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Hoy venía con muchas ganas de trabajar. Sí, venía. Porque al cabo de una hora llegó un tipo antipático que últimamente está muy presente en mi vida. No creo en las coincidencias, creo que Damian me persigue, está obsesionado.

― ¿Me estás siguiendo? ―inquiero, cruzando los brazos

― ¡Hola! ¡Qué casualidad! Venía porque necesitaba que me tradujeran algo y... ¡No me digas que trabajas aquí! ¿Eres traductora?

―Exacto.

Su amplia sonrisa me deja un mal sabor y uso todo mi autocontrol para no mostrarle cuando detesto verlo por aquí. Parece que es un cliente y no puedo tratar mal a mis clientes. De todas las empresas, tuvo que elegir justo a ésta. ¿Por qué? Como dije, no creo en las coincidencias... ¿Ya está averiguando todo sobre mí?

― ¿Qué idioma?

― ¿Perdón?

― ¿En qué idioma quieres la traducción? ―cuestiono, intentando ser muy amable

―Francés.

Aprieto los dientes. Faltaba más.

―Bueno, acompáñame.

―No me digas que...

―Sí ―interrumpo― Ven.

― ¡Menos mal! Quién sabe, tal vez hasta haya un descuento. Digo, nos conocemos y...

―No.

Lo oigo reír.

Es cuestión de minutos hasta que establecemos todos los detalles, incluso el término límite. Según él, puedo tardarme cuánto quiera pero menos mal que se trata de unos papeles que no requieren más de dos días. Lo que conlleva volver a verlo.

― ¿Y a qué hora sales? ―cuestiona de repente― Me gustaría que fuéramos a tomar algo.

―Estoy casada.

―No es una cita, no te equivoques. No estoy ligando.

―Aún así, no tenemos ni una sola razón para salir juntos.

―Sobre todo cuando yo te caigo mal. Pero no voy a parar hasta hacerte cambiar de opinión. Digo... quiero que ya no me consideres insoportable.

―Si no estás ligando ¿cuál es tu interés?

― ¿A caso la gente no puede hacer amigos? No me digas que no crees en las amistades entre un hombre y una mujer.

Eso sí. Las veo imposibles. Puede que sea mi oportunidad para averiguar si me equivoco. A pesar de que por el momento, con lo mal que me cae Damian, es muy probable que sólo fortalezca mis creencias.

Quedo viéndolo mientras analizo su propuesta. Es guapo pero no me atrae porque bueno, sólo tengo ojos para Leo. Siempre tuve ojos para mi pareja y nadie más. Jamás fui infiel, ni a mi esposo, ni a nadie.

―No te quedes pensando, tienes que trabajar.

―Acepto ―replico y alza las cejas; y se queda así, congelado mientras yo termino entendiendo mi repuesta―. ¿Sigues aquí? ―sacudo mi mano por delante de sus ojos

―Buena elección.

Ya ni me sorprenden sus respuestas pero no significa que empiece digerirlas. Y cada vez que dice algo desagradable, oculto mi repulsión tras una sonrisa fingida. Se habrá dado cuenta pero me da igual. A él también, si sigue insistiendo de esta manera.

¿Aún planeamos el divorcio? © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora