CAPÍTULO 22

228 6 0
                                    

Estoy en un habitación donde hay más niños y todos tienen casi los mismos síntomas, según explicó el médico, es de tipo vírico de ahí la fiebre que va a estar un rato para controlar que con la fiebre no tenga convulsiones, miro por el pasillo y veo al mismísimo diablo, mi marido entra con la camisa abierta, parece desgarrada y sus ojos inyectados en sangre, me mira y no me habla va hacia mí niño se lo acurruca en sus brazos.
Al rato solo me mira y me advierte, —si a mi hijo le vuelve a pasar algo y tú por muy enfadada que estés, me lo escondes juro por mi hermano que te mato con mis propias manos—.

La bilis sube por mi garganta mis piernas tiemblan jamás me había hablado en ese tono y con su mirada tan fría.
Su teléfono suena en su bolsillo, habla muy bajito y no se oye nada.
Me mira suelta al niño en una camita se acerca lentamente y pone su frente en la mía.

—No sabes cómo me sentí cuando no volviste del baño. Y Judit me comentó lo que viste, tan poco te fías de mí que piensas que después de todo lo que he hecho por ti me voy a ir con la primera que me ponga ojitos—.
Intento hablar pero pone un dedo en mis labios y me calla.
—Sí, sé que viste que estaba encima pero yo la rechacé y ella lo entendió. Me tomo unos tragos en el bar para calmarme porque me defraudaste ¡si Noé¡ y cuál es mi sorpresa que te marchas en un taxi con el niño. Ni siquiera me buscas y te vas con mi hijo enfermo. Te juro que me dieron ganas de ahogarte menos mal que sabía dónde estabas pero claro la señora no piensa nada más que en ella fueron los veinte minutos del trayecto más largo de mi vida y encima en recepción otros veinte minutos hasta que averiguaron donde estabas y quién era el enfermo, no te mides Noé. Hoy estuve en el infierno buscándote sin saber que pasaba y tú estarás tan orgullosa de que no te hice falta para nada. ¡Pues escúchame bien¡ tú me haces falta hasta para respirar tú y este niño sois mi vida, yo no podría vivir sin vosotros. — Se pone de rodillas y agacha la cabeza lo siento llorar y me derrumbo a su lado.
—Cariño no fue así te lo juro, no pensé, si me fui enfadada del restaurante pero no porque desconfiara de ti si no porque no quería hacer una escena delante de toda esa gente, al subir y ver que nuestro pequeño tenía fiebre no pensé pedí un médico y me dijeron que lo más rápido era llevarlo al hospital y lo hice todo mecánicamente—.
Nos quedamos en esa posición bastante rato hasta que vemos la puerta moverse y es un médico que viene a darnos el alta. Me aconseja unas pautas y nos vamos.
El habla por teléfono y en la puerta está el coche esperándonos, yo pienso que volvemos al hotel ya casi está amaneciendo, cual es mi sorpresa cuando estamos en el aeropuerto y por las órdenes que da Iván todo está preparado ( pero cuando recogió todo del hotel). Yo como él está todavía muy enfadado mejor guardar silencio hoy desde luego vi lo peor de él.
Me quita al niño de los brazos y empieza a jugar pero como el niño sigue molesto, llora con facilidad, no quiero intervenir pero ya me está cansando así que me lo llevo al cuarto y nos quedamos dormidos en dos minutos. No sé cuánto tiempo habrá transcurrido cuando unos fuertes brazos me aprisionan y me dejan sin aliento en dos movimientos me quita la chaqueta y abre mi camisa miro para ver dónde está mi niño y como me conoce también me señala una cunita que antes no estaba, y ahora sí, me uno a mi marido con todo mi ser, me entrego a él como si no hubiera un mañana, con hambre de hombre, como jamás imaginé podría amar a una persona, lo devore centímetro a centímetro si alguien me hubiera dicho que me volvería una mujer tan ardiente por un hombre lo hubiera negado. Mi hombre, mi marido, jamás tuvimos esa conexión antes, si tuviera que poner nota esta sería de 100 sobre 10. Estamos sumidos en una burbuja cuando me doy cuenta que llevamos mucho tiempo volando y algo más porque no se escucha el ruido de los motores. Pongo cara de póquer y él mientras me mira y sonríe.

—Llegamos antes de que mi bella bruja se despertara pero se te veía tan comestible que no me pude reprimir de hincar te el diente, y para una vez que nos ponen un avión privado abría que aprovechar. "Venga levanta y vámonos". —

Me visto corriendo, Iván prepara a Yuri y en 10 minutos bajamos del avión. Un coche nos espera, desde el aeropuerto de Barajas a la villa no hay más de cuarenta minutos pero hoy al ser viernes está todo colapsado y nos cuesta horrores llegar, cuando entro en el salón me sorprendo de ver que todo está igual que cuando me marche tanto meses atrás. Pero ahora no hay nada más que dos guardias, y las cámaras de vigilancia también se han reducido a menos de la mitad, todo el servicio se fue, ahora me comenta que una vez a la semana viene a limpiar una empresa que contrató. Iván me deja sola y va a ver que quieren sus jefes con tanta urgencia.

Tantos recuerdos, buenos y malos todavía me acuerdo y sueño con esa víbora. Y me pongo a gritar como una loca ¡Iván, Iván, Iván¡ Corre con una arma en la mano ¡que pasa¡ Mira por todos lados y ahora a mí me da un ataque de risa. Con su cara de perdonavidas me mira y dice —tú estás loca o has tomado algo, no es normal, porque gritas como una loca y ahora te mueres de risa—.

—Sabes que me di cuenta que tú me has deshonrando y eso es lo peor para los gitanos, lo que no se es como mi hermano y mi padre no te han arrancado la piel a tiras y empiezo a carcajearme otra vez—.

—Definitivamente tú estás loca, cuando te he deshonrado yo—.

Todavía con la risa que no me deja hablar, le contesto; —llevamos un mes viviendo en pecado—, su cara se pone blanca y dice, — Me fuiste infiel cuando estuvimos separados y esperas ahora a decírmelo— eso me hace reír más y no puedo ni contestarle, su cara cambia de blanca a roja y sus puños se aprietan en sus costados, su cuerpo se tensa y eso hace que yo también me relaje y le pueda decir lo tonto que es.

—No idiota, yo jamás me acerque a ningún hombre.

—Entonces a que viene esos gritos y eso de que te he deshonrado, y para de reírte o juro por dios que puedo hacer algo de lo que luego me voy a arrepentir—.

Me acerco a él, le beso los labios como sé que le gusta, lentamente y cuando ya está bien encendido me separo y le digo — ¡estoy besando a alguien que no es mi marido¡

—¡Queee¡. — Veo la desesperación en sus gestos se va a arrancar mechones de pelo.

—Habla Noé o te juro que no sé lo que puedo llegar hacer—.

—Te acuerdas cuando mandaste a la bruja, para que firmara los papeles del divorcio, pues los firme.

Ahora, es el quien ríe a carcajadas, me coge en brazos y empieza a darme vueltas. Ahora el loco es él, —Todo eso era un paripé para que la loca pensara que lo abandonaba todo por ella—.

EL RUSO Y LA GITANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora