11: ¡Es mi hermano!

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Colby

—Sarah ¿Cómo se encuentra? —pregunté al verla entrar en la cocina, donde todos estábamos reunidos.

—Está estable por el momento —Se quitó los guantes manchados de sangre de las manos—. La varilla que le atravesó el hombro no causó mucho daño, pero si una gran hemorragia, perdió mucha sangre y no sé si pase la noche a pesar de las

—¿Estás seguro de lo que dijo? —Preguntó Horace—. Estaba delirando, muriendo. Pudieron haber sido Balbuceos.

—Yo los escuché —interrumpió Tren—. Créeme ese sujeto no estaba balbuceando ni nada parecido.

—Entonces... ¿Iremos a ese lugar? —Preguntó Amy—. Llevamos mucho tiempo aquí, y... Es como nuestro hogar ahora.

—Niña, con los night skin rondando las calles, y el edificio con un agujero no veo esto como un hogar —comento mamá mientras estaba sentada al lado de Amy—. Es un refugio, más no un hogar en el cual podamos quedarnos.

La situación era delicada, un refugio aun en operaciones era algo que uno no se podía imaginar dado el estado actual del mundo.

—Yo opino que hay que irnos de aquí —dijo Rassmusen—. No quiero seguir escuchando a esos malditos infectados cada noche —señaló afuera cuando un aullido se hizo escuchar.

—Sigo sin créemelo. Este día no ha sido más que una desgracia —dijo Jake, cruzado de brazos desde la esquina—. Ya perdimos a Jeremmy, y hacer lo que él dijo seria perder a alguien más, si no es que a todos nosotros.

—Pues como llevamos más de una hora con esto, porque no votamos —dijo Dorian.

—Eso se me hace los más razonable —secundó Rachel.

—Entonces... ¿Quiénes votan por quedarse? —Dijo Colby observando las reacciones de todos, mientras solo Swatson y Sarah alzaban la mano.

—Considero esa idea muy arriesgada esta opción. Estaremos en un total peligro —justificó su voto.

—¿Quiénes están a favor? —dije mientras veía como todos comenzaban a levantar las manos, hasta Horace, quien estaba reacio al escuchar la idea de aquel militar moribundo—. Entonces está decidido. Mañana empezaremos a trazar un plan.

(...)

Colby

Rebuscábamos entre los contenedores de plástico negro del almacén improvisado de la caravana del capitán, buscando algunos de los suministros que necesitábamos para nuestro plan de escape.

—La pólvora, aquí esta —dijo Rachel apuntándome con un frasco de tapa negra que sacó de uno de los contenedores de plástico negro.

—¿Está mojada? —Pregunto.

—Está más seca que el Sahara. Revísala —me la arrojó.

Destapé el frasco lentamente sintiendo el prominente olor de la pólvora, y sintiendo que no había nada de humedad en aquellos frascos. Le arrojé de nuevo el frasco a Rachel para que lo pusiera de vuelta con los demás.

—Muy bien llevemos esto a los camiones —sonreí un poco, sin dejar de pensar que ayer estábamos en este lugar intentando salvar a Jeremmy, antes de verlo morir.

Tren, Rassmusen y Jake entraron caminando guardando silencio por el lugar en el que estábamos, para ayudar a cargar las cajas con los frascos de pólvora, y demás materiales explosivos.

(...)

Érika

Las puertas del supermercado estaba rotas y hechas pedazos en el suelo, mientras manchas de sangre fresca se notaban por todas partes. Entre los fragmentos podíamos notar los casquillos de las balas que habían sido utilizadas en el lugar, contra infectados al parecer pues no veíamos ningún cuerpo por ninguna parte.

—¿Crees que hayan sido infectados? —Dijo Amy, nerviosa por su primera salida al exterior desde hace semanas— No me siento lista aún para esto.

—¿Para estar afuera? —Preguntó Harley.

—Para usar un arma —contestó casi de forma inexpresiva—, no quiero tener que volver a matar a alguien.

—No hay que distraernos chicas. Aquí puede haber más de lo que parece, y esa comida la necesitamos para el viaje —dijo Raquel al cargar su arma y desenfunda su machete después—. Prepárense niñas, esto tal vez se ponga intenso.

Raquel dio un fuerte silbido hacia el interior de la tienda que causo demasiado eco. No tardó mucho tiempo y unos ferals salieron corriendo del interior hacía nosotras, seguidos por un par de bíters muy lentos. Amy dio un muy lento suspiro sintiendo pesar por tener que usar un arma, pero sin dudarlo, apuntó a la cabeza de los infectados abriendo fuego al mismo tiempo que nosotras.

(...)

Jace

Estar de guardia era la cosa más aburrida de todas, solo estaba arriba del techo de la casa rodante, sentado y observando atentamente las calles con un rifle con silenciador, atento a que ningún infectado se les acercara a Horace y a Carlo, mientras ambos se dedicaban a reparar los autos y tenerlos listos para dentro de 4 días.

—¿Hay algo? —Preguntó Horace mientras entre él y Carlo cambiaban una llanta.

—No. El lugar está completamente despejado.

—Quisiera tener a las gemelas aquí, con ellas esto sería más fácil —dijo Carlo.

—Sí, somos dos tratando de arreglar cinco vehículos en menos de cuatro días, es una verdadera tortura —secundo Horace.

—Esperen, ahí viene otro —dije al ponerme de pie y apuntar con el rifle.

Ahí podía verlo a través de la mira telescópica, a un feral caminando entre los autos, buscando, siguiendo un olor como un perro de cacería buscando a su presa entre los pastizales. Ajusté la mira minuciosamente para que la altitud en la que me encontraba no afectara el disparo. Suspiré por un segundo antes de disparar, pero para mí estúpida suerte, el disparo se había desvía del lugar, y en lugar de dar un tiro limpio en la cabeza le separé el brazo del cuerpo.

—¡Demonios! Por suerte tengo silenciador —apunté de nuevo.

El feral se levantó del suelo sin el brazo faltante, correando sangre a la altura del hombro, gritando a todas partes antes de que una bala le atravesara la cabeza de lado a lado.

(...)

Jacob

—Sabes... Este lugar me da muy mala espina —dijo Swatson en voz baja al caminar junto a Dorian y a mí y al capitán.

—Descuida. Esta base fue lo primero que registramos al llega a la ciudad —dijo caminando con algo de lentitud, aun afectado por el ataque de los night skin, mientras mantenía su brazo en ángulo, y vendado. Su rostro aparentaba la misma edad que nuestro padre, al igual que su firme postura a pesar de sus heridas y el cansancio—. No había muchos infectados, y por si acaso... —Cargó su arma moviendo la corredera al hacer que rozara con su pantalón—... Tendré las balas listas —nos observó con sus ojos de color negro.

Seguimos en movimiento por aquellos accidentados pasillos llenos de cicatrices de una horrenda masacre; las plantas ya estaban ganando su buen terreno en el lugar, haciendo estragos en la electricidad, y en algunas partes impidiéndonos el paso hasta que las cortábamos.

—Es ahí. Es el laboratorio —señaló el capitán.

—Disculpe ¿Cual dijo que era su nombre? —Preguntó Dorian.

—Solo díganme Warren, la verdad es que un nombre completo ya no sirve para nada —se adelantó, sacando una tarjeta de seguridad de uno de sus bolsillos—. Los accesos todavía funcionan. Es una ventaja, no tenemos que rodear la base para llegar al laboratorio e ir por esas luces UV.

Se acercó hasta el acceso deslizando la tarjeta por la ranura, se hizo a un lado mientras nosotros apuntábamos hacia la puerta por precaución de que hubiese infectados en el interior. Al abrirse las puertas deslizantes solo un infectado con un traje de protección, cuya mascara esta toralmente manchada de sangre por el interior cayó al suelo de frente; el capitán se nos adelantó, y de un pisotón se encargó del infectado a pesar de su discapacidad momentánea. Se limpió la bota con un pequeño crecimiento de musgo por la sangre que brotó de la máscara al romperse.

—Podré estar lisiado por ahora, pero no soy un inútil —sonrió.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora