18

4.2K 272 23
                                    

18

No puedo besarlo. No puedo hacerle esto. Mejor me muerdo el labio, cierro los ojos y me imagino que ni lo tengo en frente. O bueno... me limito en contemplarlo, mientras quiera seguir por aquí. Mientras siga endulzándome con su presencia.

―Quiero... que te cuides.

―Estoy ―me trago las palabras en vez de mentirle; no estoy bien, por el momento no sé vaya a estarlo sin él

―Estás hecha un desastre y... no soporto verte así. ¿Por qué?

―Yo... Intento... buscarle un sentido a mi vida.

En otras circunstancias, le pediría que recapacitara. Pero no puedo atarlo a mí cuando existe la posibilidad de que lo haya engañado. Y como no hay manera de saber la verdad, nuestra separación es inminente. Eso sí, descarto la idea de decirle que pudo haber sucedido algo con Damian. Sé que él fue sincero conmigo y merece que lo sea también pero prefiero ahorrarle una pena más.

―No me hagas sentir culpable. ―pide Leo

― ¿Qué? ¿Por?

―No quiero que mi decisión de separarnos te destroce la vida.

― ¡No sería tu culpa!

Ladea la cabeza, mientras que yo no comprendo qué le sucede, qué le estarará pasando por la cabeza. Le afecta bastante lo que encontró y no parece entender que no puede culparse.

―Mis actos me llevaron aquí. ―aclaro

―Maite, tú... Como que pareces resignada. ¿Estás aceptando el divorcio?

Mis ojos se aguan casi al instante. Esa maldita palabra penetra mi corazón, ni tengo la fuerza de admitirlo con palabras. Así que lo hago con un simple movimiento.

―Antes, nos queda una conversación pendiente ―afirma con un hilo de voz―. Digo, supongo que te quedan cosas... por explicar.

―No. Bueno, sí. Pero no ahora ―alza una ceja―. No deseo hablar de cosas tristes.

Da unos pasos atrás, hasta poder apoyar su espalda contra la pared. Sus ojos se pierden en algún punto del cuarto y su semblante se oscurece. Quisiera poder decir lo correcto para lograr consolarlo. Quisiera... devolver el tiempo y no someterlo a esas pruebas estúpidas. Ahí empezó todo. Él tuvo razón. Siempre la tuvo y ojalá le hubiera hecho caso.

Ahora es demasiado tarde para nosotros.

―Leo... Si te sirve de consuelo, yo nunca pretendí hacerte daño.

―Lo tengo bien claro. ―responde, guardando la misma posición

―Y...

Antes de agregar algo, decido acercarme a él. Quiero que nuestras miradas se vuelvan a encontrar, por lo que también acuno su rostro entre mis manos. Traga en seco y puede que sea por mi cercanía. No sabe que no pretendo acercarme más, sino que sólo quiero decirle algo muy importante.

―Por favor, perdóname.

Mi súplica lo hace cerrar con fuerzas los párpados, como si no aguantara el contacto visual. Debe haber una sola razón... no puede puede dar una respuesta afirmativa. Tengo que respetar eso, igual yo sólo necesitaba decírselo, se lo merecía.

―Te entiendo. ―agrego

Pone una cara de lo siento. Ahogo un suspiro y me dedico a acariciar sus mejillas. Quizá no deba o quizá no tengo nada de malo. No lo estoy besando... aunque, ganas no me faltan.

¿Aún planeamos el divorcio? © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora