Capítulo 7.

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Capítulo 7

Bien, quizás piensen que soy una descorazonada, pero si Erika está enferma, ¿No es mejor que se quede descansando?

Jeff dijo que ya estaba recuperada. Quizás solo quieres que no vaya para pasar tiempo con Ryder. –Me susurró mi subconsciente.

En el momento en que decidí ignorar la verdad que me susurraba mi pequeña amiga, Ryder apareció caminando por el pasillo...

Junto con Erika.

Y sí que se veía bien juntos. Tanto como Brad Pitt y Angelina Jolie.

Erika le llegaba un poco por encima del hombro; y Ryder era tan...perfecto físicamente como lo era Erika, que también tenía muy buenas proporciones corporales.

–Hola, Clea. –Me saludó con una sonrisa. Intenté devolvérsela.

–Hola.

–¿Vendrás con nosotros, Erika? –Le preguntó Jeff, haciendo ojitos.

Erika me miró a mí.

–¿Puedo acompañarlos? –Preguntó. Ryder y Jeff me miraron también. Tenía tres pares de ojos mirándome.

–¿Me preguntas a mí?

Ella puso los ojos en blanco.

–Sí, tú. Tú eres la que va a dirigir la búsqueda. –Dijo, sonriendo.

–¿Yo? –Pregunté, estupefacta.

–Se supone que tú eres la que puede sentir La Piedra. –Explicó Ryder.

–Bueno...–Rasqué mi cabeza. –Por mí, genial. –Erika sonrió y miró a Ryder.

–Entonces, ¿Sólo nosotros cuatro? –Dijo Jeff, mientras contaba con los dedos de las manos.

–La Casa de Las Hermanas y el Consejo de Retirados creen conveniente enviar un pequeño grupo primero para encontrar e inspeccionar el lugar, y ver que lo que se encuentra en los alrededores. Mina es una dimensión muy grande. –Dijo Ryder.

–¿Entonces? –Pregunté. –¿Nos podemos ir?

–¿Por qué tanta prisa? –Dijo una voz a mis espaldas. Era femenina.

Volteé. Se encontraba de pie delante de mis dos personas; una mujer alta, con el cabello castaño claro y con unos ojos verdes que parecía que brillaban. Debía estar rondando los 38 años, porque no se veía ni muy joven, ni muy anciana y tenía una capa color rosa oscuro. Como si tomaras un rosa pastel y le echaras encima un marrón oscuro. Debajo de la capa vestía un vestido verde y largo, con una abertura en la pierna, que dejaba ver unas sandalias atadas con enredaderas. A su lado, se encontraba un anciano; debía tener como unos 70 años, o quizás más. Era pequeño, cabello y barbas blancos y por lo que podía visualizar, tenía los ojos del color del mar y encima de sus hombros tenía una capa azul marino. Si no veía detalladamente, parecía negra.

La mujer carraspeó para llamar mi atención.

–Esperaba algo más...–Dijo, deteniéndose, para pensar la palabra perfecta para describirme.

–Impresionante ̣–Completó el anciano. –Eres tú, joven, ¿La portadora de los cuatro elementos? ̣–Miré detrás de mí; Ryder, Erika y Jeff hacían unas leves reverencias ante la mujer y el anciano.

Magos de Mina: La Piedra de Nami (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora