CAPITULO 27

262 12 3
                                    

Han pasado 15 días el pequeño Iván es todo lo contrario a su hermano no hace nada más que llorar y el grande está insoportable desde la noche del hospital que me contó todo y le dije que estaba harta de sus ausencias qué comprendo que necesite acción en su vida pero que yo iba a necesitar un corazón nuevo antes de los treinta, el señor me acuso de egoísta, Jurgem va a la guardería por primera vez y su papa también se lo perdió. Bueno para ser honestos yo tampoco se lo recordé y ahora me arrepiento. Iván es un hombre de rutinas si no trabaja como ahora se levanta temprano y hace deporte, si llueve se encierra en el gimnasio pero si los días son claros como hoy le gusta salir al aíre libre siempre dice que no sabe cómo su hermano puede vivir en ese ático sin aire libre para respirar.

Le digo adiós a mi pequeñajo que casi ni a llorado y salgo del edificio principal, hay mucho revuelo de padres entrando y saliendo y casi no me doy cuenta que en la entrada hay un policía multando mi coche cuando llego a la entrada y le argumento que porque me multa si no he cometido ninguna infracción el agente un niñato que será más o menos de mi edad se pone chulito y empieza a amenazarme diciendo que como siga me va a poner una denuncia por obstrucción y alteración del orden público. Yo flipo en colores no sé si es por la pena de dejar a mi peque o la situación que me pongo a llorar como una magdalena pero el pitufo me pide de muy malas maneras la documentación del vehículo cuando se la doy, noto como se tensa y su cara cambia ya no tiene esa risilla de suficiencia, y con una voz mucho más suave y educada me dice que de quien es el coche —De quien va a ser pues mío—.

Perdone señora pero el nombre que figura aquí no es de mujer. —Claro por qué está a nombre de mi marido—. Y es ahí cuando se va poniendo azul, creo que es de aguantar la respiración y encima para rematar la faena suena el ruido de una moto que conozco muy bien.

Iván baja de la moto con su ropa de hacer ejercicio eso quiere decir que llego a casa y se enteró de donde estaba por la cara que ha puesto no soy su persona favorita en este momento.

—Algún problema agente—.

—No señor ninguno, solo estaba hablando con su esposa—.

—Entonces porque tiene la documentación de mi vehículo y ¿mi mujer tiene los ojos llenos de lágrimas? —

El pobre pasa del azul, al verde y hasta morado.

—Perdone señor Petrovich, pero yo no sabía que era su esposa y como sabrá para no congestionar el trafico está prohibido aparcar al lado de los centros a la hora de la entrada o salida de los mismos. Pero como su mujer ya está informada creo que mi labor aquí ha terminado. —

El capullo del policía me entrega la documentación me hace un leve asentamiento con la cabeza y cuando se va a marchar se gira hacía mi esposo y como si fuera su ídolo le estrecha la mano y le dice que ojala lo acepten en su unidad de asalto.

— ¿Unidad de asalto? Pero a este hombre como hay que hablarle como le hago entender que tiene dos hijos por los que velar y siendo egoísta yo quiero un marido 24 horas al día 7 días a la semana.

Cuando nos quedamos solos se acerca parece que me va a dar un beso, pero solo se acerca a mí y rozando con su aliento y una voz suave dice. —"Jamás vuelvas a ocultarme nada de mis hijos creía que este tema estaba zanjado pero veo que no, tienes 20 minutos para llegar a casa vamos a zanjar de una puta vez este cabreo que tienes y como lo que me gustaría hacerte no puedo por tu cuarentena toda esa mala leche que tienes en tu cuerpo va a salir"—.

En el gimnasio al principio me dice que lo golpee pero eso es como si tuviera lugar un combate entre una hormiga y un elefante ni lo muevo del sitio y mira que le meto a fondo, cuando me rindo cansada y frustrada, me coge como a un bebe —Noé cuando vas a entender que tú y los niños sois mi prioridad—.

No lo dejo terminar, —claro por eso ahora vas a crear una unidad de asalto—.

Empieza a reírse con ganas, y a mí más coraje me da, empiezo a patalear pero me agarra más fuerte y me besa como me besa con pasión lujuria y haciéndome eso con la lengua que tanto me gusta en pocos segundo estoy derretida encima de él. Empieza a sacarme la camiseta y en cuestión de segundo estamos en la ducha del gimnasio haciendo el amor es muy rápido pero muy intenso y yo lo disfruto como si hubiéramos tenido sexo por horas.

—Estamos locos— me dice al oído — ¿no te pasara nada verdad?—

No, no te preocupes es pronto pero tampoco tanto.

Y así es mi vida lo mismo nos queremos matar como nos comemos a besos.

Y mirando hacia atrás como ha cambiado mi vida. La que quería cambiar el mundo ahora es una feliz ama de casa casada con un ruso que parecía el anticristo y es un corderito y no lo digo yo, eso es un titular de los periódicos hablando de Iván y su escuela de asalto. Cuando el juicio por las peleas ilegales salió a la luz su carrera de infiltrado también con lo que ahora es monitor siempre activo claro está.

EL RUSO Y LA GITANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora