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Se supone que no debería aceptar ver ni en pintura a Damian. Cayó tan bajo como para ayudar a Leire, no pensó en el daño que nos provocaría a mí y a Leo. ¿Y qué es lo que hago? Me pongo a escuchar sus consejos, como si pudiera confiar en algo de lo que sale por su boca. Pero no puedo negar que me sorprenden sus palabras.

―De todas formas... La posibilidad de tener un futuro junto a él no depende de mí.

―Te equivocas. Depende de los dos.

― ¿Y qué puedo hacer yo? Fui la que cometió errores y seré la que tendrá que aceptar su decisión...

Aunque todavía espero que su decisión cambie... Hubo un momento en el que pareció recapacitar, pareció estar a punto de pedirme que volviéramos. Me queda una pequeña esperanza.

―Leire me contó que es un tipo intransigente ―apunta―. Pero por más enojado que esté contigo, aún te ama. Y además ya te demostró una vez que tiene la capacidad de superar...

― ¿Por qué intentas convencerme? ¿Qué te hace- Hasta parece que intentas ayudarme ¿y para qué? No te importo, no somos nada.

―Aunque te cueste creerlo, no soy tan malvado. Estoy metido en esta historia, sé tantas cosas, demasiadas... Y quiero que tenga un final feliz.

― ¿Y qué ganas?

―Por favor, no se trata de eso. O bueno, podríamos decir que ablando esos remordimientos que me comen por dentro. La otra razón es que llegué a conocerte y obvio que tienes tus defectos pero no eres mala persona. Mereces ser feliz.

―Gracias. ―murmuro

―Gracias a ti por no echarme a patadas, después de lo que te enteraste. Y de verdad espero que me perdones.

―Hablando de eso... ¿tú qué harías si estuvieras en los zapatos de Leo?

Mi alocada pregunta lo hace sonreír pero por desgracia tarda mucho en contestar.

―Mira, como que no recuerdo bien lo que se siente estar enamorado, capaz de superar cualquier tropiezo.

―Ah y sí puedes darme consejos relacionados con el amor.

―Todos sabemos que el amor es fuerte.

Puede que tome en cuenta la idea de seguir en contacto con Damian, que me de a mí misma la oportunidad de conocerlo. Falta pensarlo, además aún no estoy muy convencida de que las amistades entre mujeres y hombres sean posibles. Por cierto...

―Dime una cosa. ¿Alguna vez me miraste distinto? Me refiero a que... yo soy mujer y tú eres hombre.

―Jamás. Serás guapa pero jamás me interesaste como mujer ―levanta las manos en gesto de defensa―. Y no te ofendas ¿OK?

― ¿Qué te hizo acercarte al verme en ese parque?

―Ah, nuestro primer encuentro... Mi instinto de ayudar a una extraña.

―Tienes tu lado humano. ―constato

―No te burles.

―Pero eres muy atrevido. ¿Recuerdas cómo me hablaste?

―No lo voy a negar, tengo mi manera de tratar con la gente... Por dezgracia, eso me permitió ayudar a Leire.

―Ya, dejemos de mencionarla.

―Tienes que enfrentarla. ―replica, poniéndose más serio

―Me la paso posponiendo el momento. Va a ser terriblemente doloroso... Y estoy segura de que tendrá el descaro de negarlo todo.

¿Aún planeamos el divorcio? © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora