Jacob
Gotas de sudor se deslizan por mi rostro lentamente. Mi cerebro, lentamente va haciéndose consciente de mi alrededor, detectando olores, sensaciones, de las cuales las más fuertes eran el asco por el olor de la cama, y el hambre que tenía. No había comido nada desde la mañana, y con todo el alboroto que creamos, había olvidado por completo el comer algo.
Me pongo de pie, sintiendo una leve molestia en la pierna donde me había cortado, entonces, en la esquina de la cama, observé la pequeña mancha de sangre que salió de mi pierna mientras dormía.
—¿Cuánto tiempo dormí?
Llevé mi mano derecha hasta mi rostro, quitando la manga de la pantalla de mi reloj de pantalla holográfica, donde se marcaba a hora, el clima, y las coordenadas geográficas actuales. Estaba empezando a anochecer.
—Vaya, me pasé de la cuenta —un agradable aroma llegó a mí, era comida—. Huele delicioso.
Me senté en la orilla de la cama, tratando de ajustarme a la ausencia de luz en la habitación, sabía que había algunas cosas tiradas en el lugar, y no quería tropezar con ninguna de ellas; encendí la linterna de mi reloj, cuya potencia era tal, que iluminaba cómo una linterna de buen tamaño. En efecto, unos zapatos, ropa de Harley, además de las colchonetas donde dormíamos, para evitar la peste del colchón.
Caminé sorteando los obstáculos en el suelo, y apagando la linterna estando frente a la puerta. Giré la perilla, la sala se encontraba a oscuras, mientras que la cocina estaba completamente iluminada; está oscuridad, me hizo recordar que no había hecho la entrada de hoy en la videocámara. Unas risas me provocan un sobresalto, provenían de dentro de la cocina, donde al parecer estaba todo el mundo.
—¡Vaya, esa sí que es una historia! —dijo mamá entre algunas risas, usando un tono de voz más alto de lo normal. Además, de que se le escuchaba feliz.
—Señora, usted me halaga —contestó Tren, con su estruendosa voz.
Una pequeña sonrisa se dibujó lentamente en mi rostro al escuchar su risa, luego de mucho tiempo de solo ver su rostro lleno de tristeza, miedo, y preocupación, incluso ya hasta había olvidado cómo es que esta sonaba. Tuve una gran idea en ese instante, tomar la videocámara de mi mochila, grabar aquel momento para más tarde añadir mi monologo diario.
—Espero que sigan riendo —dije al entrar a la cocina, sosteniendo con la mano derecha, la cámara plateada que tenía la apariencia retro de una cámara de hace quince años, pero con tecnología moderna y de alta definición en su interior.
—Vaya, una videocámara de la serie Haven retro —dijo Raquel al verla—. Yo tenía la colección retro completa.
—Eras rica, es comprensible.
—Si. Lo era —contestó de una manera indiferente, que escondía la añoranza de ese tiempo.
—¿Por qué nos estás grabando? —Preguntó Swatson—. ¿Acaso quieres hacer una película?
—Es un video diario —dijo Erika antes de que pudiera habar.
—Él lleva hablándole a esa cámara cada noche desde que la encontró al llegar aquí —añadió Dorian—. Es un poco fastidioso, pero al menos, si llegamos a morir en algún momento, quien lo encuentre sabrá cuanto logramos resistir.
—Eso fue frío —comentó Jace—, excesivamente frío, aunque es la verdad.
Grabé cada una de las palabras que dijeron, enfocándolos en cada turno que tomaron para hablar. No me di cuenta de la olla que se encontraba sobre la estufa, calentándose sobre las hornillas de contacto, funcionaban a base de electricidad, trasmitiendo calor a través del metal, calentando todo tan bien cómo lo haría el fuego. Al lado una olla más pequeña estaba reposando, repleta de arroz blanco, esperando a que lo que se estuviera preparando, estuviese listo.
ESTÁS LEYENDO
Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)
Science Fiction💀Advertencia💀. La siguiente obra es de contenido adulto y explicito. La civilización se acabó. Las leyes dejaron de existir. Ahora solo reina la anarquía y el caos. La epidemia se desató, originada por la cura de una de las peores enfermedades...