Capítulo 18

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Estaba concentrado con el inventario de los muebles que acababa de adquirir cuando Karen la muchacha que me ayudaba en la tienda se me acercó apresurada.

- Tienes una llamada - frunci el ceño, ya había hablado con todos los proveedores, sólo que fuera Luciana y no quiso identificarse.

- ¿ te dijo quien era?

- no, pero es una mujer - asentí y con la seguridad que era Luciana, atendí.

- dime

- Daniel - me tensé porque no era Luciana - ¿me puedes explicar porque mis mensajes no te caen al móvil?

- Hola Lorena - me rasque la nuca - estoy algo ocupado.

- bien, seré breve, este fin de semana tu sueño se hará realidad.

- ¿de qué hablas? -

- llegó al pueblo con mi primo Enrique - sentí como si me cayó un balde de agua helada - ambos ya no queremos esperar, a Enrique ya no le molesta que Luciana sea virgen, al contrario me dice que lo disfrutará ser quien le enseñe - apreté mis manos fuertes de rabia.

- ¿y tú a que vienes? - escuché su risa que antes la oía hermosa ahora me sonaba como a las hienas.

- ¿no imaginas que es por ti?, sólo por ti regresó a ese pueblo bueno para nada - su comentario me molestó, aquí había nacido,crecido sólo porque ahora vivía en otro lado no significaba que iba a despreciar el pueblo - se que lo pasaremos bien mi querido Daniel y por la experiencia no te preocupes, yo te enseñaré.

Frunci el ceño, no estaba pendiente de ninguna palabra de Lorena, mi mente estaba centrada en que Enrique iba a llegar al pueblo por Luciana.

- debo dejarte Lorena - no escuché sus palabras, colgué y me caminaba como león enjaulado, Karen se cruzó de brazos para ver mi caminata.

-¿pasa algo jefe?- contesté con gruñidos, ella enarcó una ceja al no entenderme.

- Karen, ¿eres casada?

- lo soy, así que ni piense que a pesar de que usted es guapo, dejaría a mi Juan por usted.

Me detuve y le sonreí.

- ¿Cómo te lo pidió?

Ella soltó una carcajada.

- no me lo pidió, mi papá, mi hermano y Tomasa lo obligaron.

- ¿Quién es Tomasa?

- el rifle de mi padre.

Me quedé en silencio.

-¿lo amas a pesar de que te casaste obligada?

- soy feliz con mi Juan, él me dice que aunque mi papá y mi hermano no lo hubieran obligado al final siempre me lo hubiera pedido sólo que se hubiera tardado más tiempo.

- ¿entonces agradeces que los obligarán?

- Juan y yo no lo sentimos como obligación,  ambos nos amábamos sólo que no lo admitiamos.

Asentí y caminé hacia mi oficina, tenía miedo de perder a Luciana, me quedé pálido porque me daba cuenta que  estaba perdidamente enamorado de Luciana, y no supé reconocer los síntomas, apoye mis brazos en la mesa, no podía permitir que Enrique tocará a Luciana, ella era mía.

Una vez escuché a alguien decir que en la guerra y el amor todo era válido e iba a tomar medidas drásticas, Luciana debía sentir algo por mi, aunque fuera una milésima parte. Por esa convicción  iba a hacerlo, esperaba que algún día Luciana me perdonará porqué se que tarde o temprano se lo diría.

-¡ Karen!

- Digame Jefe

- necesito un favor.

Luciana

Me sorprendí al ver a Daniel en la puerta de la casa, a las 3 de la tarde, normalmente estaba en su negocio.

-¿pasa algo Daniel? - él no respondió sólo me recorrió con la mirada de una manera muy lujoriosa tanto así que mi piel empezó a hormiguear, ese hombre me volvía loca, miró a todas partes y entró a la casa mientras yo entraba de espalda, él cerró la puerta y se abalanzó sobre mi, para devorar mis labios.

- te deseo Luciana, y tengo una fantasía - se separó para verme a los ojos.

-¿cuál?

- hacerlo en tu cama - abrí mis ojos sorprendida.

- aquí no Daniel, llegaré en la noche.

- no, que sea aquí Luciana - sus brazos me apresaron y descendió su boca, suspiré y pase mis brazos alrededor de su cuello, sólo me tocaba y mi cuerpo ardía por él, era temprano, imposible que vinieran mis hermanos a esta hora.

Lo dejé que me cargará hasta mi habitación, desabroche su camisa y se la quite, me acerqué a su pecho y empecé a darle suaves besos, luego pase mi lengua por sus tetillas, lo sentí jadear, sonreí, me encantaba escuchar sus jadeos de placer, frunci el ceño al notar que Daniel no me quitaba la ropa.

- ¿pasa algo? - él se me acercó y negó.

- hoy no te quitaré la ropa - metió las manos debajo de mis piernas y sentí como iban descendiendo mis braguitas, bajó la falda de mi vestido, y luego tiró las bragas a un lado, se acercó a mi y empezó a devorar mis labios, deslizó una mano debajo de mi vestido y empezó a masajear mi parte intima, arrancandome gemidos.

Salté del susto al escuchar como la puerta de mi habitación fue abierta con violencia, ante nosotros estaban mis hermanos con los ojos desorbitados, las bragas estaban a la vista y la mano de Daniel debajo de la falda, no tenían que ser un genio para saber donde estaba esa mano.

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Kgerals 💚

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