Sueño 7: Esperanza en la oscuridad

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Jacob

Tomaba firmemente la caña entre mis manos, repasaba en mi cabeza una y otra vez las instrucciones y cuando me sentí listo simplemente arrojé el anzuelo con fuerza hasta que la pequeña boya roja quedara suspendida sobre el agua, gracias a la tensió...

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Tomaba firmemente la caña entre mis manos, repasaba en mi cabeza una y otra vez las instrucciones y cuando me sentí listo simplemente arrojé el anzuelo con fuerza hasta que la pequeña boya roja quedara suspendida sobre el agua, gracias a la tensión superficial.

—¿Cuánto tiempo tardará para que pique uno? —Pregunté sintiéndome un niño de cinco años otra vez.

—No lo sé —contestó papá sentándose a la orilla del arroyo—. Llevamos aquí un par de horas. La nevera tiene media docena de peces. Pero tardaremos lo que sea necesario, te dije que algún día te iba a enseñar a pescar.

—Nunca pensé que fuera así —contesté sentándome a su lado sin soltar la caña.

—¿En un arroyo?

—No. En el fin del mundo —dejé salir un suspiro.

—Veo que todavía te está costando trabajo, eh. Descuida, no eres el único Jacob.

Observé a papá de reojo, llevaba puesta la misma camisa de cuadros verdes que ayer, al igual que esas botas militares y el pantalón marrón.

—Solo te falta un sombrero y parecerías un vaquero —comenté entre una risa.

Observó su ropa con detenimiento.

—Sabes... Lo mismo me dijo tu madre esta mañana.

—También me recuerdas al tío Joel. Él era demasiado gracioso.

—¿Joel? ¿Enserio? —Comenzó a carcajear—. Nadie me había dicho nunca que me parecía a él. Bueno tal vez he descuidado mi cabello y la barba, pero en definitiva no me parezco en nada al hermano de tu madre.

El hizo una pausa. Su mirada se puso sería de nuevo, estaba en uno de esos momentos en los que se ponía a recordar aquellos tiempos de juventud, o en la FRAE.

—Sabes, tu tío nos hubiese servido de mucha ayuda. Hubiese deseado llegar aquí un día antes. Él desgraciado todavía estaría vivo.

—Al menos se fue cómo él siempre dijo —espeté.

—¿De que hablas? —Preguntó lleno de intriga.

—Ya sabes, el tío Joel siempre estaba en problemas de la policía y esas cosas —hice una pausa—. Hace dos años nos dijo que él preferiría morir por una bala suya, que, por una bala de un policía, o en manos de otra persona.

—Él era un hueso duro de roer. Incluso con todas las estupideces que cometió, siempre hallaba tiempo para su familia —suspiró. Guardó silencio de nuevo por unos instantes antes de soltar nuevamente una carcajada—. Cómo esa navidad en la que se fugó de una estación de policía, robo una tienda solo con el fin de darle un buen regalo a tu madre. Tuve que cobrar muchos viejos favores para que solo le dieran un año de servicio comunitario.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora