Nunca conmigo

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Nolan

Diez días. Llevamos escapando diez malditos días y lo peor no es que no nos hayan encontrado los nuestros todavía sino que Keenan lleva un par de ellos con fiebre alta y nada de lo que hagamos o le demos es capaz de bajársela. Estamos escondidos en las ruinas de lo que probablemente fuese una casa en algún remoto momento del pasado. Nos pareció lo suficientemente abandonada como para permanecer seguros por un tiempo, hasta que Keenan se recuperase un poco, pero de eso ya hace ya casi tres días y seguimos igual que al principio. O peor porque el riesgo de que nos descubran los malos es mayor.

En los días previos a encontrar este lugar logramos escapar de los insurgentes por muy poco en más de una ocasión y aunque no hemos visto a nadie por ahora, sabemos que pueden aparecer en cualquier momento, lo que nos deja vulnerables a un ataque si no nos movemos en seguida. Pero Keenan ha forzado demasiado la pierna y ahora está pagando las consecuencias. Necesita tiempo para recuperarse.

Ridley no está mucho mejor, a su manera. Se despertó a los dos días del accidente pero está tan desorientado que parece un muñeco sin voluntad y no es de gran ayuda. No habla con nadie y la mayoría del tiempo se queda mirando al vacío y se balancea ligeramente adelante y atrás perdido en ve a saber tú qué pensamientos. Al menos hace todo cuanto le ordenamos sin protestar. Nos preocupa que no se llegue a recuperar nunca de la lesión en la cabeza pero por ahora no podemos hacer nada más por él que tratar de mantenerlo a salvo.

-¿Cómo va? - me siento junto a Lenox, que vela el sueño intranquilo de Keenan. Hace un par de horas que logramos que se durmiese, necesita reponer fuerzas.

-Sigue sin remitir. Y este calor no ayuda precisamente. 

-Tenemos que enfriarlo a como dé lugar - asiento. Es la única forma de que se recupere lo suficiente como para reemprender la marcha.

-Tenemos que movernos y buscar la base americana. Keenan necesita medicamentos más fuertes de los que tenemos nosotros y Ridley un experto que trate de averiguar cómo ayudarle. Seguramente tenga algún coágulo que le oprime algún nervio o tenga una lesión en su cerebro a raíz del golpe o... qué sé yo. No soy un maldito médico y aquí necesitamos a uno con urgencia - Lenox suena tan desesperado como lo estoy yo. Como lo estamos todos.

-Esta noche lo sacamos fuera para que el frío le baje la fiebre - dice Randy arrimado a la ventana desde la que vigila -. Es nuestra única opción. Hay que moverse ya.

-Puede ser peor para él - digo yo dudando.

-La temperatura no es tan drástica como para que le haga daño el cambio. Y nosotros necesitamos que se recupere un poco para continuar avanzando. Llevamos tres días aquí metidos esperando a que coja fuerzas pero cada vez está más débil por la fiebre. Vamos a darle terapia de choque y va a poder seguir adelante por su propio pie - Randy habla con convicción y Lenox asiente después de pensar en ello. Yo solo quiero que mi amigo vuelva con nosotros.

-Puedo hacerlo - le escuchamos decir con voz rasposa -. Si nos quedamos más, se nos acabarán los suministros de agua y comida. No seré la causa de...