♡ e p í l o g o ♡

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—Me casaré con Ciel, mamá —informó Sebastian.

Aquella era la principal razón de su viaje hasta ahí; su madre debía saber... A pesar de que nunca aceptó su relación con Ciel.

Si bien había perdido la comunicación con su madre hace tiempo, solía llamarla de vez en cuando y a veces la visitaba. Claro que le molestaba no poder llevar a la persona que amaba, pero no había nada más que hacer. No podía cambiar la postura de su madre, sin importar cuántas veces le dijera lo feliz que se encontraba.

A pesar de la ofensa que todo eso pudiera provocar en él y lo mucho que detestaba el hecho de que lastimara a su pareja, era su único hijo y no era una persona malvada como para abandonarla. Ella seguía siendo su figura maternal, quien lo crió y le dio todas las posibilidades para llegar a ser lo que es... Y, de algún modo, estaba agradeciendo todo eso; sin olvidar su más grande fallo.

—Ya veo... —murmuró ella, en respuesta a lo que llevaba esperando por un tiempo—. Me preguntaba cuándo llegaría este día... —Suspiró.

—Como siempre he dicho: no espero que lo entiendas... A esta altura, ya no. Sólo espero que lo aceptes y quería que supieras que soy muy feliz.

—Me alegra que seas feliz, hijo —admitió entonces—. He aceptado que Ciel es a quien amas, sin embargo no es más que aceptación. No quiero conocer quién es... y tampoco iré a tu boda —aclaró, antes de agregar fríamente—: Sólo me alegro por ti.

Sebastian cerró sus ojos por un momento, asintiendo suavemente con la cabeza. Sabía perfectamente que no conseguiría más que eso.

—Gracias, mamá. —Una de sus manos tomaron la de su madre, para plasmar un ósculo en ella. Al levantarse, la soltó con delicadeza y volvió a tomar la palabra—: Aunque me encantaría que lo comprendas algún día.

Tras pronunciar aquellas palabras, no quiso escuchar nada más. ¿Para qué? Nada cambiaría en ese punto.

Debía concentrarse en lo bueno de su vida: ¡Se casaría con su gran amor! Y esa era suficiente razón para dejar de lado la negación de su madre... y las preguntas respecto a qué hubiese sido si su padre seguiría con ellos.

En fin. De nada valía preocuparse por cosas superfluas, que no aportaban más que malestar a su situación. Por eso decidió despejarse al colocar música en camino a la tienda de trajes, donde debería arreglar los últimos detalles del que usaría en su gran día.

Al llegar se encontró con el padrino de bodas; Alois. Él era el mejor amigo de su prometido, pero actualmente lo consideraban familia y ayudaba a ambos con todos los detalles. Quería que todo estuviera perfecto.

—Sólo quedaba arreglar las mangas del traje y algunos detalles del pantalón, pero ya está listo —dijo el rubio, a medida que se acercaban al vestidor—. Así que, creo que deberías probártelo para terminar con esto.

Sebastian estuvo de acuerdo, por lo cual accedió a probarse el traje negro. Al corroborar que estaba perfecto, recibir halagos y jurar no engordar en los próximos quince días, pudieron irse de ahí. Un problema y estrés menos.

Seguía encontrarse con Ciel, quien estaba en un local no muy lejos de ahí, pagando la última cuota de los souvenirs con su madre.

Una vez allí, recibió un beso en los labios por parte de su amante y un abrazo por parte de la madre de este.

—¡Estoy tan feliz por ustedes dos! —mencionó Rachel por enésima vez en el día.

—Basta, mamá. Pareces incluso más emocionado que yo —comentó Ciel, casi que regañándola.

G(IRL)AMES ✧ sebacielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora