Capítulo 8.

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Capítulo 8

Sin pensarlo dos veces, me levanté, sobresaltando a todos.

–¿Qué sucede, Clea? –Ryder me miraba como si supiera lo que estaba por venir. Como si compartiera mi miedo.

–Hay que irnos de aquí. –Tomé mi mochila y la colgué de mi hombro.

–Espera, espera. –Jeff se levantó y colocó al manos frente a su pecho, como pidiendo que me calmara. –Dinos que pasa.

Pero ya era demasiado tarde.

Todo sucedió demasiado rápido; la explosión, todos tratando de huir, el restaurante en llamas y mis compañeros y yo cayendo de lleno en el piso por la fuerza de la explosión.

Para cuando traté de levantarme, me dolía la cabeza y casi todo mi cuerpo. Jeff se había levantado y me ayudó a ponerme de pie, lo mismo hizo Ryder con Erika. Ryder parecía más preocupado por Erika que por lo que había sucedido en el lugar.

Traté de no sentir envidia.

Detrás del humo, aparecieron mis temores; eran dos figuras altas, parecían hombres, vestían capas negras raídas, como si hubieran sido atacadas con muchos objetos filosos y debajo se distinguía el pecho desnudo lleno de cicatrices inimaginables y pantalones de camuflaje con botas militares. Para cuando se bajaron la capucha, quise decirle a Ryder que me teletransportara a mi casa.

Sus caras eran una pesadilla.

En vez de ojos, tenían cuencas vacías de las cuales salían gusanos retorciéndose. Tenían los labios llenos de heridas que supongo causaban tener unos colmillos tan grandes y filosos sobresaliendo de la boca. Lo que más me erizó la piel, fue cuando hablaron, pero sin mover los labios.

–Ha llegado, por fin. –Dijo uno de ellos. No podía distinguir cual.

–Maldición. –Maldijo Ryder, mientras sus manos se tornaban de color azul. Jeff desenvainó dos espadas de doble filo, que ni estaba enterada que tenía, mientras que los ojos morados de Erika se tornaron grises.

–Son Cazadores. –Masculló Jeff. El fuego se reflejaba en el filo de sus espadas.

–Pensé que ya no existían. –Dijo Erika, con un hilo de voz. Bueno, si ellos estaban asustados, yo estaba casi muerta de miedo.

–Mina nos desterró al olvido en lo más profundo de su dimensión. Pero ahora, hemos regresado para vengarnos de ella y para que sus descendientes sufran nuestra cólera. Pagará por haber acabado con la guerra sin que hubiera un ganador. Todo hemos regresado. –Ambos cazadores desenvainaron sendas espadas con hojas de doble filo del color de la sangre, y con un agite de brazo, una llamarada de viento verde mugriento se dispersó por todo el lugar.

–¡No respiren, es veneno! –Gritó Jeff. Imité a Ryder y a Erika que se habían cubierto con sus capas, pero Jeff no lo hizo, solo se mantuvo en guardia.

–¡Jeff....–Pero antes de que le gritara a Jeff que se cubriera también, Ryder me arrastró hasta detrás del.

–Quédate detrás de mí. –Me ordenó. Los cazadores se lanzaron al ataque. Uno de los cazadores chocó espadas con Jeff, mientras que el otro trataba de huir de las bolas de fuego azul de Ryder.

Erika me tomó del brazo. –Salgamos de aquí. –Los chicos continuaban luchando con los cazadores. A Ryder le iba bien; de sus manos salían intensas llamas azules que daban a parar en encima del cazador, que trataba de defenderse con la espada. Me pregunté cómo lograban ver.

Magos de Mina: La Piedra de Nami (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora