Capitulo Treinta y Seis: El Mar De Las Ninfas.

358 19 0
                                    

Después de haber pasado varios días sin la posibilidad de platicar como lo hacían en un principio, Alanís y Grace retomaban su relación amistosa con un encuentro en el llamado jardín de las rosas de fuego; Este era uno de los sitios de la mansión que Grace desconocía pero que al darse cuenta de que existía quedo atrapada por la hermosura del lugar.

Aquel jardín debía su peculiar nombre a que las flores que estaban plantadas en el eran en efecto rosas, pero no como las que se apreciaban en la tierra, sino que estas tenían desde los pétalos hasta el tallo formados por fuego. Un fuego que al moverse de manera constante hacia que los pétalos de dicha flora cambiara de color, yendo desde la conocida tonalidad anaranjada hasta el azul rey.

Al llegar al lugar elegido, las chicas tomaron asiento en unas piedras de tamaño inmenso, que también poseían una cualidad muy extraña, dado que a pesar de encontrarse en medio de un jardín de fuego, estas conservaban una temperatura  tan normal que los privilegiados podían posarse en ellas sin sentir alguna molestia o sentir el más mínimo calor.

-Entonces ya has comenzado con tu entrenamiento- comentó Alanís en tono analítico.

-Eso creo, aunque no estoy segura de que es para lo que me estén entrando.

-Pues a mí se me figura que será para algo muy interesante porque de otra manera Azazel no te hubiera obsequiado la habilidad de que pudieras efectuar tus hechizos sin hacer el más mínimo esfuerzo.

-Tampoco es tan así – respondió Grace corrigiendo a Alanís – marena me explico que habrá algunos hechizos que deberé llevar a cabo siguiendo el procedimiento al pie de la letra como cualquier otra hechicera.

-Pero aún así – contesto Alanís – los hechizos en los que tendrás que efectuar los rituales serán contados.

A pesar de ver que Alanís estaba demasiado emocionada con el asunto del obsequio, Grace no parecía estar del todo contenta al hablar del tema.

-Oye ¿Qué es lo que te sucede? – Inquirió Alanís – te noto muy distraída desde que tuvo lugar lo de tu iniciación en el mundo de las hechiceras.

Aunque Grace parecía haberle contado todo lo más importante a Alanís, había “otros” detalles a los que había pasado por alto inconsciente o tal vez…conscientemente, y precisamente se trataba de lo que sucedió durante la entrega de poderes; El beso indirecto entre Azazel y Grace. Aquel beso que la chica había luchado por ahogar en lo más profundo de su mente.

-Es que – comenzó diciendo Grace mirando fijamente a las rosas – cuando Azazel me hizo entrega de los poderes, de pronto la escena de un beso entre él y yo invadió mi mente e hizo que me estremeciera hasta en lo más profundo de mi ser.

Alanís desmesuro los ojos mientras volteaba el rostro para observar fijamente a Grace.

-¿Dices que…sentiste que él te besó?

-S…Sí – respondió Grace nerviosa – pero creo que eso no tiene ninguna importancia, de hecho no sé ni siquiera porque te comente una cosa tan insignificante como esa.

-Si fuera insignificante no te mantendría tan pensativa.

Los protectores de ambas chicas se mantenían a una distancia considerable pero que al mismo tiempo les permitía observarlas desde cualquier ángulo.

Alanís guardó silencio por un instante que a Grace le pareció eterno.

-Ya lo tengo – gritó Alanís de pronto poniéndose de pie de inmediato – solo hay una manera de saber si Azazel te besó realmente y esa manera es…

Alanís echó a correr antes de que pudiera terminar su frase y Grace se levantó de su sitio pidiéndole a Alanís que regresara sin éxito alguno.

Por el amor de BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora