Capítulo 5.

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Capítulo 5

Quisiera decir que corrí y escapé de La Casa de La Unión.

Pero no; Ryder me atrapó luego de que corrí solamente unos cuantos metros.

Me hizo una llave y me lanzó contra el piso como un saco de papas. Se colocó encima de mí a horcajadas y me sostuvo las manos.

–¡¿Estás loca?! –Gritó.

–¡Tú eres el loco aquí, suéltame! –Me removía como loca debajo del. -¡Me trajiste aquí para matarme, imbécil desgraciado!

–¡Clea, cálmate!

–¡Auxilio! –Comencé a gritar, esperando que algún simpático mago llegara en mi salvación. –¡Auxilio, está intentando matarme!

–¡Cállate! –Sostuvo mis muñecas en una sola mano y con la otra me cubrió la boca. Se la lamí, para que la alejara, pero no lo hizo. –Por Mina, Clea, sí eres tú.

–¡Asj jdl shdl! ̣–Quería decirle "vete al infierno", pero no podía hablar.

–¿Por qué nos mentiste?

–¡Shs aldkd skdk dkñla! –Quería decirle "genio, no puedo responderte porque me estas cubriendo la boca", pero al parecer entendió lo que dije, porque fue quitando poco a poco su mano de mi boca.

–No grites, y no te cubriré la boca de nuevo. –Me dijo.

–Sí, soy yo, ¿Y qué? –Escupí. –Sí, al parecer tengo algunos poderes, ¿Pero que les hace crees que les ayudaré? Y bueno, además, luego de que intentaras matarme.

–Lo siento. –Se disculpó, no muy convencido. –Pero también tienes algo de culpa, ¿Por qué no dijiste nada?

–Yo tampoco lo sabía. –Dije en mi defensa. –Me acabo de dar cuenta. ¡E iba a decirles, pero a ti se te ocurrió la brillante idea de estrangularme, maldito infeliz! –Quise lanzarle una roca, así que como pude, solté una mano de su agarre y sin pensarlo, una piedra salió de la nada y cayó de lleno en la frente de Ryder, arrastrándolo al piso también. Me coloqué encima de él y sostuve sus muñecas. Como estaba algo aturdido, no tenía muchas fuerzas.

–Tú y tu padre lo pagaran muy caro. –Escupí.

**

Para cuando entré en el estudio nuevamente, con Ryder detrás de mí con un lindo moretón en el entrecejo, Marcos casi se cae de la silla.

–Clea...–Se levantó de la silla.

–Ahórrate tus palabras, viejo estúpido. –Hizo un además de mano, pero recordé las enredaderas de la pared de la habitación en la que había despertado y me las imaginé atando la manos de Marcos Se veía estupefacto y casi se cae tratando de romper las enredaderas.

–¿Pero qué es...?

–Así que simplemente matan a las personas que nos les sirven. –Ryder hizo ademán de hacer algo, pero hice aparecer un poco de fuego en mi mano y lo acerqué a su cabeza.

Se me hace más fácil controlarlo ahora que estoy enojada.

–Clea...–Murmuró Marcos. –Eres tú.

–¡Claro que soy Clea, viejo estúpido! –Chillé. –¡Tu hijo por poco me mata!

–Ryder merece un castigo por sus actos. –Farfulló Marcos, asustado. ¿Se supone que tiene miedo de mí? ¡Genial!

–No te hagas el inocente, tú lo mandaste. –Levanté mi mano y ordené a las enredaderas apretarse más. ¿Cómo explicarlo? Sentía las enredaderas como si fueran mis manos; una parte de mí.

Magos de Mina: La Piedra de Nami (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora