Capítulo 18
Rápidamente invoqué el aire y desde lejos amortigüé su caída.
–Será mejor que nos movamos. –Dijo Erika, mientras caminaba hacia mi dirección, quitándose el velo y arremangándose el hermoso vestido blanco.
Ryder se quitó la chaqueta y aflojó su corbata. Llamaradas de fuego azul aparecieron en sus manos y yo tuve que darme cachetadas mentales para no prestar atención al hecho de que se veía guapísimo con ese aspecto de chico malo con traje de gabardina.
Clea, concéntrate en los demonios. –Regañó mi subconsciente.
Las mujeres y los niños que no eran magos fueron evacuados hacia fuera por la puerta trasera de la capilla. Solo quedaron aproximadamente 100 magos, de los aproximadamente 200 invitados que estaban presentes. Ryder se situó a mi lado y rápidamente, Erika y Jeff también estaban cerca de nosotros.
–Uno de los demonios tiene La Piedra de Nami. –Le dije a Ryder, mientras veíamos como el montón de demonios cruzaban los bosques y el enjambre de estúpidas y macabras aves mutantes para llegar a nosotros. Ryder maldijo entre dientes.
–¿Y cuál es el plan? –Preguntó Jeff. Le lancé una mirada; lo había visto desaliñado y con cabello de "recién follado", pero se había tomado la molestia de volver a su aspecto normal. Bueno, tan normal como puedes ser teniendo un ojo rojo y el otro amarillo. Pero tenía un extraño brillo en los ojos.
No tuve más tiempo para pensar en cómo los ojos asimétricos de Jeff brillaban.
También recordé que Alex estaba inconsciente al pie de las escaleras.
Los demonios pisaron la grama del camino de la capilla y todos nos introducimos en una lucha en la cual el montón de demonios y bestias nos llevaba ventaja, pero eso no nos detuvo.
Ryder me gritó cuando bajé corriendo las escaleras.
–¡Clea, ten cuidado! –Chilló, cuando un grupo de criaturas humanoides pasaban volando sobre mi cabeza cuando me agaché. Dieron vuelta y antes de pensarlo, ordené a los aires llevarlos lejos. Seguí bajando hasta al final de las escaleras hasta llegar en donde se encontraba Alex tirado. Di un grito ahogado cuando lo vi; tenía cortes profundos en sus brazos, su cara estaba arañada y magullada, su camisa estaba hecha jirones al igual que su capa azul marino y casi no respiraba.
–¿Alex? –Lo zarandeé en mis brazos, mientras le daba golpecitos en las mejillas. –Ey, tonto, ¡Respondeme! –Se me ahogó la voz. Estaba pálido y luchaba porque la idea que sus horribles heridas eran solo...horribles heridas y que no estaba tan grave. –¡Estúpido, no debiste decirme que te dejara solo, imbécil! –Cada vez lo sentía más pesado en mis brazos. ¡No podía morir! Sé que no éramos los mejores amigos, pero se había tomado la molestia de sanar mis heridas sin dejar ni una cicatriz. Y seguramente si él no hubiese llegado, yo ya sería una hermosa mancha en la tierra del bosque.
Pero levantó su mano.
Abrió sus ojos e hizo un intento de risa que salió más bien como una mueca. Posó su mano en mi mejilla y no pude evitar que se me cayeran las lágrimas.
–Eres un estúpido imprudente. –Le solté.
–¿Me...prestas un poco de energía? –Masculló, casi susurrando. –No tengo más fuerzas para luchar y no creo que puedas llevarme lejos de aquí. –Alargó pesadamente su mano y tomó la mía.
Detrás de mí, la batalla se libraba enardecidamente.
Asentí con ánimo. –Está bien. –Él apretó mi mano y en menos de parpadeo, ya no estaba.
No quise quedarme a pensar en cosas sin sentido.
Bien, todos y cada uno de los magos mantenían entretenido a un grupo de demonios. No estábamos tan en desventaja. Lo que me llevaba a mí a tener que encontrar La Piedra.
Traté de concentrarme, pero no percibía La Piedra. No pude evitar temblar. Pero volví a concentrarme, y mientras de mis manos salían abundantes chorros de agua para alejar a un grupo de gatos con orejas de perro que venían hacia mí, sentí La Piedra.
Abrí mis ojos y divisé mi entorno; Ryder luchaba a los lejos con dos espadas que no había visto nunca. Las espadas de doble filo de Jeff detenían la hoja verde y cada vez que la clavaba en un demonio, este se retorcía y se quemaba y Erika luchaba con una jabalina que no había visto anteriormente. Hasta los padres de Erika y su hermano, Marcos y la nueva directora de La Casa de Las Hermanas estaban envueltos en la batalla.
Pero una voz en mi cabeza me hizo contener la respiración.
–¿Por qué no vienes a mí? –Siseaba la voz. Era áspera como una lija y parecía multiplicada por dos. –Ven hacía mí, hija de Mina. Quiero conversar contigo.
Sin mi consentimiento, mis piernas comenzaron a moverse hacia el lugar de donde provenía. Ordené a mi extremidades que se detuvieran, pero no me hicieron caso. Los demonios pasaban por mi lado pero no parecían percatarse de que yo estaba allí.
Me adentré más al bosque.
Caminé por el camino de tierra, como si estuviera poseída por la voz. No podía ni invocar los elementos, porque sentía mis manos pesadas. En unos cuantos segundos, llegué a un círculo de tierra rodeado de árboles. De la tierra salían borbotones de un líquido espeso negro y estaba dibujado con sangre un pentagrama, de esos que salen en las películas, que se utilizan para invocar demonios. Mi piel se erizo y en ese momento, mis extremidades se conectaron con mi cerebro. Ya podía moverme a gusto.
–¿Por qué estás aquí, Clea? –Me preguntó la voz, que parecía venir del centro del pentagrama. Tuve que aparentar que no tenía miedo, aunque estaba temblando. –Tenías una hermosa vida en el mundo humano. ¿Acaso no te dijeron las consecuencias que traería volver a tu lugar de nacimiento?
–No soy hija de Mina. –Repliqué. Aunque luego me sentí estúpida porque le estaba hablando a un pedazo de tierra. –Mis padres son Julia y Carsson.
–En lo que a mí respecta, no me interesa si eres su hija o no. –La voz sonaba casi divertida. –Pero me invocaron y ahora tengo que cumplir el cometido de mi invocación. Apoyo que es por una buena causa.
No quería saber, pero tenía que preguntar. –¿Y tú quién eres?
La voz lanzó una risa estruendosa. –Soy Belial; el de las ganancias corruptas. Uno de los siente reyes del infierno y por lo tanto, posible heredero al trono. Ah, y me han invocado para matarte.
Y por si fuera poco.
ESTÁS LEYENDO
Magos de Mina: La Piedra de Nami (Libro #1)
FantasyAsí que, tendría que enfrentar algo que estaba dentro de mí. Tenía en mi poder los cuatro elementos; fuego, agua, tierra y aire. Podía hacer explotar lo que sea, podía utilizar el agua para apagar lo que hice explotar, podía hacer creer plantas en l...