Nunca conmigo

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Debo admitir que la comida también resulta de todo menos aburrida. Puede que el alcohol tenga algo que ver, pero con Helena cerca ni siquiera necesito de eso para que las ocurrencias salgan solas. Me encanta escuchar su risa y sus ingeniosas respuestas. Lía tampoco ha dejado de reír en toda la tarde con nosotros y Cailean ha participado en muchas ocasiones en nuestras bromas. Aunque no lo admita, sé que en el fondo es un loco como yo, sólo que ha sabido disimularlo mejor.

-Me meo - dice Helena levantándose a toda prisa de la mesa.

-Que fina - rio.

-Helena - Lía se pone roja. Me encanta eso de ella. Por más confianza que tenga, siempre terminará colorada por algún motivo.

-¿Qué quieres? - le saca la lengua - Si me meo, me meo. No voy a adornarlo.

Se aleja hacia la casa a toda prisa y no puedo evitar mirarle el culo. Sé que no es buena idea, que no debería hacerlo si quiero mantener las distancias con ella, y sin embargo, no aparto la vista en ningún momento. Intento convencerme a mí mismo de que mirar no me llevará a más, incluso con sus palabras todavía rondando mi cabeza. Cómo me gustaría que ganásemos los dos... esta noche.

-Acaba de romper con su novio, Keenan - me dice Lía, obligándome así a dejar de mirar a su amiga.

-Creo que voy a saludar a algunos de los primos con los que todavía no he hablado - me levanto para no tener que enfrentarme a las palabras acusatorias de Lía.

Sé que no era su intención censurarme, sólo es la preocupación por su amiga la que la ha hecho hablar, pero su advertencia me hace recapacitar. Tiene razón. Aunque se vea una mujer fuerte y decidida, Helena es muy influenciable en este momento. No me gusta que parezca que pretendo aprovecharme de la situación. Mucho menos que sea Lía quien lo crea.

En cuanto se da cuenta de cómo han sonado sus palabras, la preocupación ocupa el lugar de la censura y me detiene sujetando mi brazo y tirando de él hacia abajo para que la mire. La dejo hacer porque sé que se siente mal por ello.

-No pretendía...

-Lo sé, Lía - la interrumpo - No te tortures por ello.

Aunque los últimos años mi ritmo ha bajado considerablemente, sigo teniendo fama de mujeriego. Y lo soy, no voy a negarlo. O lo fui, antes más que ahora. Por eso mismo no me ofende que Lía haya salido en defensa de Helena. Es normal teniendo en cuenta mi historial.

-Además, me lo he ganado con creces - le guiño un ojo y le sonrío para que sepa que no estoy molesto.

-En cuanto vuelva Helena entregaremos los detalles - me recuerda cuando hago el amago de irme, intentando recuperar el buen ánimo, que por otro lado solo ella perdió - No te entretengas mucho.

-No estaré lejos, prima - al final la beso en la mejilla, porque sigue tan roja como un tomate y se ve adorable, como tantas veces se afana Cailean en decir - Siempre puedes pegarme un grito para que regrese.

Sé que no lo hará, aunque no me extrañaría que se lo pidiese a Cailean. Le guiño de nuevo un ojo y me meto entre las mesas para saludar a los que me faltan. Rehúyo la mesa de mi padre sin que se haga demasiado evidente. Hasta el momento he conseguido ignorarlo y pretendo que siga siendo así. Él no es el único que sabe jugar a eso.