♡ o c h o ♡

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—Adiós, Ciel —se despidió el azabache.

—Hasta el lunes, Sebastian.

Media hora y una candente sesión de besos fue lo que pasó, antes de que fueran capaces de pronunciar aquellas palabras. Por más que no quisieran despedirse, y permanecer besándose en el auto estacionado por mucho tiempo más. 

Ciel acertó la llave de su casa luego de tres intentos, debido a que sus manos aún temblaban de la emoción y su respiración seguía levemente agitada por la anterior actividad. 

Al entrar, lo primero que hizo fue dejar su ropa empapada en la lavandería. Seguido a eso, subió con sumo cuidado las escaleras, no quería que el rechinido que ocasionaban éstas terminaran por despertar a sus padres; eso desataría una oleada de preguntas que no planeaba responder ahora. Estaba agotado. 

Con un gran suspiro, abrió sigilosamente la puerta de su habitación y la cerró de la misma forma. Y, si por él hubiera sido, estaría desparramado en las finas sábanas rosadas de su cama. En cambio, lo que vio —luego de prender las luces— sobre ella casi lo mata del susto, por la sorpresa que le causó. 

Alois estaba sentado sobre su colchón, sonriendo de una manera indescriptible. Bueno, quizás podía adivinar qué reflejaba aquella mueca y sus ojos celestes: total perversión. 

A su vez, llegaba a hacerle algo de gracia. La circunstancia actual parecía una similar a la de una escena de película clásica. 

—Oh, veo que te divertiste —comentó con sorna, recorriendo con una socarrona sonrisa a su mejor amigo, quien aún prevalecía con la única prenda de ropa que le dio Sebastian tiempo atrás. 

—¿Qué haces aquí? —indagó, reaccionando segundos después, para desmentir la situación que el rubio mal pensó —. ¡N-No es lo que piensas! 

—Decidí esperarte, para que me hagas saber las novedades —respondió con simpleza—. Si no es lo que pienso, entonces cuéntame que pasó. 

El ojizarco asintió frenéticamente, esbozando una sonrisa de adolescente enamorado que no podía disfrazar y que, claramente, no pasó desapercibida por su amigo que esperaba con ansias a saber cómo estuvo la cita. 

Como era de esperarse, se enteró de absolutamente todo lo que pasó con lujo de detalles. Desde que subieron al auto, cada una de las canciones que cantaron camino al lugar, cómo iba vestido Sebastian, el beso que se dieron y la gran confesión. Además, como bono extra, pudo contemplar las expresiones y gritos ahogados por parte de Ciel, aunque este tratara de calmarse y disimularlo con esa jactancia tan característica de él. 

Recalcando lo genial que fue cada momento, también le enseñó todas las hermosas fotos que tomó con su celular. Por más que estuvieran borrosas. Incluso, colocó la que Alois consideraba "la más linda de todas" como fondo de pantalla. 

El de cabello claro no podría estar más feliz por que su amigo también lo estuviera, y prácticamente no se molestara en fingir que eso no era así. Estaba orgulloso de él, de sus encantos y su forma de ser tan auténtica, tanto que no olvidó recordárselo. 

Finalizada la historia, ambos decidieron que lo mejor era dormir. Pero, Ciel no era capaz de cerrar un ojo. No cuando su cabeza repetía una y otra vez su primer beso, el momento en que Sebastian le dijo que le gustaba, todas las palabras lindas que le dedicó y los cálidos abrazos que le brindó. Y no podía evitar sonreír como un idiota, ruborizarse al acordarse de las traviesas manos de Sebastian recorriendo con suavidad sus piernas, para después mencionar lo bonitas que eran. 

No dejó de sentirse estúpido y avergonzado, hasta que un texto llegó a su casilla de mensajes en WhatsApp. Abrió el primer chat, sintiéndose completamente desconcertado. 

[01:13] ♡Sebastian♡: Ciel, ¿podrías dejarme dormir?

[01:14] Ciel✨: ¿Qué? ¿De qué hablas? Ni siquiera te estoy hablando, idiota.

[01:14] ♡Sebastian♡: Lo sé, aún así no me dejas dormir. 

[01:15] Ciel✨: Explícame el porqué, Sebastian. 

[01:16] ♡Sebastian♡: Porque no puedo dejar de pensar en ti. 

Al leer aquello, Ciel atinó a lanzar su celular lugar lejano de su gran cama y esconder su rostro sonrojado en la suave almohada. ¿Por qué Sebastian le decía cosas tan vergonzosas como esas? 

Una vez que el calor bajó de sus mejillas, observó por el rabillo del ojo la pantalla de su celular, la cual se encendió por la llegada de una notificación. Sin poder resistirse a la tentación, lo tomó y tecleó rápidamente un mensaje, antes de bloquearlo nuevamente. 

[01:21] ♡Sebastian♡: Buenas noches, te quiero. 

[01:23] Ciel✨: Idiota. 

Sebastian no pudo evitar sonreír, sabiendo que esa era la única respuesta que conseguiría por parte de Ciel. 

De esta forma, los dos chicos se durmieron. Uno con el color rojo en sus pálidas mejillas, y otro con una extraña sensación de calidez en el pecho. Pero, ambos con un par de sonrisas en sus rostros. 

G(IRL)AMES ✧ sebacielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora