Él no me recordaba.

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Capítulo 88

Y el resto sucedió demasiado rápido.

Sabía que si me quedaba en aquel hospital mis ganas de quitarme la vida no serían sofocadas. El tipo que había roto mi corazón se hallaba sólo a un par de habitaciones de distancia, con su muy maldita esposa.

Él no me recordaba.

No se acordaba de todo lo que habíamos vivido, de sus sentimientos hacía mí, de nuestros más perfectos recuerdos.

Nunca iba a enterarse de mí, ni de que alguna vez me amo quizá tanto como yo lo amé a él. 

Los siguientes dos días me la pasé encerrada en una habitación de hospital, como si estuviera demente. Completamente sola, herida y dolida.

No cabía en mi cabeza porque el destino debía ser tan cruel conmigo y arrebatarme lo único que me había hecho tan feliz en mi vida.

Me torturé reviviendo en mi mente cada momento que habíamos pasado juntos, consciente de que en su memoria ya no estarían.

¿Por qué Dios me castigaba de esa manera? Si hubiera sabido que Harry no me recordaría, hubiera renunciado a mis piernas, a mis pulmones, o a cualquier cosa que me mantuviera viva.

Marcie intentó tranquilizarme, pero estaba segura de que ni ella misma encontraría la forma de consolarme.

Y aquella tarde, mientras Florence me quitaba el suero y reacomodaba mis vendas, lo decidí, debía salir de ahí.

Ella me hablaba, intentando animarme, pero no obtenía ninguna respuesta de mí.

Estaba deprimida. Realmente deprimida.

Mi mente se veía colapsada por recuerdos que estaba intentando olvidar.

Vagamente recordé aquella vez en el autocine.

Cuando estábamos viendo ‘Eterno resplandor de una mente sin recuerdos’. Irónico. Desearía que realmente existiese una clínica en la que borrasen los recuerdos que quisieses, como en la película.

Mis ojos se aguaban cada cinco minutos, pero ningún sonido salía de mí. Sólo la lentitud de mi respiración y el suave latido de mi corazón me recordaban que estaba viva.

Pero eso no era realmente estar viva.

-Oye… no me molesta hablarte todo el día y que no respondas a nada de lo que te digo, pero necesito saber qué te sucede, quizás no pueda ayudarte con tu problema, pero me preocupas y necesito saber que no puedo hacer nada por ti para darme por vencida de una vez- dijo naturalmente y palmeó mi pierna. Me sentí patética.

Sin embargo aprecié el gesto. Era la primera que no me decía ‘todo estará bien’. Todos los que me habían dicho eso me habían mentido. Nada, nada estaba bien. Todo era una mierda.

-Quiero salir de aquí, eso es todo- dije con la garganta seca. Era la primera vez que hablaba en dos días. Tosí un poco. – ¿Cuándo me darán el alta?

-Tienes que hacer la rehabilitación, ____________. Los estudios de la parálisis de tus piernas han revelado lo que pensábamos. El nervio espinal está dañado. Si aceptas hacerte una cirugía incluso deberían pasar semanas hasta que puedas salir de aquí.

-No, tiene que haber otra opción- dije en voz baja y negando con la cabeza. Flor comenzó a hablar pero yo la interrumpí con la voz quebrada. –Por favor- comencé casi llorando- necesito salir de aquí. El hombre que más he amado está a veinte malditos metros y no puedo acercarme a él por su estúpida esposa y yo…

Ella me detuvo en seco.

-Estaré haciendo una pasantía en Atlanta. 

La observé confundida.

-Es en la otra punta del país, pero el hospital es realmente bueno. Incluso mejor que éste. Con una orden del médico podrían transferirte allí. 

Lo medité durante unos cuantos minutos.

Ella continuó:

-Si lo que quieres es olvidarte de él, aquí no lo conseguirás. Sé por lo que estás pasando. De hecho yo he venido desde Seattle buscando lo mismo.

La observé con nostalgia.

-¿Qué debo hacer para conseguir esa orden?

(…)

-¡No puedes irte de aquí!- lloriqueaba Marcie en mi hombro mientras yo acariciaba su cabellera rubia. –Por favor, ahora que te he recuperado, no quiero perderte. Alguien necesita cuidar de ti. Por favor.

Negué con la cabeza con una expresión triste.

Debía de tener la pinta más fantasmagórica en mi vida. Pálida, con ojeras, y el corazón roto.

-Necesito irme. No puedo quedarme aquí a presenciar como él… como continúa su vida sin recordarme.

-Niall dijo que la amnesia de fuente no es para siempre, sólo está confundido- dijo ella para convencerme pero ni ella se la creía.

-Becca está cerca de él, Marcie. Si hay algo que él no recuerda entonces ella lo disfrazará con sus malditas mentiras. Él no me recuerda específicamente a mí. Hemos discutido la noche del accidente y recuerdo haberle dicho que no me buscara más. Al parecer el destino le hará cumplir con mi pedido.

Ella me observó con tristeza en sus ojos azules. Desvié mi mirada. No quería llorar de nuevo. No hasta que estuviera sola.

-No te obligaré a alejarte de Niall y pedirte que vengas conmigo. Pero vendré a visitarte, lo prometo- dije en voz baja pero ella me ignoró y continuó llorando.

Era una decisión tomada.

Ya había hablado con mi padre quién agraciadamente financiaría mi vuelo a Atlanta. 

Papá me había recordado que uno de los mejores amigos en mi infancia estaba viviendo allí, y podría quedarme con él. Se trataba de mi primo. Aún recordaba interminables tardes haciendo estupideces junto a él. Fue gran parte de mi vida hasta que sus padres abrieron una empresa en Georgia y tuvieron que mudarse.

No lo veía hace años, pero después de la breve y algo divertida llamada que habíamos tenido, sería lo mismo de siempre. Seguía siendo el mismo tonto que era en mi adolescencia.

La cirugía se llevaría a cabo en el hospital privado dónde trabajaría Florence, pero yo no tenía ilusiones en ello. El doctor había sido muy claro al no darme esperanzas de que la operación funcionara conmigo.

Traté de no pensar en ello, no quería asumir que no volvería a caminar nunca más, ni bailar, ni moverme por mí misma.

Sentía que mi vida estaba acabada, como si no existiera esa metafórica caja de sentimientos dentro de mí. Nada de lo que me decían me afectaba más de lo que ya estaba. 

One and Only.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora