19: Captura (I)

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Jacob

—Las cosas se pondrán interesantes está noche, ¿verdad Sean? —dijo uno de nuestros captores.

—No lo sé, pero si pudiera adivinar diría que los meterán a la jaula o se los darán de comer a los infectados —contestó el otro rematando con una carcajada.

—El último espectáculo en la jaula acabo rápido. Estos dos se ven fuertes, tal vez duren más.

—Tonterías. Nadie ha sobrevivido más de quince minutos en la jaula. Morirán como todos los otros.

—Deberían callarse y seguir alertas —escuchamos la voz de su superior, no se escuchaba muy contento con aquella charla por su tono de voz—. No nos compete especular sobre lo que vaya a decidir Luke.

—De todas formas, alguno de ellos terminará muertos antes de que acabe la noche.

El vendaje que tenía sobre los ojos tenía algunos pequeños agujeros que me dejaban ver algo del panorama que teníamos en estos momentos, solo había tres sujetos con nosotros: ambos guardias armados que especulaban nuestra suerte y su líder o jefe momentáneo. Por cusa de lo pequeño de los agujeros no podía ver el camino por la ventana del vehículo solo las luces UV del exterior que mantenían alejados a los night skin al pasar por las calles accidentadas de la parte de la ciudad en la que estábamos.

Moví mi boca para tratar de quitarme la mordaza, pues con las manos en la espalda solamente dislocándome ambos brazos podría llevarlos hasta mi boca por sobre mis hombros. De tanto mover mi boca dejé la mordaza fuera con el sabor de la tela sobre mi lengua.

—¿A dónde nos llevan? —pregunté sin poder quedarme callado.

—¿Creí que le habías puesto la mordaza? —dijo uno de ellos.

—Se la puse, pero se la quitó. Maldito niño te voy a...

—Déjalo sin la mordaza. Que hable no es nada malo. —Dijo su jefe—. Y... contestando a tú anterior pregunta te estamos llevando a nuestro refugio. De hecho, estamos llegando a la puerta norte. Apaguen las luces UV.

El vehículo se detuvo por un momento, un motor más grande se escuchó encenderse mientras algo muy pesado se movía haciendo una fuerte fricción en el suelo. No sabía que pasaba, pero las manos no dejaban de sudarme, tenía un nudo en la garganta que parecía tratar de ahogarme.

—Espero de verdad que resistan lo que les espera —comentó antes de que el vehículo se pusiera en marcha de nuevo.

(...)

—¡Caminen! —dijo uno de los guardias empujándome con el cañón de su arma por la espalda—. No me tientes a darte un tiro y ahorrarte el sufrimiento.

Subíamos por unas escaleras todavía con los ojos vendados sintiendo el olor de las cervezas, escuchando el bullicio que había en el lugar como si no les importara que los infectados de toda la ciudad los escucharan. Unos disparos del exterior se escucharon junto con unas fuertes carcajadas.

Llegamos al final de las escaleras cambiando el olor de la harina y la cerveza por un olor fresco y limpio que era agradable con olerlo levemente.

—Ábranlas, estos dos tienen una cita —dijo uno de nuestros captores.

Escuchamos abrirse un par de puertas y a una persona adelantársenos.

—¿Quiénes son estos? —preguntó alguien.

—Los trajimos de fuera. Estaban corriendo a media ciudad, —dijo Daniel.

—¿En plena noche?, —contestó algo sorprendido—. Pensé que yo era el único que salía de noche por diversión, si estos dos lo hicieron también deben tener muchas pelotas.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora