Capitulo Veinticuatro: ¿Acto Caballeroso?

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Kaylen tomó a un hombre que había sido condenado a ser destrozado sin descanso alguno y lo arrojo a los perros del infierno para que ocuparan el lugar de Kimy. Al instante los fieros animales dejaron de roer el cuerpo de la joven y se dieron a la tarea de desmembrar al recién llegado.

Moviéndose a velocidad luz, Kaylen comenzó a recolectar los pedazos de cuerpo de su protegida para luego abandonar la zona de tortura llevándose los restos en brazos hasta llegar a un lugar propicio para abrir el portal hacia la habitación de Kimy.

Una vez ahí Kaylen roció la sangre de los restos del cuerpo en el suelo trazando la silueta perfecta de la chica.

Después de hacer aquello, Kaylen se llevó la muñeca derecha a la boca y se provocó una herida dejando que su sangre se combinara con la de aquella silueta.

-Es tiempo de volver a la vida – dijo Kaylen clavando la vista en la silueta trazada en el suelo.

Minutos después la sangre pareció cobrar vida propia e inició a formar tejidos, venas y piel, hasta que el cuerpo de la joven quedo  reconstruido por completo.

Una exhalación profunda fue lo siguiente que pudo oírse y de pronto los ojos de la chica se abrieron de golpe.

-Vaya, has vuelto – dijo Kaylen con desprecio.

Kimy profirió una carcajada mientras se ponía de pie y respondió:

-Lamento que el castigo por perder la carrera no fuera el que tú esperabas.

-Tal vez si no fueras una mocosa tan impertinente las cosas serian diferentes.

-Me vale lo que tengas que decir – dijo Kimy en seco – de todos modos es tu deber protegerme ¡te guste o no, tienes que hacerte cargo de mi!

-¡Es mejor que abandones tus insolencias si no quieres llevar al límite mi paciencia y enfrentar las consecuencias – la reprendió Kaylen.

-¡Eh dicho que al diablo con tus exigencias! – grito Kimy tomando un cambio de ropa y metiéndose al cuarto de baño.

Kaylen apretó la mano izquierda cerrándola en puño y enterrándose las transparentes, filosas y largas  uñas en su palma.

Desde el momento de su llegada Kimy fue una chica en  sumo irreverente y aquel defecto irritaba bastante a su protector pero tambien era cierto que Kaylen sentía estar unido a Kimy por una razón que él mismo desconocía.

Dentro del cuarto de baño Kimy se daba una ducha y se reprochaba el no haber ganado la carrera para que existiera una pequeña posibilidad de que Allen lo viera como algo más que una simple chica.

-¡No entiendo porque – se dijo a sí misma -  mientras se miraba en el espejo circular que sostenía entre las manos – no logro entender porque si soy bastante bonita, Allen no se fija en mi!

Al término de sus palabras, Kimy arrojó aquel espejo contra la pared.

Al escuchar el estruendo, Kaylen preguntó a Kimy si se encontraba bien, a lo que esta respondió histérica:

-¡Si a fin de cuentas lo que quieres es que muera entonces no me preguntes como estoy, solo se ah roto un maldito espejo y me pudro porque deseo quitarme la vida con el vidrio dentro de mis venas pero será imposible que muera de ese modo!

Kaylen sabía a ciencia cierta cuál era el motivo de los ataques de histeria y depresiones de su protegida, pero por mucho que lo deseara, no podía hechizar a Allen para que este mirara a Kimy de la manera que ella quería.

-Date prisa – dijo Kaylen – recuerda que debes ir a desayunar con los demás.

-¿Para qué – respondió Kimy indignada - ¿para que todos se burlen de mi por haber perdido la carrera? ¿Para ver como Allen fija aun más su atención en la retrasada esa?

Por el amor de BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora