Capítulo 1

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Mi nombre es Harry y nací en Estados Unidos. A ojos de la gente yo era un niño normal con una familia normal y con una vida normal, pero no era así, la realidad era muy distinta.

Cada día cuando yo era pequeño mi papá siempre llegaba borracho y sus gritos me despertaban, entonces, yo me escondía detrás de la puerta del comedor y podía observar cómo le daba una paliza a mi mamá. Al día siguiente ella me decía que se había golpeado en el baño, o algo por el estilo, pero lo peor estaba por llegar y fue al empezar mi adolescencia. Mi padre seguía llegando borracho y le seguía pegando a mi madre pero la cosa se volvió mucho más grave ya que mi padre entraba a mi habitación y abusaba sexualmente de mí, mi madre estaba al corriente de todo ya que aunque nunca se lo dije directamente podía escuchar perfectamente mis gritos desesperados por intentar quitármelo de encima.

Después de un tiempo en esta desesperada situación empecé a bajar notablemente mis notas, por lo que un día mi profesor llamó a mi mamá. Ese mismo día, al llegar a casa mi madre me explicó que mi profesor la había llamado y seguidamente me dio una bofetada, me dijo que no tenía excusa para bajar mis notas, que me estaba metido en malas compañías, que me estaba metiendo en las drogas, etc. Y todo eso cuando el problema estaba delante de sus narices y ella se negaba a aceptarlo. Y así mismo se lo dije pero ella se limitó a decirme que el problema lo tenía yo, que era un vago y no quería estudiar.

Y mientras tanto los abusos siguieron y lo inevitable pasó, cuando tenía 15 años (hace dos años que mi padre abusaba de mí) empecé a tener síntomas, estaba muy asustado, así que se lo dije a mi madre, ella también muy asustada me llevo al médico para que me hicieran un análisis y efectivamente, tenía una E.T.S (enfermedad de transmisión sexual). Mis padres me ayudaron y me curé, y a partir de entonces los abusos por parte de mi papá terminaron y simplemente nos ignorábamos mutuamente pero fue mi madre quien empezó a tratarme mal, me pegaba, insultaba y me encerraba por largas horas en mi cuarto, era como si le diera rabia que mi padre me hubiera preferido a mí antes que a ella.

Desde entonces mi madre sólo me dejaba ir de casa al colegio y del colegio a casa, por lo tanto todas las tardes y el fin de semana me lo pasaba en casa sin ni siquiera salir a comprar el pan. En ese entonces yo estaba cursando cuarto año de bachillerato, tenía 15 años apunto de cumplir los 16 y por fin tuve mi primera alegría. A mitad del año escolar se incorporó un alumno nuevo a clases, por lo visto sus padres se habían mudado y se habían visto obligados a cambiar a su hijo de instituto. La verdad es que al principio ni me fijé en él, sinceramente mi opinión sobre la gente no solía ser muy buena, quizás eso era debido a la mala experiencia que estaba obligado a vivir en casa, eso me hacía pensar que todas las personas eran como mis padres y no quería saber nada de nadie. No obstante me llevaba bien con todo el mundo, tanto con mis compañeros como con los profesores pero nada iba mas allá del simple compañerismo ya que debido a mis padres tampoco podía mantener una amistad con nadie, pues nunca salía de casa mas que para ir al instituto.

Mi primer contacto con el chico comenzó un día normal y corriente. Estábamos a mediados de abril, el chico que se llamaba Sebastián llevaba un mes en nuestra clase. Ese día al salir de clases estaba lloviendo y por buena o por mala suerte había dejado el paraguas. Caminé resignado a mojarme hacia la calle cuando de repente escuché una voz que me decía:

???:

- ¡Harry, espera!

Era Sebastián, el chico nuevo, yo con el mal humor que llevaba pensé:

Harry en su mente:

- ¿Qué quiere este pesado?

Y dije:

Harry extrañado:

- ¿Qué pasa?

Sebastián algo nervioso:

- Bueno... está lloviendo y veo que no llevas paraguas, yo tengo capucha en mi chaqueta así que si quieres te puedo prestar mi paraguas.

Harry sonrojado:

- ¿En serio?

Sebastián sonriente:

- ¡Claro! Sé que tú y yo no hablamos mucho pero pareces buena persona y no me gustaría que llegues a tu casa empapado.

Me quedé petrificado, nunca nadie había hecho un gesto tan bonito como ese, me sonrojé, le di las gracias y me fui. Pero la verdad es que no dejé de pensar en él en toda la noche.

Al día siguiente, en clase le devolví el paraguas y le di las gracias nuevamente. A partir de ese día mis pensamientos iban dirigidos a él las 24 horas del día. No obstante, sólo hablábamos cosas concretas de clases y muy poco, pues a mí me daba mucha vergüenza y él no parecía tener mucho interés, parece que el gesto que tuvo fue más porque era buena persona e igual que conmigo lo hubiese hecho con cualquiera otra persona y no porque yo le agradara. Aunque yo no era capaz de dirigirle la palabra desde ese día empecé a acosarlo y stalkearlo. Más adelante, cuando terminaban las clases, empecé a seguirlo para ver dónde vivía y qué hacía. Y aunque yo era feliz así, mis padres empezaron a enfadarse mucho por el hecho de llegar tarde a casa ya que sólo me tenían permitido ir de casa al instituto y viceversa, y el hecho de seguir a Sebastián hacía que me retrasara bastante. Tanto fue el enfado que me dijeron que cuando acabe la enseñanza obligatoria me despuntarían del instituto, eso significaba dejar de ver a Sebastián pues yo sabía que él tenía pensado hacer bachillerato allí.

Eso era algo que yo no podía permitir por lo que empecé a tramar un plan. La verdad es que estaba desesperado y no sabía qué hacer, el hecho de saber que dejaría de ver a Sebastián me quitaba hasta las ganas de vivir. En ese entonces yo ya tenía un cajón entero sólo con poemas, canciones y piropos dirigidos hacia él. Pero lo peor vino un día que mi madre entró a mi habitación, abrió el cajón y vio todo.

Una Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora