V E I N T I D Ó S

163 22 4
                                    

―Tendré piedad de ti, pequeña princesita ―musita, su cálido aliento en mi oído me hace reaccionar y lanzarle una mirada de compasión, dejándome con la incertidumbre de lo que podría suceder como consecuencia de mi derrota

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

―Tendré piedad de ti, pequeña princesita ―musita, su cálido aliento en mi oído me hace reaccionar y lanzarle una mirada de compasión, dejándome con la incertidumbre de lo que podría suceder como consecuencia de mi derrota.

Abad cierra la puerta tras sí.

―Veo que ya hiciste amigos ―acota Mariel. ―También Jaky me dijo que tú estabas como un imán pegado al metal con Jorge ―su bella y angelical sonrisa resplandece en esta habitación abrumada por el melancólico gris que las nubes desprenden, la opacidad del ambiente llenaba toda el espacio disponible.

―Demasiada información ―susurré. ―él chico malo y yo no somos amigos ―puntualizo. ―no tengo idea de quién es Jaky, y lo del magnetismo entre Zach y yo, es mutuo.

―Jay es Jaky, es un apodo que le puse ―explica y suelta un lento suspiro, camina hacia mí. ―nos hemos alejado mucho estos días Jul, apenas y tenemos tiempo para hablar. Lamento que Jay sea tan grosero contigo ―toma mi mano y traza círculos invisibles en mi palma. ― sólo que no le hace gracia que seas una asaltacunas.

―¿Asaltacunas? ¿Yo? ―pero, ¿cómo puede decir eso, Jay? Si él y yo nos vemos de la misma edad.

―Ya sabes lo que yo pienso, para el amor no hay edad pero Jorge tiene sólo veintitrés y Jay cree que te aprovecharas de él ―me mira, y en serio no puedo creer que Mariel se ponga del bando enemigo, ósea, de Jay. ―sin embargo, yo te defendí ―sonríe ―porque eres la hermana que nunca tuve, además tú no sabes nada de romper corazones, en ti no hay malicia; cuando te vi con Jorge, pude ver tu futuro a su lado, se ve que en verdad te adora ―su mirada firme y contundente me hace creérmelo, no es alucinación mía que lo nuestro está mucho más que predestinado.

―Gracias ―la miro y cientos de recuerdos en mi mente asaltan mi conciencia, todos ellos de Mariel y yo siendo felices a nuestra manera, jugando carreritas de lectura, haciéndonos los cuestionarios más meticulosos acerca de nuestras lecturas y quien tuviera más aciertos, ganaba. ―En verdad me angustie cuando desapareciste con Jay ayer por la tarde, no dejes que te rompa el corazón ―hago una mueca con mis labios, haciendo un puchero.

Él no puede romperme el corazón, Jul ―me mira y sonríe ―sólo yo puedo, yo soy la que le permito el control de mí misma; así que si un día me miras llorando por Jay, será culpa mía.

Sus palabras calan en mi interior como el carburo de calcio reaccionando al agua. ¿Cómo puede decir eso Mariel? ¿Se ha vuelto masoquista? Vaya que esas horas con Jay la cambiaron.

―Tal vez por ahora no tenga mucho sentido, porque no somos razonables a la hora de enamorarnos, ―explica ― pero quizá, pronto me arrepienta de haberlo conocido o quizá pronto haya boda doble ―alza las cejas de manera coqueta, y sé que se refiere a mi inminente boda con Zach ―lo cierto es, que atesoraré cada momento con él.

―¿En verdad lo quieres? ―averiguo, esperando que su respuesta sea negativa.

―Es más que evidente, Jul. Estoy en esa fase donde todo es perfecto y hasta el más grave defecto se vuelve cualidad ―responde. Y logro percatarme que estoy en esa etapa, todo en Jorge me parece perfecto y en estos momentos estoy tan ciega que no puedo ver sus defectos por mayores que sean.

Casate conmigo |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora