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― ¡No! ¡No quiero divorciarme!
Leo rueda los ojos ante mi respuesta. ¿En serio? No puede venir con semejante propuesta, después de que hace un par de semanas estuvo a punto de acostarse con otra. Bueno, aunque él no asume la responsabilidad por ello.
Permanece callado un par de segundos, en medio de la sala de nuestro apartamento. El placentero sonido de la lluvia que cae sobre la ciudad es el único que desvanece un silencio incómodo.
―Yo tampoco quiero ―se queja finalmente―. Pero nos hemos hecho mucho daño y...
― ¿¡Hemos!? ―suelto, retrocediendo dos pasos― A ver, ¿quién estuvo a punto de engañar?
Me basta recordar que pudo haberse acostado con mi amiga esa noche y me hierve la sangre. No lo hizo, cierto, pero estuvo a punto.
―Ya te dije que no pasó nada. Pero tus celos enfermizos te hacen desvariar.
―Sí, también mis celos la dejaron seducirte y casi te empujaron a besarla y a meterla en tu cama. Como no... ―suelto con sarcasmo
― ¿Lo ves? Tú nunca reconoces tus errores.
―En cualquier pareja existen celos, es natural. Pero no es nada normal que uno tenga intenciones de poner el cuerno. ¡Y si esa chica no sería mi amiga, ya te habrías acostado con ella!
― ¡Que no fue por eso que cambié de opinión! ―replica, alzando la voz y acercándose
De pronto, la poca distancia me acuerda de uno de los motivos por los que aún seguimos juntos; bueno, lo primero que me hizo poner los ojos en él. Hubo atracción desde el primer instante. Por más loco que suene, quise probar esos labios a poco tiempo de haberlo conocido. Y después de un año y medio, aún no me canso de hacerlo.
Sí, sólo llevamos un año y medio juntos; y unos meses como marido y mujer. Muchos nos habían dicho que no nos apuráramos tanto y nos importó un... Hacemos lo que queremos con nuestras vidas, mientras nosotros seamos felices, da igual lo que la gente diga. El problema es que no somos felices, al menos no del todo. En algún momento, las discusiones se metieron en nuestras vidas, amargando lo que construimos.
―Si no superas lo que pasó... ¿por qué no quieres que nos separemos? ¿Para qué te empeñas seguir conmigo?
Su tono es ahora bajo y cálido. En realidad ni él quiere materializar ese supuesto divorcio. Pues me ama y de eso siempre estuve consciente. Lo que pasa es que tiene una boca grande y siempre dice cosas antes de procesarlas.
―Sí lo superé. Es que...
Vamos, no puedo ponerme como gelatina al tenerlo cerca, con esos ojos marrón oscuro clavados en mis labios. Presiento cómo va a terminar esta... discusión.
―No... ―murmura en respuesta― Tú siempre crees que voy a poner los ojos en otra.
No lo puedo negar, de seguro hay alguna mejor que yo por ahí, puede ser cuestión de tiempo hasta que se tope con ella y me deje. O peor aún, me engañe. Y no tiene ni idea de lo que llegué a hacer debido a esta suposición, a este miedo. Lo peor es que parte de mis sospechas se confirmaron. Sólo que aún no apareció la chica que lo interese lo suficiente como para echarlo todo a perder.
― ¿Piensas callarte y besarme de una vez?
― ¿Qué voy a hacer contigo? ―pregunta en un susurro, mientras sus brazos atrapan mi cintura
De pronto me parece que se tarda una eternidad, por lo que lo agarro por la nuca y lo jalo hacía mí, hasta que nuestras bocas se encuentran. Nuestros labios se avivan con el roce y empiezan un juego descontrolado. Me olvido de todo lo que nos hemos dicho y sólo me dedico a gozar sus hipnotizantes besos.
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¿Aún planeamos el divorcio? © |COMPLETA|
General FictionMaite y Leo se apuraron en casarse tras sólo un año de noviazgo. Sin embargo, ya se hicieron mucho daño y saben que la opción más sana es el divorcio. Más bien, Maite considera que sólo Leo es culpable del fracaso de su matrimonio. Y entonces... ¿Qu...