Nunca conmigo

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Helena

-¿Todo bien? - me pregunta Lía en cuanto salgo de la consulta. Aunque es sábado, llamé a Juan porque me sentía un poco indispuesta. Y como es una amor, no dudó en atenderme en su casa.

Intenta sonreír pero sé que lo está pasando mal. Verla como alma en pena no me gusta nada. Intenta disimularlo pero cada día que pasa sin hablar con Cailean su ánimo decae. Y yo me siento culpable porque las tensiones entre ellos se iniciaron por mí. Poco importa que Lía lo niegue. No soy tonta, lo sé.  

A pesar de todo, agradezco tenerla aquí. Esto se me haría mucho más difícil si tuviese que pasarlo sola. Pero no quita de que necesito hacer algo para que Cailean y ella vuelvan a ser la pareja feliz que siempre han sido desde que se conocieron.

-Perfecto - le digo sujetando el carro de Evander para llevarlo yo porque Erin está colgada del brazo de su madre y no parece que vaya a soltarla en breve.

La pobre empieza a notar que algo raro pasa con su madre y está siempre pegada a ella reclamándole atención. Y con Evander tan pequeño, demandando su propio tiempo con Lía, acabará por volverse loca. Sobre todo si sigue insistiendo en cuidar de mí también. No puede seguir así, no puede con todo ella sola.

-Tienes que llamarlo - le digo en cuanto los niños están metidos en el coche, aprovechando que Erin no puede escucharme.

-No te preocupes por eso ahora, Helena. Tienes que...

-Claro que me preocupo - la interrumpo -. Por mi culpa estáis enfadados y no habéis podido solucionarlo. Me siento fatal.

-No tiene nada que ver contigo.

Pero lo tiene y ambas lo sabemos. Antes de que la separación de Kirsty los enfrentase, ya estaban tensos por mi culpa. Porque Lía me apoya en mi decisión y Cailean no está de acuerdo con ella. Y yo me siento horrible por haber provocado todo este embrollo. Sobre todo porque con cada día que pasa, me siento más insegura respecto a la elección que hice. Si al final cambio de opinión, Lía tendrá todo el derecho del mundo a odiarme.

-Vamos, Lía. Estás sufriendo por no verlo y solucionarlo y sé que él no estará mejor que tú. Si de verdad quieres que yo esté bien, llámalo y arréglalo con él. Por favor.

-Lo llamaré en cuanto lleguemos a casa - me promete, abriendo la puerta del coche. Esa es su forma de decirme sutilmente que no quiere hablar más del tema. Pero yo se lo recordaré si no hace esa llamada una vez en casa.

Lía aparca frente a mi edificio, no me ha dejado conducir desde que está conmigo aunque puedo hacerlo perfectamente, y yo le ayudo a bajar a los niños del coche. Entonces Erin grita como loca y echa a correr hacia el portal. Mi corazón amenaza con ir tras ella del susto que me da. Por un segundo creí que estábamos en la otra acera y que iba a cruzar la carretera sin mirar.

Pero el susto da paso a la sorpresa cuando veo cómo se lanza a los brazos de su padre y este la alza con una radiante sonrisa en los labios. Lía está inmóvil junto al coche, con Evander en brazos y un ligero sonrojo. Sus ojos están sospechosamente brillantes y la sonrisa lucha por salir a flote.