CAPITULO 31

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Las horas se hacen eternas, Rebeca casi ni habla con mi hermano solo con las chicas y entre susurros, parece que discuten por algo cuando es su madre la que se levanta y agarrándola del brazo y riñéndole como si fuera una niña la saca al pasillo. Toda la sala nos quedamos callados Noemí se despega de mí y quiere salir pero es su padre quien le corta el paso, negando con la cabeza. — Esta conversación es entre ellas dos no te metas, tu hermana tiene que entender y reaccionar ella sola. —

De poco les sirve que salgan al pasillo, todos nos enteramos de la conversación Sacha empieza a llorar, mi madre intenta ayudar pero solo empeora la situación, sale al pasillo y levanta a su mujer que también llora como una magdalena, Rebeca tiene miedo de no poder querer al pequeño o tratarlo diferente a sus hijos propios su madre le recrimina y le dice que madre no es la que pare si no la que cría y que ese pequeño ya ha sufrido bastante para que ahora ella también cree otro conflicto, lo importante es el niño saber las secuelas que podrían quedarle y lo más importante darle amor. Noemí me abraza y creo que toda la sala está llorando.

Ya ha amanecido y todavía nada, Reme y Sara han traído café la sala de espera empieza a llenarse de gente y mi padre habla con el director por si nos pueden trasladar a otra estancia donde tengamos más privacidad. Nos trasladan al lado de la Uci y una enfermera a las doce sale diciendo que solo pueden pasar los padres, Rebeca se queda sentada y es Sacha quien la coge de la mano y la levanta, ella lo besa y los dos corren hacia dentro, salen media hora después con unas batas muy contentos Lukyan ya se ha despertado y aunque los mira muy extraño cuando se marchaban se aferró a Rebeca y no quería que se marchara ahora le iba a informar el médico.

A las dos de la tarde nadie se había movido de su sitio pero las caras ya no tenían ni un ápice de tristeza, las chicas hasta gastaban bromas de que ya Sacha y Rebeca tenían familia numerosa.

Un hombre de unos cincuenta años entro con una bata blanca pregunto por el padre del niño y le pregunto si quería hablar hay o en su despacho, Sacha parecía confundido o puede ser que asustado no le salían las palabras del cuerpo.

—Hola soy Rebeca Petrovich, y soy la madre del niño todos los que están aquí son familia o amigos así que lo que tenga que decir puede decirlo aquí si no tiene inconveniente—

—Ohm, perdone me informaron mal me dijeron que solo tenía padre por eso del error. —

—No pasa nada, díganos doctor. —

—Bueno el pequeño, vino en muy malas condiciones tiene una desnutrición severa, tiene marcas de insectos e urticarias por falta de higiene lo que más me preocupa es aparte del daño psicológico si puede tener alguna enfermedad más aparte del daño por el estrés el Neurólogo ha descartado cualquier enfermedad y los psicólogos todavía tienen que realizarle más pruebas, el consumo de drogas puede causarle abstinencia pero creemos que no llevaban mucho tiempo pues si no ya hubiera aparecido los síntomas, lo vamos a trasladar a planta si tolera bien los alimentos que le estaban dando cuando yo lo he visto, pero todavía se quedara algunos días más con nosotros, la enhorabuena que lo hayan recuperado y espero que todo se resuelva de la forma más satisfactoria, buenas tardes.—

La sala se convirtió en una fiesta y al fin mi hermano salió de su ensoñación abrazo a todo el mundo y volvió a llorar no sé cuándo nos convertimos en unas nenazas, tan solo una hora después estaba instalado en la planta 2 de pediatría, cuando todos se presentaron y saludaron al pequeño la gran mayoría se marchó, los abuelos iban a comer y cómprale juguetes y ropa, Rebeca le explicaba y le enseñaba fotos de sus hermanas y Naomi traducía pero el pobre casi ni sabía hablar, eso me entristeció tenía la misma edad que mi hijo que era un loro.

Mis tripas sonaron y Sacha levanto su teléfono y pido comida para cuatro, a las seis de la tarde, nos despedimos y volvimos a casa a ver como estaban mis pequeños.

Al día siguiente Naomi se despertó muy temprano y después de supervisar a todos los pequeños cogió algo de ropa para mi hermano y mi cuñada y junto a Kiki y Sara se fueron al hospital, el salón parecía una guardería había niños por todos lados las dos niñeras no daban a vasto los abuelos ni habían hecho acto de presencia y yo me estaba empezando a agobiar hasta Estela tuvo que dejar sus quehaceres y ayudar. Mi móvil sonó en el bolsillo de mi pantalón era mi padre y descolgué rápidamente, la verdad me sentía agobiado con tanto niño a mi alrededor como lo hacían las mujeres para estar todo el día con ellos y no desesperase, entre en mi despacho.

—Hola papa, ¿dónde estáis? —

—Hola, mira hijo tu ¿sabes dónde pensaba vivir tu hermano? —

—No, ¿Por qué? —

—Porque ayer por la tarde compramos medio supermercado entre ropa, juguetes y un dormitorio y ahora no sabemos dónde lo vamos a llevar, las mujeres dicen que el ático solo tiene un dormitorio y quieren comprar una casa, tu madre ya tiene una elegida pero como no sabemos si tu hermano piensa quedarse o volver a Nueva York, quieren llamarlo y preguntarle y tu suegro y yo pensamos que ellos no están ahora para que los agobiemos con esas cosas. —

—Me parecía surrealista la conversación, dos hombres que se han tirado la vida tomando decisiones como jefes de mafias ahora se habían convertido en abuelos y amantes de su familia y seria por todo el estrés acumulado o porque me salió del alma empecé a reírme como creo jamás me había reído y se por qué, era completamente feliz. —

—Hijo, no te rías el tema es serio no sabemos que vamos hacer—

Como pude entre risas, intentaba hablar pero hasta las costillas me dolían de tanto reírme, mi padre cada vez más alterado me amenazaba tomando el papel del gran Vor.

—Papa, Sacha y Kiki ahora están en mi organización y se van a quedar no va a volver a Nueva York.

Ya que tengo el teléfono en la mano marco a Sacha, —ehh hola, como va todo. —

—Bien las chicas y Kiki se acaban de ir, ¿Cómo están mis ratonas? —

—Esto parece la película de poli de guardería, jajaja pero todo bien, te advierto que los abuelos al parecer quieren dirigirte la vida y mama hasta una casa piensa comprarte—

—Jajaja, me da igual, estoy tan feliz, que todo me da igual, y si quieren cómprame una casa pues eso que me ahorro, jajaja. El sueldo que tenemos ahora no da para lujos—

Los dos nos quedamos callados y conozco a mi hermano y sé que por su cabeza ha pasado lo mismo que por la mía, nunca antes hemos sido tan felices, solo cuando éramos pequeños y Jurgem nos protegía del mundo en que habíamos nacido.

— ¿Cómo hubiera disfrutado de sus sobrinos, verdad hermano? —

Todas las ganas de reír que tenía antes se convierten en un nudo que me aprisiona la boca del estómago. No puedo hablar pero Sacha sigue.

—Desde donde este sé que estará muy orgulloso de lo que hemos conseguido, y todo gracias a ti, tú lo vengaste, tu nos has vuelto respetables, ahora somos personas normales con una familia maravillosa y todo gracias a ti, si antes te quería y respetaba ahora que me has traído a mi hijo jamás lo podre olvidar, gracias hermano.

EL RUSO Y LA GITANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora