XVI

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Secretos.


Con los nervios de punta y muchísimas carpetas entre sus brazos y un café caliente a nada de caerse, Leah esperaba el ascensor con impaciencia, el edificio era gigantesco y lleno de gente de un lado para otro, el ambiente en la compañía de los Uchiha era muy diferente al de su familia, todo era frío y rápido.

―Mierda... ―Murmuró, viendo la hora en su reloj, iba con un atraso de 10 minutos, su hermano la mataría.

La noche anterior no había dormido en lo absoluto, su cabello apenas se encontraba peinado y sólo había pasado a su casa para cambiarse, nada le había salido como esperaba.

―¿Señorita Leah? 

Sasaki volteó reconociendo esa voz al instante, Emiko se encontraba detrás de ella cargando con una charola de cartón llena de vasos con café, vestía una falda negra y ceñida, una blusa azul celeste con tacones de 10 cm, lucía limpia, fresca y perfecta. Leah se odió por un momento.

―¡Gracias a dios! ―Exclamó la más baja, extendiéndole la montaña de carpetas a rubia confundida.― Tómalo, no puedo sostenerlo.

Emiko asintió aun confundida, tomando todos los documentos con los que Leah cargaba, esta le intercambió todo por la charola de café que traía. El ascensor finalmente llegó. Ambas ingresaron a este en silencio.

―Me alegra no ser la única en llegar tarde. ―Habló Emiko con una sonrisa.

Maldita sea, esa perra brilla. Pensó Leah, a dos pasos del colapso.

―Si, mucho trabajo ¿No? ―Dijo Leah, intentando imitar a la rubia.

―¡No me digas! Madara-sama me está explotando últimamente...

La piel de la más baja se erizó, pensando en los ojos del mencionado. Últimamente su rutina era pensar en él, al menos 4 veces al día sin poder evitarlo, siempre había algo que le recordaba su rostro.

Los desde el momento en que volvió a verlo en aquel hotel las cosas en su mente habían cambiado, sus planes a futuro se vieron afectados después de ello, pues, el más mínimo roce con el Uchiha la enloquecía, los vagos recuerdos la consumían junto al que más la había confundido; la noche en el jardín del evento de navidad.

―¿Leah, estás bien?

―¡Si! ¿Por qué? ―Preguntó ida.

―Tu rostro está muy rojo.

Al percatarse no pudo evitar tocar su rostro, sintiendo la calidez de este, era inevitable.

―Entonces... ―Habló buscando cambiar de tema.― ¿Aun trabajas para él?

―Siempre he trabajado con él. ―Respondió confundida.

―Creí que ahora trabajabas para los Senju. 

Te la pasas todo el día con mi prometido. Pensó Leah.

―No. ―Negó levemente con la cabeza.― Trabajo para los Uchiha pero Madara-sama quería estar al tanto de todos los eventos próximos, ya sabes, por su regreso.

No negaba que ello la molestaba, a ojos de Leah, Emiko interfería en más cosas de las que le gustaría, pero saber que Madara era su jefe directo la tranquilizaba, eso le permitía pedirle un favor.

―Entiendo.

El ascensor abrió sus puertas hasta ella, en el último nivel de la torre, ambas salieron de este mientras Emiko lidiaba con las pesadas cosas de Leah, esta llevaba el café tranquilamente. En un intento de no ser demasiado ruda, la más baja le abrió la puerta de cristal a la rubia, cediendo el paso.

Némesis | Madara Uchiha | Tobirama Senju |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora