New York, New York

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Los hermanos Jung arribaron a New York semanas antes del cumpleaños número 19 de Donghae. Fueron hospedados en la imponente casa estilo inglés del Sr. Sim. Cada uno contaba con su propia habitación completamente equipada de lo que uno podría imaginar.

Fue el mismo día que llegaron, que el Sr. Sim los condujo hacia el Imperial Casino de la ciudad.

Desde la entrada podía notarse que era majestuoso. No solo por el moderno decorado, que se alejaba de los letreros luminosos, alfombras rojas y luz tenue, sino que parecía un hotel cinco estrellas. Fueron recibidos por el Gerente General, Park Hyungsik, quien les hizo un recorrido que les llevó bastante tiempo. Pese a ser casi el mediodía, ya había gente, no sólo apostando, sino divirtiéndose. Parecía ser un lugar ameno. Posteriormente, subieron a un elevador y decantaron en el cuarto y último piso: las oficinas. Los hermanos se sorprendieron cuando el Gerente Park les informó que el Sr. Sim nunca tuvo su despacho allí sino que prefería ser "itinerante". Se reunieron en la oficina de aquél.

- Bien, - comenzó Changmin una vez que todos se encontraban sentados en los sillones que antecedían el imponente escritorio del Gerente - ahora que ya echaron un vistazo, quiero explicarles qué funciones cumplirá cada uno. Donghwa, tu trabajarás junto con el Sr. Park. Lo asistirás en todo. Serás su sombra. – sin dar lugar a que emitieran palabra, prosiguió con Donghae – Y tú, pequeño, serás el relacionista público. – le dio una fugaz mirada, recorriéndolo y añadió – debemos ir de compras y... lo siento pero tendremos que cortarte el cabello. – Donghae abrió los ojos como dos monedas.

- Me duele más a mí que a ti – prosiguió Changmin – pero ahora vas a estar expuesto y debes lucir mejor que nunca. No sólo circularás para asegurarte de que todo marche bien y conversarás con los clientes, sino que serás la atracción principal. Quiero que cuando te vean todos mueran por saber quién eres.

Donghae estaba tan sorprendido que sólo pudo mover su cabeza de arriba hacia abajo, asintiendo.

Cuando la reunión concluyó, Donghwa y el Sr. Park se pusieron manos a la obra; Donghae fue con el Sr. Sim y su chofer, a recorrer las tiendas más costosas. No hubo un lugar en el que no hayan entrado y salido con menos de dos bolsas. Donghae se sentía extraño. El Sr. Sim no escatimaba en gastos. La última parada fue la del estilista. Pese a mostrarse reticente al corte, quedó satisfecho. Mucho. Su cabello caía justo por encima de su cuello y el único detalle era un tupido flequillo sobre el lado izquierdo de la frente. Sonrió. Se veía mejor de lo que imaginó.

Ambos regresaron a la casa del Sr. Sim, quien hizo a Donghae vestirse con el que sería su uniforme a la hora de ir al casino: un traje negro satinado que se ajustaba a la perfección a su cuerpo, sobre todo los pantalones que se abrazaban a sus muslos y a su parte trasera, como si hubiese nacido con ellos.

Tras verlo, el señor Sim, no tuvo otro calificativo que "soberbio". Donghae se ruborizó.

Almorzaron tarde y luego regresaron al casino, donde Donghae debería comenzar a circular y hacerse notar. Fue como quitarle un dulce a un niño. Ni bien entró con Changmin, todas las miradas viajaron hacia él. No hubo un hombre ni una mujer que no se percatara del bello jovencito que acababa de apersonarse. Changmin sonrió satisfecho y lo dejó solo, dándole una palmadita en su hombro.

Al principio, tímido, pero con el correr del tiempo, más suelto y sonriendo sin cesar, Donghae comenzó a entablar contacto con quienes se encontraban allí. Caminaba y conversaba. Caminaba y reía. Caminaba y disfrutaba de ese bullicio. Uno de los lugares del casino que más le llamó la atención, fue una especie de reciento aislado en el que si uno ingresaba, sólo podía sentir la música del lugar, en vez del "caching" de las máquinas y las voces de la gente. Era un pequeño bar donde uno se sentaba y tomaba un trago, alejándose de la multitud. Ver ese cuadro le recordó a Hyukjae. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? ¿Se acordaría de él? ¿Por qué pese a haberse comportado de forma tan ruin, no podía olvidarlo? Se alejó y comenzó a subir por las escaleras -no quiso utilizar el ascensor-; mientras lo hacía intercambiaba sonrisas, un "buenas noches" o un "¿cómo la están pasando?"

Te amo, pero el sexo es mi arma [+18] EUNHAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora