosamente hacia mi dirección.

―Ya todo está superado ―miento.

―No te creo ―responde sentándose en el borde mi cama, y de nuevo me invade ese miedo de estar sola en una habitación con este costal de testosterona.

―Antes me preocupa por hacerte creer lo que digo, pero ¿sabes qué? ―levanto la mirada hacia el chico y decir que "lo fulmino con la mirada" se queda corto ―Ya me canse de que no me creas, de que en cualquier momento te comportes como un patán y arruines todo para después venir a humillarte conmigo con unas disculpas vacías.

―No me estoy humillando ―responde demasiado rápido.

―Siempre llevándome la contra cuando sabes que es verdad ¿no? ―inquiero ―siempre terminamos así, y no sé porque me sigue sorprendiéndome. Es por esto ―levanto mis manos y hago un ademan con mis manos señalando la situación ―que no podemos funcionar como rela... ―al no terminar la palabra, mi frase será mal interpretada y eso es justamente lo contrario a lo que deseo.

―Como relación ―completa mis palabras y me siento abochornada porque le di a entender que buscaba alguna situación en la que él y yo... ―es justo como lo había pensado ―comenta y clava sus ojos en la ventana ―ahora todo tiene sentido ―detalla y me da un poco de curiosidad‒temor lo que sea que acaba de descubrir.

―¿Qué tiene sentido? ―la curiosidad se sobrepuso a mi temor y me siento valiente por ello.

―Tú ―responde y con la única silaba que salió de su boca no explica lo que quiero escuchar. Devuelve sus ojos extremadamente oscuros hacia mí y levanto las cejas en señal de que continúe con su declaración ―¿eres soltera? ―el color en mi cara contesta por si sólo ―estás buscando alguien con quien casarte ¿verdad? ―pregunta pero él ya sabe la respuesta, lo sé por la manera en que me observa.

―¿Cómo lo supiste? ¿Te dijo Mariel? ―mi frecuencia cardiaca aumenta porque mi plan ha sido descubierto ante uno de los chicos y esto no se ajusta nada al propósito que tenía en mente.

―Fue muy fácil ―suelta una risita tonta, esa que siempre me saca de quicio ―eran demasiados requisitos los que pedías, era más que evidente que no nos querían sólo para limpiar una casa abandonada. Algunos comentaban rumores de lo que te estoy diciendo ―hace una pausa ―pero ahora dejarán de serlo ―se levanta rápidamente, Watson se sobresalta por tan repentino movimiento y encaja sus uñas en mis piernas.

―No ―digo pero no se detiene ―por favor ―le ruego ―se está yendo de la habitación, lanzo las sabanas al suelo y coloco a mi gato en el colchón, me pongo de pie y camino rumbo hacia él ―no les digas ―le suplico tomando su brazo para que deje de huir de mí.

―Arrodillate ―contesta y me pregunto si ese es uno de sus humillantes trucos para someterme.

Aunque si de esto depende de que no se enteren los chicos, lo haré. Lentamente voy descendiendo hasta que él toma mi mano, y de un tirón me levanta.

―Estaba jugando ―responde, suelta una carcajada y me siento como una estúpida por haber caído de nuevo en sus trampas ―pero tenemos que hablar.

―Hablemos ―confirmo y toma asiento en mi cama, justo donde yo me encontraba hace unos momentos.

―Mi nombre es Abad ―ahora el chico malo tiene nombre ―siéntate ―ordena.

Hago lo que me pide y me siento demasiado sumisa por hacerle caso a alguien como él.

―Tú eres diferente ―puntualiza ―nunca sé lo que quieres, eres tan inocente e ingenua, eres una niña mimada en el cuerpo de una mujer magnate, jamás había conocido a alguien como tú ―ni yo a alguien como él ―no fuiste una chivata respecto con lo que sucedió en la mañana y yo no seré un soplón con tu secreto ―recalca la palabra "secreto" y extiende su mano hacia mí, la estrecho y por primera vez estamos de acuerdo en algo, negociando nuestro silencio.

Casate conmigo |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora