Nunca conmigo

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-Puedo explicártelo, Nolan - esto no es empezar con buen pie y mi boca se tuerce en un gesto de disgusto al ver su fría mirada sobre mí.

Puedo imaginarme lo que está pensando. Después de que su hermana y yo nos alejásemos, le juré que no volvería a tocarla. Fue muy fácil cumplir esa promesa mientras no nos vimos pero, a la primera de cambio, en la primera oportunidad que tuve de demostrarle que iba en serio, le fallé.

-Como el infierno que lo vas a hacer - da un paso hacia mí pero me mantengo firme en mi sitio. Si va a golpearme, no pienso detenerlo. Me lo merezco.

-Ni se te ocurra, Nolan - Shea se interpone entre nosotros pero la aparta de un empujón.

-Tú no te metas. Esto es entre Keenan y yo.

-No tiene nada que ver contigo, Nolan. Keenan y yo queríamos acostarnos juntos y lo hicimos. Tú no...

-Cállate, Shea - decimos los dos al mismo tiempo. Cada vez que abre la boca lo empeora.

-Vamos a tranquilizarnos - Lenox se coloca entre nosotros y nos mira alternativamente - Este no es el lugar, hay niños pequeños aquí.

Y toda mi familia también, pero no voy a decirlo. Ni siquiera voy a pensar en ellos o a mirarlos porque no quiero ver la decepción en sus rostros.

-Salgamos fuera - Nolan se gira y sale por la puerta sin esperar a ver si lo sigo. Sabe que lo haré.

-Keenan - Shea hace el intento de tocarme.

-Ni te acerques a mí - le digo - Ya has hecho suficiente por hoy.

Sé que no es culpa suya, sino mía por haberle ocultado la verdad a mi mejor amigo, pero ahora mismo me siento tan mal que no puedo lidiar con ella. De todos los momentos en que podría haberlo soltado eligió justo el peor de ellos. Delante de todos aquellos que me importan. Aunque, supongo que para mí, ninguno sería bueno por más que me haya dicho a mí mismo que algún día se lo contaría todo.

Nolan se pasea por el jardín delantero de la casa cuando salgo fuera. Sé que está cabreado, no hay que ser muy listo para verlo, y no lo culpo. Soy un maldito cabrón que se aprovechó de su hermana. Otra vez. No importa que ambos lo quisiésemos, yo le juré que no volvería a tocarla y le fallé. Ni siquiera hice el amago de resistirme.

-Estábamos muy borrachos - empiezo y me mira con rabia. Suena a excusa barata - No pretendo justificarme con eso, solo quiero contártelo tal y como sucedió.

-Adelante - dice, tenso - Te escucho.

-Fue después de nuestro encuentro con mi padre.

-Lo recuerdo - asiente. Claro que lo recuerda, imposible no hacerlo. Tuvo que sacarme a rastras de la tienda porque llegué a mi límite de tolerancia y habría hecho algo de lo que luego me arrepentiría.

-Acabábamos de llegar de aquella maldita misión de mierda de la que casi no salimos vivos y lo último que necesitaba era verlo. Creí que con el tiempo me acostumbraría a sus desplantes pero nunca lo haré. Aunque yo no le importe una mierda, es mi padre.