Perdóname.

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Capítulo 92



{Narras tú}


-Quiero verte salir de éste hospital con tus propias piernas, pancake- fue lo último que me dijo Louis antes de que cayera en un sueño profundo, luego una cargada dosis de anestesia.

Todo se volvió oscuro y me encontré a mi misma en un campo repleto de coloridas flores. La brisa era suave, el sol resplandecía, y el aroma espectacular.
Me recosté sobre la hierba, observando el despejado cielo y sonreí. 
No sentía dolor en ningún sitio y podía mover mis piernas con naturalidad. 

Se escuchaba ruido de… ¿lluvia? Y aún así, no llovía. 
Era realmente un sueño, y me pregunté si quizás esto era morir. No podía sentir ningún tipo de emoción más que calma, y las sensaciones físicas de hallarme en aquel encantador prado.
Tal vez podría quedarme aquí por siempre…



{Narra Harry}



Me encontraba en el suelo del baño derramando lágrimas y descargando la ira con mis puños sobre las paredes.
Todo había sido mi culpa.
Mi maldita. Jodida. Estúpida. Culpa.

______________ no podría caminar nunca más y yo era la maldita mierda que lo había ocasionado. ¿Cómo he podido ser tan imbécil y desprotegerla de ese modo? ¿Por qué se me ocurrió saltarme todos los semáforos en rojo aquella noche y no tener en cuenta que estaba arriesgando a lo que más necesitaba y amaba?

Mis nudillos crujieron contra la pared de nuevo mientras soltaba un gruñido de dolor, enojo e impotencia conmigo mismo.
Cuando volví a golpear la pared me quedé quieto y apoyé la mejilla contra el azulejo.
¿Cómo podría volver a verle la cara? ¿Qué expresión debería decirle para expresar cuánto lo sentía? Mis lamentos no valían de una mierda, la había lastimado. Había llegado demasiado lejos.


Ella no me pertenecía, por más que fuera lo único que deseara, y sin contar el hecho de que yo ya era suyo. 

Mi corazón latía con fuerza y pensé en quitarme la vida de una forma dolorosa.

Castigarme por haberla herido, por haberle quitado un sinfín de posibilidades, y lo que más amaba. Bailar.

Lloré de nuevo gritando y tomé de un cajón del tocador una de las rasuradoras nuevas. Le quité la pequeña navaja y la acaricié entre mis dedos.

Me desprecié cada segundo mientras lo hacía. Hundía, rozaba y arañaba mi brazo izquierdo, salpicándome de sangre oscura.
Y sin embargo, no podía sentir dolor físico.

El vacío en mi pecho me torturaba más que la navaja sobre mi piel, y furioso volvía a cortarme con ella, intentando castigarme y que me doliera como mil infiernos por la idiotez que había cometido.

Pronto mi visión comenzó a nublarse, y supe que estaba perdiendo demasiada sangre. Me importaba una mierda, ya no quería vivir sin ella, y sabía que no me perdonaría por haberle quitado lo más preciado en su vida.


-Te amo- dije en voz baja con su imagen en mi cabeza. Todo había perdido color, nitidez, y profundidad a mí alrededor. Nada tenía sentido. –Te amo más que a nada- agregué en un susurro sintiendo como si algo me arrastrara por la espalda, sin siquiera moverme. –Perdóname. 

One and Only.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora