¡Por favor!

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Capítulo 45

{Narras tú}

Sus cálidos brazos me envolvían y me sentía demasiado segura como para salir de allí.

Podía sentir su aliento en mi cuello, y la suave caricia de sus manos en mi cadera.

¿Qué diría mi madre de todo esto? No la veía desde la exposición, el día anterior.

Me mataría.

Me removí intentando no despertar al sexy ángel que se encontraba dormido a mi lado. Harry soltó un suave ronquido. Reprimí una risita.

Creo que incluso con la boca abierta y todo despeinado no existe persona que supere ese sensual encanto masculino.

Busqué mi ropa alrededor de la cama, y decidí probar un viejo cliché. Tomé su camisa y me cubrí con ella como hacían las mujeres en las películas luego de tener sexo. Me paré frente al espejo que había en el armario. 

Bien, como era de esperarse, me quedaba de camisola, y realmente mal.

Pero tenía su aroma, así que estaba bien.

Sacudí un poco mi cabello y salí de la habitación procurando no hacer ruido.

Llegué a la cocina y tomé mi celular de la barra de desayuno.

Tenía dos mensajes de Marcie, y una llamada perdida de mi madre.

«Por fin has tomado una buena decisión». 

Ah, ¿ahora me tratas bien, Marcie?

«Yo me ocupo de tu madre, tú sólo disfruta ;)» Reí tontamente.

Pese a todo, esa era mi mejor amiga. 

Su incondicionalidad en las mejores situaciones era lo que más me sorprendía.

Aprovechando que Harry se hallaba dormido, recorrí la casa de arriba abajo. 

Las paredes eran azul oscuro, y había muebles de madera barnizada en tonos oscuros también. Todo lucía tan Harry. «Podría pasar todo el día aquí» 

En la planta baja se encontraban la sala, cocina, comedor y un pequeño baño, mientras que en la planta alta había dos dormitorios con baños incluidos, más un baño principal, y luego lo que parecía un “cuarto de lavado”.

Reí ante la idea de Harry haciendo tareas de ama de casa. 

Más adelante, encontré una última habitación.

No tenía más muebles que un simple escritorio. 

Las paredes estaban llenas de diferentes retratos, tantos que casi ni se lograba ver el papel tapiz. 

Se trataban todos de paisajes o personas al azar.

Supuse que serían las fotografías de Harry. 

Demonios… éste tipo tiene talento. Todas eran fantásticas.

Me senté en el cómodo sillón de su escritorio y di un par de vueltas. Sobre el mueble había unas cuantas carpetas. Una de ellas decía “Academia Raymond – Extractos” 

¿Extractos? ¿Acaso está permitido quedarse con fotos?

Curiosa, tomé la solapa de la carpeta y la abrí de un tirón.

Contuve un gritito cuando vi la primera foto.

Era yo.

Sonreía casualmente mientras le explicaba a la pareja de ancianos el porqué de mi obra.

Fue en la primera exposición en la que lo vi.

Oh Dios.

Continué pasando de foto en foto, y todas eran lo mismo.

Yo sonriendo, o mirando a la nada, o hablando, o simplemente yo.

Aquello me hubiese parecido una actitud algo psicópata de no ser porque él me gustaba tanto. Al llegar a la foto final, me sorprendí al leer lo que decía debajo de ella.

“La chica de ojos dulces”.

Sonreí. ¿Desde cuándo tengo ojos dulces? «Oh, ¿qué importa? Es el gesto más encantador que has visto.» 

De repente escuché una voz en el pasillo y cerré la carpeta de un golpe.

Me dirigí automáticamente a la puerta para encontrarme con un Harry preocupado.

-Aquí estás- dijo con voz ronca envolviéndome en sus brazos.

Le correspondí pasando mis brazos por su espalda desnuda, algo extrañada.

-¿Qué sucede?- pregunté con una sonrisa.

-La última vez, desperté y no estabas- dijo en voz baja y me puse tensa.

Me había comportado como una mismísima mierda.

-Lo lamento- dije besando su hombro. Él acarició mi cabello. –Prometo no volver a hacerlo. Jamás.

Harry besó la punta de mi nariz y sonreí.

-Luces tan linda dentro de mi camisa- acotó observándome de arriba abajo. Me sonrojé. -¿Cómo has dormido?

Me aclaré la garganta.

-Obviamente, muy bien.

Harry soltó una risita.

-¿Quieres ir por el desayuno? Tengo una sorpresa para ti.

Algo parecido a una gigantesca oleada de emoción arrasó con mi estómago.

Lo oculté bastante bien haciéndome la despreocupada.

-Bien, estoy hambrienta.

-Y emocionada- aventuró y rió. No fingí más y sonreí animadamente.

-¡Dime qué es! ¡Vamos! ¡Por favor!- rogué trepándome a su espalda. El tomó mis piernas y las mantuvo a ambos lados de su cadera.

One and Only.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora