En marcha

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Donghae tenía una estatura promedio, no era dueño de un gran físico pero cada músculo de su cuerpo estaba en su lugar, sobretodo su trasero que era objeto de muchos cumplidos.

Una noche, mientras se alistaba para salir con Yesung y Ryeowook, se detuvo un poco más de lo habitual en su preparación. Al ir al encuentro de sus amigos, ambos se quedaron perplejos. Nunca lo habían visto más bonito. Borcegos negros, pantalón negro de cuero, camisa transparente negra que dejaba muy poco a la imaginación, campera de cuero abierta, a tono con su indumentaria y sobre su rostro, una leve capa de maquillaje y delineador alrededor de sus ojos. Su cabello estaba despeinado adrede. Sinceramente, hermoso. Mientras Donghae se acercaba hasta quedar junto a ellos, Ryeowook rompió el silencio.

- Hombre! A qué se debe ese look tan matador? – preguntó entre asombrado e inquisitivo.

Donghae miró hacia abajo y mordió sus labios, un poco nervioso. Toda la seguridad que exudaba su atuendo, pareció desvanecerse ante esa pregunta.

- N... no puedo estar bonito? – respondió Donghae titubeando. – Quise cambiar mi manera de vestir. Probar algo nuevo.

- Mmmmm... Hae, te conocemos desde que éramos niños – dijo Yesung – Creo que estás tramando algo y como tu amigo, exijo saber qué es.

- N... no es n... nada, Yesung. – decía Donghae cada vez con más dificultad para hablar. Sus ojos sólo miraban la punta de sus borcegos. – Ya vámonos que llegaremos tarde.

Apurando a sus amigos, los condujo hacia la puerta de salida y la cerró tras ellos. Se dirigieron a la discoteca Blue Sky en el auto de Yesung. Como eran habitués del lugar, aparcaban en un lugar especial y entraban sin hacer fila. Al ser amigos del barman, lo que consumían era gratis e incluso tenían un lugar especial para ellos. Blue Sky era el lugar de moda. Todas las personas que tenían dinero iban allí. Yesung y Ryeowook pese a saber que el padre de Donghae estaba en prisión, pues ellos eran los únicos que conocían la verdad, nunca hicieron a un lado su amistad sino que lo acompañaron y siguieron acompañando hasta ese momento.

Tomaron asiento donde siempre.

- Voy a la barra a pedirme un trago, muchachos, ya regreso. – gritó Donghae dado lo fuerte que estaba la música.

- Pero Hae, tu no consumes alcohol! Por qué quieres tomar ahora? – preguntó Ryeowook.

- Ya te dije que quiero probar algo nuevo. Ya regreso. – contestó Donghae casi escapando de futuras preguntas.

- Yesung, no se tú pero creo que nuestro Hae trama algo y no es nada bueno... - dijo Ryeowook observando a su amigo dirigirse - contoneándose más de lo habitual- hacia la barra.

Donghae nunca había tenido citas con nadie pero desde pequeño supo que era gay. Nunca se molestó siquiera por decírselo a alguien porque no consideraba que fuera alguna novedad o algo interesante para contar.

Con toda la gracia que pudo acumular en su ser, continuó moviendo sus caderas escandalosamente hacia su destino. Allí, se inclinó todo lo que pudo sacando su trasero bien hacia afuera de manera que todos pudieran echar un vistazo y cuando obtuvo la atención del barman, lo llamó.

- Oye, Hyuk! Dame un margarita!

Hyukjae, o como sus allegados lo llamaban, Hyuk, era un joven moreno, alto, cuerpo esculpido a mano, ojos negros penetrantes y cabello corto, negro, salvaje. Era muy atractivo y su profesión le había conseguido muchas aventuras con mujeres y hombres que frecuentaban el lugar.

Al reconocer la voz y darse vuelta, Hyuk quedó estático. No sólo por el pedido tan extraño de Donghae sino que no podía creer lo que veían sus ojos. No era el adolescente que conocía. Ni su sombra. Parecía la versión "chico malo" de Donghae. El moreno pese a su estupor, le ofreció una sonrisa y se le acercó aún más hasta quedar sus rostros a escasos centímetros de distancia.

Te amo, pero el sexo es mi arma [+18] EUNHAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora