II

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La noche más larga.


Después de una comida llena de recuerdos amenos y algunos tragos de whisky, el cual aparentemente era el favorito de ambos, los presentes reían con fuerza, la incomodidad de Leah había pasado hace ya unas 2 horas y Madara finalmente se había relajado lo suficiente como para disfrutar el momento y no demostrar lo muy descolocado que se sentía después de ver a su Ex novia en un lugar tan remoto como aquel hotel de Nueva York.

―Aún recuerdo que tu madre me amaba, han pasado los años ¿Crees que aun se mantenga así? ―Preguntó Madara, tomando lo último que le quedaba de su escocés.

―¿Estás jugando? Ella pregunta por ti, cada navidad, antes del pastel para saber si guardarte. ―Leah rio, alzando su mano para pedir otro trago.

―Aun recuerdo su delicioso pastel, deberías decirle que este año regreso, para que me guarde.

El semblante de la chica cambio por completo, y su mano cayó rápidamente antes de llamar la atención de algún mesero. Un vago recuerdo de hace 8 años con aquel hombre abordó su mente, recordando las ultimas palabras que había escuchado de él. Ahora se notaba seria y pensativa, cosa que llamo la atención de Madara enseguida.

―¿Qué ocurre...?

―Es indefinido. ―Interrumpió Leah, mirando directamente hasta la mesa.― Eso fue lo último que escuche salir de tu boca antes de que te fueras.

Las cosas nuevamente se habían tensado.

―Bueno, eh... ¿No te parece que 8 años fueron suficiente? ―Madara lucia confundido, esa no era la reacción que él esperaba.

―¡Me parece que 8 años es muchísimo menos de lo que dijiste que podría ser! ―Exaltada, la de cabellos negros, lo miró ahora directamente a los ojos, ella los tenía repletos de lagrimas, su corazón quería explotar.

―Leah, vamos a mi habitación, hablemos a solas, por favor. ―Ahora el de oscura mirada se levantó de su lugar hasta dirigirse al de ella, en un débil intento por abrazarla.

Pero ella, apartó de un movimiento las intenciones de su acompañante, ya se encontraba ebria al igual que él, aunque bien Madara siempre ha tenido más tolerancia al alcohol que Leah, podía cuidar de ambos, o eso esperaba.

―Iré contigo. ―Habló, señalando su pecho.― Pero, debes prometer algo.

Madara inmediatamente asintió muchas veces, ocasionando una leve jaqueca que lo hizo tomar su cabeza. Leah rio ante esto.

―Tonto. ―Con su mano dio un suave golpe en su frente, encontrando su derribada mirada en lagrimas con la de él. Madara podía sentir su aliento demasiado cerca, tan sólo debía moverse 2 centímetros para que aquello en lo que había soñado todas las noches durante 8 años sucediera.

―Dime... ―Murmuró, intentando acortar aquella distancia lo más lento que podía, quería, no, necesitaba que ese momento ocurriera.― Puedo prometer lo que tu me pidas...

―¿Podrías... responderme con sinceridad? ―Su voz sonaba adormilada, sedada por el whisky, Leah no notaba lo cerca que se encontraban, para esto, Madara se había hincado frente a su silla.

―Claro. ―Madara después de mucho tiempo se sentía tan nervioso que ahora sus manos sudaban, estas se encontraban en la cintura de una muy borracha Leah.

―¿Por qué... te fuiste? ―Ahora su tono de voz era muy suave con un toque de tristeza.

El de ojos negros detuvo su lento movimiento hasta los labios de la chica, la observó detenidamente, su mirada no podía transmitir mas tristeza, las lagrimas al final se habían desbordado de sus ojos, arruinando el maquillaje que traía y manchando su piel. Madara tomó una servilleta de la mesa, alejándose de su rostro, se odiaba en ese momento, estaba tan cerca, pero ella tan borracha, no era correcto. Con la servilleta en mano, se dispuso a limpiar el rostro de Leah delicadamente, al finalizar depositó un pequeño y suave beso en su mejilla derecha.

―Subamos y hablemos.

...

―¿Estás en una suite? ―Preguntó Leah, mirando la enorme habitación de vista preciosa donde se encontraba.

El lugar se encontraba repartido en 2 espacios, una estancia no tan pequeña con un enorme ventanal cóncavo y un gran sofá de la misma forma con vista a esta, del otro lado la habitación con una cama king size y un espacio de minibar.

―¿Te parece mucho? ―Madara dejó suavemente a la de cabellos negros sobre el sofá, para después llegar al minibar y servir un poco más de whisky para él.

―Espero ese sea el mío...

El de obscura mirada rio, negando con la cabeza, tomo otra copa y sirvió en menor cantidad.

―Si no me sirves mas me voy y perfectamente podría dormir en una banca para como me siento ahora. ―Amenazó Leah, señalando de forma débil a Madara.

―Ten. ―Extendió hasta ella el escocés frío y se sentó junto a ella.

En este punto Madara finalmente ya se sentía lo suficientemente borracho para disfrutarlo, aun emocionado por la presencia de Leah y cómodo, sentado a su lado.

―Bien, ya estamos aquí, ¿Qué querías preguntarme?

Leah suspiro y se incorporo en el sofá, tomando un poco del whisky que tenía en mano, se giró hasta Madara, observando a este recostado junto con ella, con una mirada un tanto perdida y una ligera pero hermosa sonrisa.

―¿Por qué te fuiste así? ―Leah ahora lucia mas relajada, a diferencia del momento en el restaurante, estaba guardando sus emociones.

―Estamos demasiado borrachos para tener esta conversación. ―Madara empujó suavemente la frente de Leah con uno de sus dedos, para después pasar este por su mejilla.

―Creo que al final tienes razón. ―Dijo la de cabellos oscuros para después darle un sorbo a su escocés y recargase en el hombro de él.

Por una obvia razón el estado de ebriedad de ambos evitaba que fuesen tan tímidos como lo demostraban al inicio. Madara sentía como su corazón latía rápidamente de tan sólo tenerla cerca, quería acercarse a ella, quería besarla y no soltarla. Por otro lado Leah sólo podía pensar en que estar ahí había sido un error, uno en el que no pensó al sentirse tan embelasada por la presencia de Madara, había llegado demasiado lejos.

―Leah...

―¿Mhm?

Madara en un suave movimiento, se acercó al rostro confundido y rojo de Leah, quien tan sólo se limitaba a mirarlo espero a ver lo que ella pensaba que quizás haría. Con una de sus manos acomodó uno de los cortos mechones de cabello de la chica, acariciando su rostro en el proceso, él la miraba atentamente, recorriendo cada facción, cada centímetro de piel, quería grabarlo en su mente para siempre. Con lentitud acercó su rostro hasta el de ella, sintiendo nuevamente el aliento cálido de la chica sobre sus labios, él estaba dispuesto a continuar y ella, por alguna razón no tenía intenciones de moverse.

―¿Puedo...?

―¿Puedes...?

―¿Debo decirlo?

―Si no lo haces, no sabré que es lo que quieres.

Madara juntó sus frentes, cerrando los ojos y disfrutando el contacto, todo lo que en algún momento preocupó a alguno de los dos despareció en cuestión de segundos, ahora mismo sólo existían ellos dos.

―¿Puedo besarte?

―Yo...

El incesante sonido del celular de Leah llenó la estancia, un golpe de realidad la desconcertó, rápidamente se levantó de aquel sofá y camino hasta su la barra del minibar donde se encontraba su celular y con una mirada de culpabilidad tomó el teléfono entre sus manos viendo quien la llamaba a esa hora. Este en letras blancas y grandes decía con precisión: Tobirama.

―Mierda... ―Murmuró indecisa.

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Thx.





Némesis | Madara Uchiha | Tobirama Senju |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora