Becca.

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Capítulo 71

La velada transcurrió con la normalidad aparente de aquellos usuales eventos. La presentación del producto fue un éxito. Se trataba de un nuevo aparato electrónico que implementarían al mercado.

Debajo de la mesas habían bolsas de regalos con aquel nuevo producto, y realmente no era nada nuevo, pero sí lujoso, y estaba segura de que llamaría la atención en las personas. Tanto como para desperdiciar su dinero en aquella estupidez.

-Hola ___________- saludó Liam acercándose a nuestra mesa y tomó una silla de otra que estaba a nuestro lado. 

La gente bailaba un ridículo vals de ancianos mientras que nosotros nos habíamos dedicado a mirarnos todo el tiempo y decirnos cosas dulces al oído. Y por supuesto… debía venir Liam a cagarla.

-Hola.

Harry se puso tenso con su brazo envuelto a mí alrededor.

-¿Qué tal, rizos?- preguntó el castaño juguetonamente. Harry arqueó una ceja, ignorándolo o simplemente no respondiendo a su pregunta. Liam suspiró. –Oh vamos… ¿aún sigues enojado porque intenté tirarme a tu chica?- dijo sin escrúpulos. –En ese tiempo aún no era tuya- añadió guiñándole un ojo. –Quizás ni ahora lo sea realmente.

Los músculos del brazo de Harry desaparecieron de mi cadera y lo sentí pararse mientras se acercaba a Liam con una expresión paralizante.

-No Harry- le dije interponiéndome pero él no cedió. –El bastardo sólo te está provocando- dije entredientes viendo que ya habíamos llamado la atención de algunas personas en las mesas cercanas. –Esto sólo te perjudicará a ti. A nosotros.

Él me observó durante un largo minuto, y luego le dio un breve pero mortal vistazo a Liam, quién sonreía divertido.

Se acercó murmurando algo en su oído que no pude escuchar a lo que la expresión de Liam decayó totalmente. E incluso lo vi empalidecer.

Hubiera estallado en carcajadas sino me hubiera causado tanta curiosidad saber qué le dijo.

Harry tomó mi mano y me guío por el jardín hacia el patio cercano. Dónde había una hermosa fuente y algunas bancas de mármol alrededor.

-No dejes que haga esto- murmuré cuando vi que seguía molesto. –Es un idiota, Harry. 

-Lo sé- dijo él pero sin mirarme. Tomé su mentón atrayéndolo hacia mí.

Lo besé con suavidad y al principio él solo se dedicaba a mover los labios sobre los míos. Dejando la cabeza y las manos quietas en su lugar. Pero luego una de sus manos se deslizó a la curva de mi cuello y luego se acomodó sobre mi mejilla y justo detrás de mi oreja.

-Quisiera prolongar esto aún más- dije en un susurro sobre sus labios.

-¿Cuánto tiempo?

-¿Para siempre?- pregunté divertida y él sonrió observando mi boca, como lo hacía usualmente.

-No suena nada mal- volvió a besarme una vez más y luego me atrajo hacia él por la cintura. –Me gusta haberte dicho que te amo. Siento que ahora puedo decírtelo un millón de veces, todo el tiempo que quiera.

-Dilo. Me encanta oírlo- dije con una risita.

-Te amo- murmuró hundiendo su rostro en mi cabello. –Y sobre todo, amo ése vestido- dijo enfatizando la anteúltima palabra.

-Debo admitir que cuando llevas el cabello así, estás enteramente follable- dije a modo de halago, al estilo Liejett.

Él soltó una risita, pero dijo confundido:

-Siempre llevo el cabello así.

Sonreí.

-Exacto.

El acarició mi mejilla pero luego se detuvo. Algo en el jardín le había llamado la atención.

Desde lejos podía ver a un grupo de gente reunida alrededor de alguien.

Lo tomé de la mano, preguntándome quién sería el nuevo escándalo. Caminamos de nuevo al jardín, y él me mantuvo acorralada a su cintura mientras nos acercábamos.

Mis padres hablaban con una mujer que parecía estar hablando en voz más alta de lo normal.

Ella estaba de espaldas hablando, o más bien gritando, mientras mis padres cambiaban de expresión con la rapidez de un rayo.

Tuve un mal presentimiento.

No podía escuchar lo que decía debido a que estaba demasiado lejos y la gente alrededor cuchicheaba entre ellos, sorprendidos, ahogando su voz.

Tomé a Harry, entrelazando nuestros dedos y pasé entre las personas, apartando casi sin educación a algunos.

Fui presa del pánico cuando noté quién era aquella mujer.

Observé a Harry helada mientras él la miraba sin poder creerlo.

Y allí estaba, con su dulce cara de porcelana y personalidad de mierda…

Becca.

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