Nunca conmigo

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Helena

Los días pasan demasiado lentos ahora y los intentos de todos por mantenerme entretenida solo hacen que me sienta peor. Ellos no lo están pasando mejor que yo pero se desviven por mí. Todo porque estoy embarazada. Sé que necesito estar tranquila para que mi bebé crezca sano y hago todo cuanto puedo para no alterarme pero por más que llenen mis días con visitas, juegos, cine, paseos... en mi mente sigue rondando el miedo a que llamen en cualquier momento para decir que Keenan no regresará jamás.

Pero trato de mantener la calma y la sonrisa en los labios por todos. E intento tener esperanza, por él y por sus compañeros. Por mi bebé, que merece conocer a su padre. Y porque si la pierdo, estaré perdida yo también. 

No querías que nos preocupásemos por ti, Keenan, pero ya ves que nos tienes a todos en vilo. Eres irreemplazable. Regresa con nosotros.

Mi teléfono suena y veo que es Lía. Probablemente esté preocupada por mí porque me he escapado. Otra vez. Sabía que tenían planeada una salida con los niños hoy, todos en familia, y decidí marcharme antes de que llegasen. Les dejé una nota para que no se preocupasen pero sabía que no se conformarían con eso.

-Hola, Lía - la saludo nada más descolgar.

-¿Estás bien? - que no pregunte dónde estoy me alivia. Significa que no tiene intención de venir a por mí y se lo agradezco porque no iba a decírselo y acabaríamos discutiendo.

-Solo necesitaba estar sola por unas horas.

-¿Somos muy pesados? ¿Te agobiamos?

-No es eso, Lía. Agradezco todo lo que hacéis por mí pero a veces viene bien estar con uno mismo a solas.

-Nos preocupamos por ti, Helena.

-Y yo por vosotros. No estáis mejor que yo y me siento mal porque me prestéis tanta atención a mí solo porque estoy embarazada.

-Yo no me preocupo por eso. Me preocupo porque no veo en ti a mi amiga. No estás siendo tú misma estos días. Tú siempre sabes sacar algo bueno de todo o al menos consigues mantener la sonrisa incluso en los peores momentos. Una sonrisa sincera. Siempre tienes algo divertido en mente para quitarle importancia a los problemas. Helena, cuando mis padres murieron supiste arrancarme cientos de sonrisas a pesar de todo mi dolor. Odio verte tan abatida porque eres la persona más positiva y alegre que he conocido jamás.  

-Y ahora no lo soy - concluyo por ella. Sé que tiene razón pero necesitaba que alguien me lo dijese para darme cuenta.

-Ahora estás preocupada y es mi turno para hacerte reír - me dice ella.

-También tú estás preocupada - le recuerdo.

-Pues hazme reír - sonrío al escucharla decir eso. Suena tan sencillo -. Tómate el tiempo que necesites hoy para estar triste pero mañana te quiero positiva de nuevo. Quiero a mi Helena de regreso.

-La tendrás - le prometo.

-Bien. Cuando quieras volver a casa llámame. Iremos a por ti.

-Gracias, Lía. Sabes que te quiero, ¿verdad?