Sueño 8: Invierno (II)

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(...)

El peligro del lugar había escalado de casi nada a totalmente letal en tan solo unos cuantos segundos. Quería desenfundar mi espada y hacerle frente a los ferals como ya se me había hecho costumbre, pero Amy me tomó de la mano evitando que me hiciera el kamikaze contra los infectados.

En la nieve era algo difícil correr con gran velocidad, hasta a los ferals que eran prácticamente perros de ataque se les hacía difícil correr, agradecía que no hubiese nevado muy fuerte anoche, o en estos momentos nos encontraríamos perdidos y hasta las rodillas de nieve.

—¡No hay donde escondernos! —dije agitado—, ¡nos van a rodear!

—¡Claro que sí!, vamos por aquí —señaló a un edificio que parecía ser un Arcade o una especie de centro recreativo juvenil.

Entramos al lugar como endemoniados empujando las puertas rompiendo los paneles de vidrio y las vides secas que habían crecido sobre estos, adentro no había nieve, solo hielo resbaladizo y un prominente olor a humedad en la casi completa oscuridad, donde sin duda alguna podría haber night skin ocultos entre las sombras.

—¡Hay que encender las luces! —dijo al correr a oscuras por todos lados, escuchando los gritos y unos aullidos en el interior del edificio.

—No puedo ver nada —comenté al ver que no habíamos alejado de la luz del sol y nos habíamos adentrado demasiado en el interior del lugar—. ¿Amy? —pregunté al no sentir más que me agarraba de la mano.

—Sigo aquí pero no puedo ver casi nada. Todo está demasiado oscuro.

Nos quedamos inmóviles en aquel lugar escuchando a los infectados correr, gritar, rompiendo cosas a su paso, y nosotros no podíamos ni verlos siquiera. Algo se movía a nuestro alrededor, podía escuchar crujir fragmentos de vidrio, guijarros ser aplastados.

—¿No tienes bengalas? —pregunté al desenfundar la espada.

—No, pero tengo una barra luminosa en mi mochila.

—¡Sácala y has que iluminé ya!

Grité al escuchar los ruidos que los night skin hacen con la boca, similares a una mezcla entre chasquidos y siseos. Por un momento el miedo se apoderó de mi ser y casi llego a lanzar estocadas sin ver a que le iba a dar; la luz azul de aquella barra luminosa asustó a los night skin que nos rodeaban, eran pocos, pero a pesar de su número eran muy peligrosos.

Tomé la mano de Amy y corrimos nuevamente esquivando las máquinas de arcade, las sillas y mesas caídas de un snack bar por el cual circulaban las ratas hambrientas en busca de comida o algo de calor. Sentimos que pasábamos sobre charcos de agua, incluso se podía escuchar el agua cayendo en alguna parte del lugar.

—¡Mira unas escaleras! —señalé a unos cuantos metros—. Vamos, tengo un plan.

—¿Cómo que un plan? —cuestionó.

—¡Tú solo corre!

Nuestras piernas se movieron. Los infectados se acercaban, y mi objetivo eran las escaleras, mantenerlos a raya ahí sería fácil si usaba la botella de vodka que traía en la mochila. Le agradecía a Robbie el haberla modificado para que pudiera llevar mi carcaj al mismo tiempo que el arco, y la espada, a veces me era complicado a causa del tamaño del arco.

El cierre de la mochila estaba parcialmente abierto, solo estiré mi brazo hacia mi espalda y tomé la boca de la botella arrojándola al suelo al tener un pie en las escaleras. Con una chispa creada con mi hoja afilada al rozar el suelo se encendió el líquido alcohólico iluminando las escaleras con su luz roja, y formando una breve barrera entre nosotros y los infectados que rehusaban a acercarse a la luz que hería su piel sensible.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora