Capítulo 17
Me adentré en el bosque.
Era imposible correr con tacones en un camino de tierra, así que no tuve más opción que quitármelos. Las piedras se clavaban en mis pies, pero no le hacia el menor caso.
Se estaban acercando una cantidad impresionante de demonios.
Seguí corriendo mientras le rezaba a Dios que solo fuera un mal presentimiento y que yo ya estuviera loca.
Sentía el miasma más cerca de lo que quería y el olor a azufre me picaba en la nariz. No podía calcular cuántos demonios se estaban acercando, y tampoco quería saberlo.
¿Cómo lograron llegar hasta aquí tantos demonios? Se supone que el este es su territorio y no pueden alejarse demasiado de allí, ¿No? O al menos eso esperaba.
Luego de correr unos cuantos metros más, me detuve en seco. Estaba jadeando y sudaba como cerdo en un honor, pero ese no era el mayor de mis problemas.
Solo tenía a mí alrededor árboles, arbustos y miles de flores. Para ser un bosque, no se escuchaba el sonido de las aves ni nada por el estilo. Todo estaba en silencio. Solo podía escuchar al tenue viento chocando con algunas hojas.
Traté de concentrarme para poder encontrarla. Cerré mis ojos y la imaginé; a La Piedra de Nami. Aunque nunca la había visto, imaginaba su poder más o menos.
Abrí mis ojos de golpe.
La Piedra estaba cerca.
Miré el cielo; encima de mí aún seguían postrados los colores del atardecer, pero un poco más adelante, se estaba pintando de rojo.
–Eres a la última persona que esperaba ver aquí. ̣–Mi corazón casi se sale de mi pecho. Giré para ver de quien era la voz y sorpresivamente, me encontré con Alex Mir, como siempre, irritablemente guapo y un grupo de chicos con capas azul marino que lo escoltaban.
Me sonrió con esa sonrisa rompe–bragas. –Clea. ¿Qué haces aquí?
–Lo mismo debería estar preguntando yo. –Dije a la defensiva.
Alex señalo el cielo con la cabeza. Su expresión cambió de juguetona a seria.
–Es muy peligroso que estés aquí sola.
–¿También percibiste...eso? –Le pregunté. Asintió, con una expresión preocupada.
–Son demasiado y se dirigen a la capilla. –Sus ojos azabaches de repente se tornaron grises. –Haré todo lo que pueda. Tú regresa a la capilla.
–No. –Negué con la cabeza. –No voy a dejarte aquí solo. –Alex rió y señaló a sus amigos con el pulgar.
̣–No estoy solo, doncella. –En su mano derecha apareció un remolino de aire. Así que su elemento es el aire.
El cielo encima de nosotros se tornó también de color rojo. Alcé la vista y vi más de nueve horrible docenas de aves mutantes; palomas con cabezas de avestruz, águilas con el triple de su tamaño, los cuervos de ojos rojos y otras más que no quise identificar.
El suelo debajo de nuestros pies temblaba por los pasos de los demonios y las bestias que se acercaban. Corrí hasta quedar al lado de Alex. Invoqué llamas en mis manos y me coloqué en guardia.
–¿Pelearás a mi lado, doncella? –Sus ojos grises brillaban de diversión y el remolino de aire en su mano le agitaba el cabello castaño.
–Supongo que no tengo más opción. –Si iba a irme a casa, al menos lo iba a hacer después de luchar y de darle uso a mis poderes. Quizás no iba a quedarme, pero iba a hacer todo lo que podía para detener los demonios y a las bestias.
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Magos de Mina: La Piedra de Nami (Libro #1)
FantasyAsí que, tendría que enfrentar algo que estaba dentro de mí. Tenía en mi poder los cuatro elementos; fuego, agua, tierra y aire. Podía hacer explotar lo que sea, podía utilizar el agua para apagar lo que hice explotar, podía hacer creer plantas en l...