V E I N T I S É I S

149 22 11
                                    

Mi vida depende totalmente de un desconocido que podría abandonarme pero, por razones recónditas no lo ha hecho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi vida depende totalmente de un desconocido que podría abandonarme pero, por razones recónditas no lo ha hecho. Desde que tengo memoria nunca había tenido que usar mi instinto de supervivencia, hasta ahora; si sobrevivir consiste en abrazarme al dorso de Abad de brazos y piernas, claro que lo haré. Aunque aun no comprendo cómo es que él se sostiene a flote con mi peso y el suyo.

―¡Podríamos morir ahogados aquí! ―grita asustado, provocando que las alarmas de pánico que se refugian en mi interior se multipliquen, ya ni siquiera la palabra “tranquilidad” puede causar efectos en mí. ―Abrazame más fuerte, Julie. ¡Que horrible morir sin haber dado tu primer beso! ―hago lo que me pide, casi lastima la fuerza con que lo tomo por la cintura.

―No me dejes morir ―susurro, y cierro los ojos. Estoy a punto de fallecer, mi corazón no puede más, y no me queda fuerza para sostenerme.

―Ojala todos los días pudiera tenerte así ―comenta muy tranquilo, sonríe.
―Esto no es gracioso ―comienzo a levantar mi frente de su pecho.

―Claro que lo es ―se carcajea como si esto fuera una vil broma, no me atrevo a abrir los ojos. Es mejor no hacerle frente a la realidad. Abad retira mis extremidades de su cuerpo con lentitud. Creo que ya estoy muerta. ―Deberías hacer casting, en verdad que sabes actuar ―se burla de nuevo. ―Ya no tengo claro esto, ¿en verdad no te diste cuenta que este mar no es profundo o te aprovechaste de la situación para tocar mis músculos? ―abro de inmediato los ojos y su sonrisa pícara es lo primero que observo. Con la punta de mis pies intento tocar fondo, y lo logro sin dificultades; lo más alto que alcanza agua apenas toca mi barbilla y me siento como una verdadera tonta.

―No juegues con mi vida ―como mi tobillo me lo permite intento caminar hasta el bote pisando unas cuantas rocas y algas en el fondo.

―Yo no juego a nada, tú eres la que construye dramas innecesarios en momentos inoportunos ―Abad sigue mis pasos. Y ya no sé cómo sentirme, el chico malo ha jugado con mis emociones. Creí que yo iba a morir, y ahora resulta que todo este tiempo sólo fue una estúpida broma.

―Quiero irme a casa ―le digo.

―Y yo quiero que tú me quieras ―sonríe.

―Hablo en serio ―le miro, estoy demasiado confundida para seguir aquí; si antes no toleraba sus bromas insinuantes, menos ahora.

―Yo también, pero como te has dado cuenta, no siempre conseguimos lo que queremos ―pasa un brazo sobre mis hombros y lo retiro de inmediato con un golpe.

―No me toques ―le advierto furiosa y continuo el recorrido hasta la lancha.

―¿Y por qué tú si puedes tocarme cuando te da la gana, y yo no? ¡Siempre estas alejándote de mí!

―No quiero hablar de ello ―llegando a este punto, ni siquiera siento ya el frío líquido que envuelve todo mi cuerpo.

―¿Siempre tengo que hacerte caso? ―pregunta molesto.

Casate conmigo |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora