Capítulo 9.

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Capítulo 9

¿Los peores demonios de Mina? Uhg. Eso no sonaba para nada bonito.

–Pero ese el lugar indicado. –Dije con firmeza. –Lo presiento. Está cerca de ese lugar.

–Alguien pudo haberla robado. –Supuse. Todos me miraban con los ojos abiertos desmesuradamente.

–No puede ser posible. –Erika negó con la cabeza. –Ningún mago sería tan loco como para robar La Piedra

–¿Cómo rayos pueden los demonios tener La Piedra? –Soltó Jeff. –La Casa de La Unión está protegida por escudos y barreras y la sala principal, que era en donde se encontraba la piedra, tiene hechizos de protección contra demonios. ¿Cómo lograron hacerse con la piedra? y, digamos, esconderla en el este.

–¿Ni los magos más poderosos? –Pregunté. –Como...un director.

A Ryder se le incendiaron las manos.

–¿Te refieres a mi padre? –Antes de poder decirle que había entendido todo mal, se acercó a mí y tomó mi camiseta con sus puños. ̣–¿Te has vuelto loca?

–¡Ryder! –Le gritó Erika, pero Ryder hizo caso omiso. Sus ojos gris azulado estaban dilatados y llenos de ira.

–No es eso. –Traté de que me soltara, ya que casi no tocaba el piso con mis pies. –Pudo haber sido la Srta. Anna. Ella me da mala espina. –Ryder aflojó su agarre y Erika lo haló bruscamente para alejarlo de mí. Acomodé mi camiseta y la poca dignidad que me quedaba. –Solo estoy suponiendo. –Aclaré. –Yo acabo de llegar a este lugar, pero por lo que me han dicho, los directores de Las Casas son los más poderosos, ¿No? Y todos aquí fueron testigos de que no le caí muy bien a la Srta. Anna. –Me quedé en silencio un momento y luego sacudí mis manos, para restarle importancia a lo que había dicho. –Olvídenlo. Sera mejor que continuemos, ¿No? –Miré a Ryder con mala cara. Vale, había sido mi culpa, pero él no debió actuar así. –Haz una de esas lindas teletransportaciones.

Pero Ryder negó con la cabeza.

–No puedo hacer una teletransportación. ̣–Se encogió de hombros. –Se necesita mucha energía y si los demonios nos están buscando, la teletransportación sería como una bengala. Será mejor que caminemos.

Chasqueé la lengua. –¿Nadie tiene un auto?

Ryder puso los ojos en blanco.

–No hay autos aquí, Clea.

–¿Qué es un auto? –Preguntó Erika, ladeando la cabeza.

–Sí, ¿Qué es? –Preguntó Jeff también.

–Es un medio de transporte. –Les expliqué. –Funciona con gasolina y te lleva a todos lados. –Sonreí.

–Suena genial. –Concordó Erika.

Miré a Ryder.

–¿No podemos ir hasta mi casa y traer mi auto hasta acá? –Pregunté. Ryder se rascó la cabeza, confundido.

–Nunca he intentado transportar cosas tan grandes.

–¿Y cómo van ustedes hacia el este? –Les pregunté.

–Primeramente, nosotros los magos no deberíamos ir al este. –Explicó Jeff. –Hay muchos demonios en un radio de 150 km. Nos matarían en menos de lo que respiran.

–Usamos la teletransportación. –Dijo Ryder. –Pero como ya les dije, eso llamaría demasiado la atención.

–Entonces. –Tomé mi mochila y saqué las llaves de mi auto, sacudiéndolas frente a los chicos. –Es un buen momento para averiguar si puedes teletransportar un auto. –Sonreí.

Magos de Mina: La Piedra de Nami (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora